UNAM/Salud
Oaxaca, México.- Las comunidades marginadas están más expuestas a los estragos de una epidemia por su nivel de vida, las raquíticas defensas de sus pobladores, desnutrición, falta o mala calidad de agua, y ausencia o limitada asistencia sanitaria, afirmó el investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Ricardo Méndez Silva.
Al participar en la mesa redonda Derechos y salud pública, reconoció que si bien la salud es un derecho individual, depende del entorno social. De hecho, resaltó, alrededor de dos mil millones de personas que viven en países en desarrollo no tienen un acceso regular a medicamentos.
Mientras África representa 1.3 por ciento del mercado farmacéutico global, Japón, América del Norte y Europa, que concentran el 25 por ciento de la población mundial, participan con el 80 por ciento, precisó.
La globalización, destacó en el auditorio Guillermo Floris Margadant del IIJ, implica 10 veces mayor peligro de contagio para países avanzados por el movimiento masivo de viajeros, la aparición de enfermedades infecciosas, la ausencia de vacunas para nuevos patógenos o la resistencia de los virus a los antibióticos.
Por ello, sostuvo, para el cumplimiento de derechos como la salud no basta con el compromiso de una nación, y se requiere la participación de los estados, organizaciones internacionales públicas y privadas, la comunidad médica, los medios de comunicación y la sociedad en general.
[caption id="attachment_17730" align="alignleft" width="300" caption="Ingrid Brena y Estela Morales, durante la mesa redonda Derechos y salud pública que se realizó en el IIJ de la UNAM"][/caption]
Sobre el tema, Ingrid Brena Sesma, investigadora del IIJ, señaló que una de las preocupaciones derivadas de un mundo globalizado es la transformación de las epidemias en pandemias. “Debido al traslado de personas de un país a otro y al rápido contacto, la extensión de las enfermedades y sus efectos devastadores se tornan peligrosos”.
Las emergencias sanitarias ocasionan grandes daños a toda la población en términos de salud y economía, limitan ciertas libertades y alteran el estado anímico de los individuos; por ello, las autoridades deben repensar estrategias y buscar financiamiento para enfrentar lo que pudiera surgir en el futuro, advirtió.
A su vez, el investigador del IIJ, Diego Valadés Ríos, consideró que ante el virus de la influenza A H1N1, lo que más llamó la atención fue la incapacidad de respuesta de las instituciones mexicanas.
Fernando Cano Valle, titular de la Cátedra de Bioética de la UNESCO, aseveró que las epidemias son inherentes a la vida del ser humano. Ante este tipo de emergencias, agregó, el tiempo para difundir información y adoptar medidas es importante, y es la esencia del control.
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