UNAM/Ciencias Sociales
Oaxaca, México.- Ante el deterioro en la calidad de vida por el estrés, los habitantes de grandes urbes como el DF, podrían echar mano de los tradicionales baños de vapor prehispánicos, opción favorable y de bajo costo para disipar tensiones que propician enfermedades.
El arqueólogo del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Agustín Ortiz Butrón, indicó que a lo largo de la historia, hay múltiples evidencias de las propiedades terapéuticas de los temascales. Se calcula que en las metrópolis, nueve de cada 10 personas que acuden a un consultorio médico presentan síntomas que corresponden al síndrome del estrés, un mal que puede ser aminorado con baños de vapor.
El académico universitario subrayó que a principios del siglo XVI, en su magna obra Historia general de las cosas de la Nueva España, fray Bernardino de Sahagún mencionó las bondades tanto de la herbolaria como de la medicina tradicional azteca, y en particular las del temascal.
Un ejemplo que muestra su valor terapéutico es el de pacientes que se deben someter a una diálisis, que se practica para retirar los contaminantes (impurezas o desechos) de la sangre cuando los riñones no pueden hacerlo.
Los riñones funcionan como filtros de la sangre al remover productos de la degradación de aminoácidos. Además, sirven para retomar y regular el agua del cuerpo, mantener el equilibrio de electrolitos y asegurar que el pH sanguíneo permanezca entre 7.35 y 7.45.
Normalmente, en la hemodiálisis la sangre fluye a través de unos tubos hasta un aparato (llamado dializador) que extrae los líquidos excesivos y los desechos. Una vez que la sangre está limpia, el aparato la envía de regreso a través de otro conjunto de tubos. Por lo general, este proceso dura cuatro horas y debe hacerse tres veces por semana.
El uso de los temascales permite retirar las impurezas y desechos por sudoración, lo que representa el equivalente a cinco días de trabajo de un riñón.
Estos baños de vapor prehispánicos son recomendables, sobre todo contra enfermedades relacionadas con el frío como la tos y la gripe, porque al vapor se le agregan aromas terapéuticos que permiten que las vías respiratorias se refresquen y las impurezas sean expulsadas del cuerpo.
Son fáciles de construir, cualquiera puede aplicar esta técnica precolombina al introducir en un baño moderno una cubeta con agua caliente y fragante, cubrirse con una cobija, inhalar y sudar.
En la Nueva España, los temascales fueron utilizados para tratar el paludismo, la viruela e incluso golpes, añadió Ortiz Butrón, quien a lo largo de su carrera ha publicado diversos artículos, como el aparecido en la Revista de Arqueología Mexicana, titulado “Salud y enfermedad en el México Antiguo” o el de The Oxford Encyclopedia of Mesoamerican Cultures, llamado “Sweatbaths” (baños de vapor).
Este legado ancestral ha sido aprovechado incluso en los spas, donde pierde su sentido religioso y mágico para volverse simplemente un artículo de belleza.
Desenmarañando su pasado
Surgidos desde el periodo Clásico Temprano, alrededor del año 200 de nuestra era, los temascales aparecieron, por primera vez, en algunos de los principales centros ceremoniales del altiplano mexicano y del área maya, como Chiapa de Corzo, Teotihuacán, Monte Albán, Piedras Negras, Tikal y Uaxactún. Posteriormente, hay registro de ellos en Xochicalco, Palenque, Tula, Teotenango, Chichén-Itzá y Tlatelolco.
En Mesoamérica, comentó Ortiz Butrón, se utilizó el baño de vapor contra enfermedades respiratorias, golpes, piquetes de insectos venenosos e incluso en la obstetricia, como auxiliar durante la gestación, parto y puerperio.
Una mujer encinta, al llegar a su cuarto mes de embarazo, era sometida al temascal. Se hacían más frecuentes conforme se acercaba la fecha de alumbramiento, para “despegar” al bebé y favorecer un parto sin complicaciones.
A su llegada, los españoles se dieron cuenta de lo provechoso de la medicina tradicional y de los temascales, pero como éstos eran espacios donde hombres y mujeres convivían desnudos, fueron estigmatizados.
Para que una construcción sea considerada temascal (palabra náhuatl que viene de temas, ‘bañarse’ y calli, ‘casa’), debe contar con una cámara de vapor, un hornillo, una puerta, un ventilador y un desagüe.
Su planta puede ser rectangular, cuadrada o circular; su construcción puede estar sobre el terreno o ser semisubterránea o subterránea; el techo puede ser de dos aguas, plano o cupuliforme; el tamaño varía y va desde los que sirven para una o dos personas hasta aquellos que permiten hasta 20 ó 30. Generalmente, son bajos aunque algunos permiten estar de pie.
Los sistemas de construcción de los muros del temascal son muy variados. En muchos casos son de piedra y lodo, a veces se construyen con adobes o con piedra pómez y barro, otras son de armazón de carrizo recubierto con hojas, y los hay también excavados en laderas de cerros, en los que sólo la techumbre y la pared frontal constan de tablones recubiertos de tierra.
El pavimento del temascal frecuentemente es de tierra apisonada, en algún caso quemada o con el aditamento de piedrecillas sobre la que se colocan ramas de pino o pirul; en otros, casos el piso está enlosado o es de ladrillo.
La techumbre suele ser de piedra y barro sobre un armazón de madera, tanto en techumbres de dos aguas como en techos planos. En cuanto al sistema para producir vapor, esencial para el baño, éste es relativamente variable. En algunos casos el hornillo o fogón, situado en el exterior del baño, sirve para calentar una pared sobre la que se arroja agua que provoca el vapor. Es más frecuente, sin embargo, el procedimiento que consiste en calentar piedras y también tiestos de cerámica, sobre los que se arroja el agua que genera el vapor.
Hay dos tipos de temascales, los pétreos de grandes dimensiones (su tamaño iba de los cuatro a los 30 metros), generalmente ubicados en zonas ceremoniales asociadas al juego de pelota como Chichén Itzá, Filobobos, Xochicalco o Tula.
Por el otro, están los de la gente común, que eran pequeños y fueron levantados en comunidades rurales y que sobrevivieron al paso del tiempo porque a la llegada de los españoles, ya no fue posible edificar más en lugares sagrados.
Aún hay temascales en diversas entidades como Oaxaca, Tlaxcala, Puebla, Morelos, Veracruz, Estado de México y al sur del DF.
El universitario, que excavó un baño prehispánico poco común en Filobobos, Veracruz en 1984, concluyó que no importa el paso de los milenios, porque las bondades que ofrecen estas baños siguen siendo las mismas para el hombre moderno que para nuestros antepasados.
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