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Incapacidad para gobernar el país, no garantiza la paz social: RCH

Viernes 20 de noviembre, 2009.
11:30 am
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Oscar VALDIVIESO

 

 

 

Oaxaca, México.- “Hoy percibimos falta de oficio en las instituciones nacionales. la capacidad de quienes dirigen el país no da para garantizar un rumbo sin sobresaltos, sin presión social, sin desesperación de los actores políticos de base”, advirtió Raúl Castellanos, en el discurso oficial por la conmemoración del 99 Aniversario de la Revolución Mexicana.

 

 

En la ceremonia cívica efectuado en la Alameda de León y que fue presidida por el gobernador Ulises Ruiz Ortiz, el Coordinador de Comunicación Social expresó que en Oaxaca  existen  vientos frescos y tiempos nuevos de una mayor y mejor vida democrática, en la que, la diversidad de ideas y su contraste, constituyen nuestra unidad.

 

En ese contexto dijo que en la actualidad son muchos los retos sociales, económicos y políticos que deben resolverse en la pluralidad democrática, en la alternancia.

 

 

De ahí que expuso que en la realidad oaxaqueña, una muestra de efectiva conmemoración de la  gran gesta social de 1910, “se debe dar en el contexto de un amplio ejercicio de gobierno, que haga realmente efectivos los derechos a la salud, a la seguridad social, a la alimentación de calidad, a una vida digna”.

 

 

 

Por ello expuso que los oaxaqueños,  sin duda, dará en el 2010 una prueba definitiva de su firme convicción de convivir pacíficamente en el marco de las leyes y decidiendo los asuntos públicos por la vía del voto.

 

 

A continuación el discruso del Coordinador de Comunicación social:

 

 

Oaxaqueñas y oaxaqueños:

Señalaba Andrés Henestrosa que a los mexicanos muchas encrucijadas nos ha puesto la historia, de algunas pareció que no saldríamos triunfantes y, sin embargo, el espíritu de nuestro pueblo se templó en cada trance; guerras fratricidas, guerras libertarias, guerras contra el invasor, son hebras que tejen nuestra esforzada historia nacional.

 

Nuestra historia es la muestra evidente que en las adversidades los mexicanos nos hemos forjado,   afrontarlas con dignidad ha sido y es nuestra grandeza,  salir siempre fortalecidos de los mayores desafíos, es la herencia histórica que nos corresponde atesorar y aprovechar.

 

Un sólo pensamiento de Ricardo Flores Magón, nos recuerda las razones del movimiento armado de hace 99 años: “cuando la tierra sea del pobre, entonces será  libre, porque dejará de ser pobre.” Hoy estamos en la víspera del centenario de la revolución mexicana, de aquel movimiento que les dio esperanza a los hombres del campo, que arraigó en nuestros hermanos la fe inquebrantable de justicia y progreso.  

 

Por ello es válida una reflexión sobre los valores de la revolución y sobre sus logros. por una parte, las ideas de justicia social y dignidad, acicatearon el ánimo de los mexicanos para asumir voluntariamente el riesgo de sumarse al movimiento y pelear para enterrar la discriminación, el despojo, el abuso, el sometimiento, la explotación y el abandono.  

 

Al mismo tiempo, esa férrea convicción de luchar por la justicia social y la dignidad, hizo entender a los mexicanos que había llegado el momento de arrebatar a la reacción el poder hegemónico de unos cuantos, que la autoridad o el gobierno tenía que surgir de procesos democráticos, y que por tanto una bandera de la revolución era la democracia, el sufragio efectivo, la no reelección.

    

Fueron tiempos difíciles, pese a las heroicas luchas de la Independencia y la Reforma, los recursos de México y su ubicación estratégica seguían siendo apetecibles a fuerzas externas, a los imperios que se apropiaban o repartían grotescamente el mundo.

 

Hoy acudimos a esta conmemoración con la convicción de que la revolución mexicana ha sido y  es, un proceso inacabado y continuo de transformaciones que han permitido a los mexicanos alcanzar mejores estadios en lo político, social y económico y con la certeza de que conmemorar no es hablar en tiempo pasado, por el contrario, es volver nuestra mirada a la historia de donde venimos para saber dónde estamos y a dónde queremos llegar.

 

Conmemorar es pues, reflexionar sobre la revolución a la luz del siglo XXI, asumiéndola como fuente de las futuras transformaciones.

 

La revolución y el país  –como cause dialéctico-, tienen asignaturas pendientes que en efecto, no están resueltas y que requieren de transformaciones estructurales y de voluntad política para salir del estancamiento y la crisis social y económica más devastadora que nos ha tocado vivir.  

 

Son muchos los retos de México, de los mexicanos, de los pueblos que aún creen en su patria. Son muchos los retos sociales, económicos y políticos que deben resolverse en la pluralidad democrática, en la alternancia.  

 

Hoy percibimos falta de oficio en las instituciones nacionales. la capacidad de quienes dirigen el país no da para garantizar un rumbo sin sobresaltos, sin presión social, sin desesperación de los actores políticos de base.

 

Por nuestra parte, la realidad oaxaqueña nos muestra que una efectiva conmemoración de la  gran gesta social de 1910, se debe dar en el contexto de un amplio ejercicio de gobierno, que haga realmente efectivos los derechos a la salud, a la seguridad social, a la alimentación de calidad, a una vida digna.

 

Es en este contexto, que las instituciones democráticas del estado oaxaqueño se han reformado para responder a nuevas exigencias y preservar nuestras libertades y el pleno ejercicio del estado de derecho.

 

Libertades que son condición para la actividad plena del hombre, requisito de todo aquello en lo que creemos, sin ella -sin la libertad- las ideologías se convierten en dogmas, la ciencia en secta, la técnica en instrumento sin finalidad, la política en negociación vergonzante, el arte se esteriliza, la moral se diluye, el nacionalismo resulta privilegio de los poderosos, las divergencias se transforman en discordias y la convivencia en conformismo.

 

En el Oaxaca del siglo XXI, estamos convencidos que sin la libertad no hay verdaderos compromisos ni auténticos acuerdos; sin libertad, el hombre que piensa y actúa se convierte en ente que obedece; cuando no hay libertad la conciencia se disuelve y hasta el derecho a equivocarse se pierde y una supuesta infalibilidad se impone.  

 

Únicamente quien es libre puede equivocarse, pero únicamente quien es libre reconoce la equivocación y puede rectificar para seguir adelante, la vida misma es inconcebible sin la libertad, pues únicamente vive lo que es libre.

 

En Oaxaca hay vientos frescos y tiempos nuevos de una mayor y mejor vida democrática, en la que, la diversidad de ideas y su contraste, constituyen nuestra unidad.

 

Dos son las rutas para alcanzar la consolidación de las libertades; los procesos históricos de las revoluciones en el mundo y particularmente la de México, recurrieron en sus momentos a las armas. Hoy el arma fundamental es el voto, libre, secreto y universal.

 

En este contexto, el próximo año los oaxaqueños acudiremos a refrendar el compromiso con nosotros mismos, de darnos un gobierno tolerante, incluyente y democrático, que consolide el abatimiento de los rezagos de pobreza y marginación que aún persisten.

 

El pueblo de Oaxaca, sin duda, dará en el 2010 una prueba definitiva de su firme convicción de convivir pacíficamente en el marco de las leyes y decidiendo los asuntos públicos por la vía del voto.

 

Quienes incitan a la violencia, a la abstención, a la confrontación, recibirán una lección de madurez y de capacidad del pueblo de Oaxaca que sabrá escoger la ruta de su destino, de frente a la historia y de cara al futuro.

 

Partidos políticos, dirigentes y candidatos tendrán una gran responsabilidad: no manchar por apetitos, ambiciones o intereses de grupo o personales, un acto limpio como son las elecciones, pretendiendo triunfos donde no los obtengan, objetando o lanzando inculpaciones sin fundamento, incurrir en ello sería ofender la inteligencia del pueblo de Oaxaca y todos estamos obligados a respetar al pueblo.

 

  Frente a fenómenos de violencia, desorden, caos o perturbaciones el pueblo de Oaxaca manifestará  inequívocamente su deseo de proseguir logrando una más y eficaz democracia, ni el contagio ni el espíritu frustrado, ni intereses mesiánicos nos pueden llevar a situaciones extremas.

 

La fortaleza de nuestras instituciones, la reciedumbre de nuestros principios, la conciencia y la voluntad revolucionaria de los oaxaqueños, harán que nuestro estado permanezca indemne ante cualquier descalificación que se pretenda hacer.

 

En la etapa actual de nuestra vida democrática, abrevando de los pensadores que dieron forma a la revolución mexicana, estamos empeñados en consolidar y acrecentar la unidad sin negar la diversidad que nos caracteriza como un pueblo pluriétnico, de una gran policromía en todos los sentidos.

 

Estamos empeñados en que la diversidad de ideas e intereses apoye la unidad de nuestro estado, no queremos la falsa unanimidad que, o es impuesta o es falsa, queremos la unidad a través de la diversidad que es la única, auténtica unidad por ser voluntaria.

 

Para lograrlo es indispensable mantener y acrecentar nuestras libertades fundamentales, lograr que cada quien piense lo que quiera y diga lo que piense, evitando cualquier asomo de violencia que sólo exhibe la carencia de ideas y de capacidad para debatir.

 

En Oaxaca no aceptamos nada que pretenda desquiciar o atente contra la sociedad, que exacerbe los ánimos, que incite a la violencia, que pretenda provocar histeria social, desquiciar valores.

 

Rechazamos los individualismos exagerados que claman “hagan una revolución para mí, exclusivamente para mí” aquellos fundamentalistas que creen que si le va mal a Oaxaca les puede ir bien a ellos.

 

Oaxaca hoy tiene otro rostro, la comunidad oaxaqueña entera sabe que Ulises Ruiz Ortiz se ha entregado a las causas de su pueblo.  

 

Tenemos metas pendientes pero hemos logrado grandes avances. Tenemos retos pero es más grande nuestra fuerza y la voluntad de nuestro gobierno para vencerlos, para construir lo pendiente.   Con Ulises Ruiz Ortiz, Oaxaca está sentando las bases para dejar atrás las estadísticas de la vergüenza. ¡Sigamos trabajando!.

 

¡Ese, es el mejor homenaje a quienes hace cien años ofrendaron hasta su vida, pensando en nosotros, pensando en México, pensando en Oaxaca.

 

 

 

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