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Tejer el Arco Iris, muestra de los colores en la cultura y la naturaleza

Viernes 22 de mayo, 2009.
07:00 am
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Por Copelia Mallé

Oaxaca, México.-  Con la curaduría de Alejandro de Ávila, este sábado se inaugura la exposición “Tejer el Arco Iris, colorantes naturales del mundo”  que  mostrara la gama de colores utilizados por desde las culturas prehispánicas.

 

En las cédulas explicativas de esta magna exposición en el Museo del Textil de Oaxaca se explica que antes de Perkin, los artistas de todo el planeta obtenían tintes sorprendentes a partir de plantas, animales, hongos y minerales. La lista de especies utilizadas antiguamente para ese fin es interminable, y los resultados eran brillantes y variados.

[caption id="attachment_15199" align="aligncenter" width="300" caption="Los colores en los textiles "]Los colores en los textiles  [/caption]

Muchos de ellos no fueron suplantados por la mauveína y las demás anilinas derivadas de la hulla y el petróleo porque las comunidades locales siguieron valorando la calidad y belleza de los tintes antiguos. Sería difícil reunir  una muestra representativa de todos los colorantes naturales del mundo; en vez de ello, se opto por seleccionar algunos tintes que han sido usados de manera análoga por varios grupos culturales en diferentes continentes, por lo que se decidió mostrar en primer lugar los más significativos en Oaxaca. La historia

 

En 1856, un joven inglés de 18 años de edad que estudiaba química, llamado William Henry Perkin, se esforzaba en el laboratorio durante sus vacaciones de Semana Santa buscando la manera de producir quinina a partir de hulla, es decir, carbón mineral. La quinina vegetal era el remedio más efectivo en aquel momento contra el paludismo, y la corteza del árbol de la cinchona que llegaba a Europa apenas alcanzaba a suplir la demanda del medicamento.

Perkin no logró convertir el alquitrán en quinina, pero encontró sin proponérselo la forma de producir una sustancia nueva que impregnó sus frascos de un intenso color violeta. Descubrió así el primer tinte sintético, que nombró mauveína. Poco tiempo después, otros investigadores retomaron su hallazgo para obtener una familia completa de colorantes que revolucionaron la industria química, saturando nuestra ropa, nuestras casas y nuestra vida cotidiana con tonos chillantes en toda la gama cromática.

 

El Arco Iris

Los rojos

La grana es un insecto que se alimenta exclusivamente de los nopales. Es pariente de los pulgones y las escamas que atacan a los árboles frutales y las plantas de jardín. En estado silvestre, la grana es un parásito que infesta a los cactos y llega a matarlos. Desde la antigüedad, la gente de las tierras altas del sur de México domesticó a la planta hospedera como alimento y domesticó también a la plaga del nopal porque produce un rojo intenso color sangre. El ácido carmínico que contienen esos insectos es una sustancia sumamente estable que resiste más al calor y la luz solar que otros tintes.

  Los azules [caption id="attachment_15200" align="aligncenter" width="203" caption="La granacochinilla utilizada desde épocas prehispánicas"]La granacochinilla utilizada desde épocas prehispánicas[/caption]

 

Una misma sustancia, llamada índigo, sirve para teñir un azul profundo por todo el mundo; lo sorprendente es que en diferentes áreas se obtiene de plantas distintas. En México el índigo se extrae del añil mesoamericano, una especie nativa de la familia del frijol, cultivada desde la antigüedad. En la India se obtiene del añil asiático, una planta cercanamente emparentada con la nuestra.

 

En Nigeria, en cambio, el índigo proviene de una enredadera cuyo parentesco es más lejano, aunque también pertenece a la familia de las leguminosas. En Japón el índigo se nombra ai y se obtiene de una planta completamente distinta, que forma parte de la familia del cualmecate y la lengua de vaca, las poligonáceas.

  El índigo sintético se produce comercialmente desde 1897 para teñir la mezclilla de los pantalones vaqueros, pero los tintoreros artesanales siguen usando añil vegetal en varias regiones del mundo. La India surtió el tinte a la mayor parte de Asia y Europa desde la antigüedad, de ahí el nombre índigo o índico. Los textiles más tempranos teñidos con este colorante provienen de Egipto y datan de hace 3 mil 600 años.

En México se ha cultivado tradicionalmente el añil en el Istmo de Tehuantepec, pero la producción más importante venía de El Salvador en Centroamérica; de ahí el nombre comercial “añil Salvador”, como lo conocen hasta la fecha las tejedoras oaxaqueñas. Por ser tan laborioso procesarlo, el índigo siempre ha sido un colorante caro.

El púrpura

Así como se obtiene el mismo tinte azul de plantas distintas en diferentes lugares del mundo, los antiguos fenicios del Mediterráneo, los japoneses y las culturas indígenas de la costa del Pacífico en América desde Jalisco hasta el Perú usaban diversas especies de caracoles marinos para teñir un hermoso morado indeleble.

 

Al igual que el índigo, el púrpura necesita ser expuesto al aire para oxidarse y convertirse en un colorante fijo insoluble, pero el proceso requiere además la luz del sol. La principal sustancia que da color al púrpura tiene una estructura química similar a la del índigo, como lo indica su nombre: dibromoíndigo.

[caption id="attachment_15201" align="aligncenter" width="225" caption="Los púrpuras heredados de las culturas zapoteca y misteca a ttraves del uso de la grana cochinilla"]Los púrpuras heredados de las culturas zapoteca y misteca a ttraves del uso de la grana cochinilla[/caption]

Los tintoreros del Mediterráneo y del Japón sacrificaban cantidades enormes de caracoles para extraerles el colorante en grandes tinas donde teñían lienzos enteros; los grupos mesoamericanos, en cambio, han aprovechado el recurso de manera sostenible, llevando las madejas hasta la playa para desprender los caracoles de las rocas, dejar que su secreción gotée sobre el hilo, y después devolverlos con cuidado a sus guaridas en las grietas para que sigan viviendo y produzcan más tinte. Es así como se teñía la urdimbre para las faldas ceremoniales de los pueblos zapotecos y mixtecos de la costa de Oaxaca que se muestra en la exposición. Los amarillos

 

A diferencia de los rojos, azules y morados, donde unas pocas especies vegetales y animales han sido desde épocas remotas los tintes preferidos en grandes regiones del mundo, los amarillos provienen de una gran variedad de plantas, ninguna de las cuales ha sobresalido comercialmente como la grana o el añil.

Los colorantes amarillos corresponden a dos grandes grupos químicos, los flavonoides y los carotenoides, que se encuentran presentes en numerosas familias botánicas. Los flavonoides son compuestos muy variables que no contienen nitrógeno y son solubles en agua. La capacidad de producir flavonoides fue una adaptación clave en la evolución de las plantas terrestres a partir de las algas acuáticas ancestrales, pues les permitió absorber la luz ultravioleta y evitar de esa manera la oxidación dañina que les causaría la radiación solar, mucho más intensa en la atmósfera que en el agua.

Los cafés y negros

Los taninos, que se usan para curtir las pieles, sirven también como tintes para dar diferentes tonos de café. Se trata de polímeros complejos que se disuelven en agua. Son producidos por muchas plantas como una defensa contra los animales herbívoros.

 

Los taninos reaccionan químicamente con proteínas como el colágeno de la piel para unirlas entre sí, haciéndose más resistentes al calor, la humedad, y los hongos y bacterias que pudren la materia orgánica. Así es como la piel se convierte en cuero. Los curtidores del barrio de Jalatlaco en nuestra ciudad usaban para ello la cáscara del timbre y otros árboles.

La misma capacidad para unir proteínas de manera no específica sirve de defensa para las plantas porque los taninos inactivan las enzimas digestivas en el intestino de los herbívoros y bloquean en esa forma su nutrición.

Al finalizar el recorrido por la exposición, se espera que los visitantes se cuestionen el éxito que ha tenido hasta ahora el descubrimiento de Perkin. En un mundo cada vez más consciente del deterioro ambiental ocasionado por nuestra dependencia del petróleo y otros combustibles fósiles, podemos visualizar un nuevo papel para los tintes naturales en nuestra vida.

 

Las plantas y los animales pueden volver a cubrir de colores vibrantes nuestra ropa, nuestras casas y nuestra comida sin contribuir al calentamiento global.

 

La grana fue la mayor fuente de riqueza para Oaxaca en el pasado; los tintes naturales bien pueden generar nuevamente prosperidad en las comunidades campesinas de nuestro Estado.

 

 

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