Fortino TORRENTERA O.
Oaxaca. México.- “Se llamaba Elena Arizmendi”, es a la vez, una biografía con rigor académico que lo hace ser el único sobre una mujer de la Revolución, lo mismo que un interesante libro sobre este extraordinario personaje y su tiempo, donde Gabriela Cano desentraña una parte poco conocida de la historia.
Esta obra que se presentará este miércoles a las 20:00 horas en la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, tiene que ver mucho con Oaxaca, debido a la intensa relación de Arizmendi con José Vasconcelos y siendo nieta del General Ignacio Mejía, como lo narra la propia autora.
[caption id="attachment_58272" align="alignleft" width="225" caption="Entusiasmo de la autora por presentar este libro muy cercano a Oaxaca."]
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FT.- ¿Cómo aparece Elena Arizmendi en su vida?
GC.- Soy historiadora dedicada a la historia de género que trata de ver cómo han cambiado los roles sociales y las normas culturales que definen lo masculino y lo femenino, parte de eso es darle visibilidad a las mujeres como actores históricos, destacando la complejidad de su participación en los procesos sociales y culturales, así como su contribución.
Me interesó mucho porque me permite comparar la mitificación de Elena Arizmendi, tal cual la presenta Vasconcelos como el personaje literario de “Adriana” que ha venido a representar el estereotipo de la amante mexicana de siglo XX.
José Emilio Pacheco ha dicho que las páginas dedicadas a Elena Arizmendi son las mejores muestras de literatura erótica mexicana por su capacidad de insinuación.
Por un lado tengo el estereotipo de amante y al mismo tiempo me permite descubrir a un personaje histórico complejo que hace contribuciones importantes a las historia de México, que se transforma ella misma, pues tiene además una herencia liberal muy profunda.
Es una herencia del liberalismo que me permite remontarme hasta el siglo XIX, así como a una institución que Arizmendi funda que es la Crus Blanca, la cual aún existe y tiene una derivación en el feminismo de los años 70´s; es un personaje que transcurre en un periodo muy largo de México.
FT.- Arizmendi es una de las precursoras de la lucha por el género en el continente
GC.- Si, creó la Cruz Roja Maderista que atendía a los heridos de guerra en la Revolución; desde ahí tenía una visión feminista porque decía que las mujeres podían participar en los mismos términos que los hombres.
Ya estando fuera del país, en Nueva York donde vivió dos décadas conoció de los logros de feministas estadounidenses que se dieron por 1919 cuando ella llegó en 1914, viendo la fuerza de las organizaciones de mujeres que quiso emular para las mujeres hispanoamericanas, de manera que formó la Liga de las Mujeres de la Raza o Liga de Mujeres hispanoamericanas, convocando a mujeres de todo el continente.
Tenía la idea de crear una cultura de los Derechos de la Mujer que estuviera inscrita en los valores culturales hispanoamericanos.
FT.- Hay una mala mitificación de mujeres en la historia como Juana Cata de Porfirio Díaz y el papel que jugaron que incluso va más allá de “Las Adelitas”, cuando tuvieron otras aportaciones, ¿Cómo nota esta presencia?
GC.- La Adelita es una mitificación que alude a las mujeres rurales que trabajaron en la Revolución Mexicana y que hicieron una contribución muy importante haciéndose cargo de toda la logística del ejército, desde proporcionar alimentos, compañía, curaciones o tomar las armas.
La cultura postrevolucionaria creó este mito de “La Adelita” porque es muy maleable ya que no tiene una identidad personal, no tiene una filiación política, sino que de ella sabemos que es femenina, joven, dispuesta a acompañar a los ejércitos, los mismos valores femeninos de mediados del siglo XX y deja afuera a las mujeres, a los actores complejos que participan en las distintas acciones con una posición política.
La Adelita no tiene filiación, era cualquiera; las mujeres de estrato medio fueron propagandísticas y las mujeres de la élite como Arizmendi que hicieron contribuciones importantes que arriesgaron no solo si vida o prestigio por una causa.
FT.- ¿Cómo definiría este libro, pues es biográfico y humano a la vez?
GC.- Es una biografía de Elena Arizmendi y a la vez, una historia de su tiempo. Es el personaje en su entorno histórico-social, recorre desde sus antecedentes familiares, su actuación en la Revolución Mexicana y su vida en Estados Unidos.
Respecto a la relación con Vasconcelos hago una lectura, una crítica a contrapelo del personaje de “Adriana” que Vasconcelos inspirado en Arizmendi, pero pensando en ella como un ser autónomo, independiente que hace contribuciones importantes y se transforma.
Estoy presentando un libro de historias documentadas en fuentes originarias de archivos en México y Estados Unidos, de hemerografía que no se había consultado, de tal forma que es una historia de original pero escrita de una manera jovial para interesar a un público amplio.
Me interesa recabar historias verídicas, no noveladas, historias nuevas que formen nuevos públicos a la historia de México.
FT.- ¿Qué enseñanza deja Arizmendi después de un siglo a las mujeres mexicanas?
GC.- Creo que muestra por una parte que las mujeres tuvieron participaciones diversas en la historia, concretamente en la Revolución Mexicana, que si hay historias que se pueden ir narrando de las mujeres para ir más allá del estereotipo de La Adelita o de la imagen de la amante.
También nos muestra que las mujeres de principios de siglo que vivieron la apertura de los años 20´s o “años locos”, que pudieron cambiar sus vidas, hacer transformaciones y contribuciones sin tener desenlaces trágicos como el de María Antonieta Rivas Mercado o Nahui Ollin. Arizmendi tiene claroscuros en su vida, tiene momentos difíciles, altas y bajas, pero no tuvo un fin trágico.
FT.- ¿Qué podía apuntar sobre esa relación muy erótica que mantuvo con Vasconcelos?
GC.- Tuvieron una intensísima relación pasional, muy disfrutable también marcada por la culpa y las convicciones religiosas de ambos, por una relación adúltera, extramatrimonial, aunque Vasconcelos estuvo todo el tiempo casado y cumplió con todas sus responsabilidades.
Durante los seis años que duró la relación, formaron una pareja moderna, una pareja en donde lo principal son las afinidades personales, los gustos de la pareja y no el aspecto práctico o económico. Fue algo de corta vida, pues también estuvo atravesado por los celos y las infidelidades.
El que habla del erotismo es Vasconcelos y Arizmendi del gran amor que fue en su vida, habla del gusto que tenían por estar juntos, por compartir música y compartir lecturas: la fuente sobre las escenas eróticas es “Ulises Criollo” y “La Tormenta”.
Por eso, presentarlo en Oaxaca es una gran privilegio para mí, porque Elena Arizmendi debe mucho de su actuación a la herencia que tiene del liberalismo oaxaqueño, pues fue nieta del general Ignacio Mejía, quien fue secretario de Guerra y después tuvo que irse al exilio.
El general Ignacio Mejía apoyaba mucho a sus nietos y Elena tuvo un primer matrimonio desafortunado en Chilpancingo por lo que al separarse por violencia doméstica, tuvo el apoyo de su abuelo, lo que le permitió superar este episodio de juventud.
Ella tenía una visión liberal y estando en Nueva York organizó un Congreso Feminista en la Ciudad de México, donde llevó una ofrenda al hemiciclo a Juárez; aunque era muy católica, tenía una visión muy liberal como el general Mejía.
Además de la química que por sus raíces oaxaqueñas tuvo con Vasconcelos quien decía que “en Elena vio a su Carmen” en referencia a que así se llamaba su mamá, pero fue su identidad oaxaqueña el pegamento entre ambos.