UNAM/Investigación
Oaxaca, México.- Las aflatoxinas, sustancias carcinógenas, frecuentemente se encuentran en el maíz que a diario consumen millones de mexicanos; por ello, especialistas de la UNAM trabajan en el desarrollo de maíces resistentes a la invasión de estas toxinas fúngicas.
El jefe de Departamento de la Unidad de Investigación en Granos y Semillas (UNIGRAS) de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, Ernesto Moreno Martínez, labora en el mejoramiento genético de ese cereal para hacerlo resistente a la contaminación por hongos Aspergillus flavus y A. parasiticus.
Ambos organismos, explicó el especialista, crecen en el grano de maíz en su proceso de formación y producen las aflatoxinas, consideradas las sustancias naturales más carcinógenas que se conocen.
El consumo constante, en pequeñas cantidades, es acumulativo y propicia el desarrollo de tumores; pero si se ingiere una sola vez, en dosis altas, puede producir intoxicaciones.
Existen otros productos en los que proliferan las aflatoxinas, como la copra, semilla del algodonero y el cacahuate, pero el maíz es el más afectado, señaló.
El Aspergillus flavus puede producirlas en el campo, en la cosecha o posterior a ella; en el campo el control es complicado porque no se pueden modificar las condiciones ambientales para evitar la proliferación, detalló.
Cuando las toxinas aparecen después de la cosecha son un problema tecnológico que tiene solución, porque los productos pueden ser secados a humedades por debajo de 16.5 por ciento, no favorables para el crecimiento del hongo.
[caption id="attachment_19944" align="alignleft" width="300" caption="El jefe de Departamento de la UNIGRAS de la FES Cuautitlán, Ernesto Moreno Martínez."][/caption]
El proyecto “Mejoramiento genético del maíz para evitar su contaminación con aflatoxinas”, subsidiado desde 2003 por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, surgió porque se supo que el Aspergillus flavus invade al grano y produce esas sustancias debido a que la planta entra en estrés y se debilita por la falta de humedad y las altas temperaturas que prevalecen en la maduración.
Cuando sufre sequía, el hongo bioquímicamente detecta el estrés y entonces el grano es susceptible de ser penetrado; aparentemente se ve normal, pero la aflatoxina se produce y, en consecuencia, la cosecha se contamina, describió.
El equipo, integrado por especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias; de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), y de la UNAM, concluyó que para controlar la situación la planta debe ser vigorosa y resistente en ese proceso de desarrollo.
Se trabaja en la selección de genotipos de maíz para hacer cruzas y obtener más combinaciones de genes y, actualmente, se cuenta con siete fuentes de resistencia en el almacenamiento del grano, indicó Moreno Martínez.
Con esos genotipos y otros no resistentes, se realizan cruzas para determinar el tipo de herencia involucrada en la resistencia; además, permiten identificar nuevas fuentes de tolerancia. La investigación es promisoria por los resultados obtenidos en tres años, concluyó el especialista.
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