Ulises TORRENTERA G.
Oaxaca, México.- Sobra decir que los medios de comunicación en tiempos actuales más que indispensables, son necesarios. La ciudadanía reclama a éstos una mayor y más amplia cobertura informativa. Las empresas de comunicación han aceptado esta apertura y la están privilegiando en la mayoría de los casos.
Si los medios de comunicación privados se modernizan y cumplen con una importante función social, es lógico pensar que los gobiernos que cuentan con medios de comunicación resulten mejores pues su finalidad es eminentemente social y pública y, se supone, que nos los mueve un interés comercial.
Sin embargo en Oaxaca esto no ocurre desde hace muchos años. La Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión, que cuenta con un canal de televisión abierto y dos radiodifusoras, lejos de cumplir a cabalidad con una creativa, comprometida e imparcial programación no es sino una muestra permanente de estulticia e ineptitud.
Su nuevo director, Rubén Ortega
Cajiga no da muestra alguna de que las cosas cambien en la canal ni en las radiodifusoras; por el contrario los contenidos han empeorado. La miseria intelectual se refleja repetidamente en la programación.
El culto a la personalidad al titular del Poder Ejecutivo en turno continúa vigente; los programas siguen siendo los mismos, gran parte de éstos son tomadas de otras televisoras y ni que decir de las barra programática de las radiodifusoras con cortinillas y contenidos que le hacen competencia a cualquier radio comercial, desdeñando así, el sentido público a favor de la sociedad.
Se podrá aducir que se carecen de recursos para hacer programas, es probable pero lo cierto es que ni un multimillonario presupuesto podrá suplir la improvisación, la carencia intelectual (con título o sin él) y la sumisión, como ha ocurrido con los últimos directores y que hoy Rubén Ortega Cajiga reproduce de manera apabullante. Cada sexenio la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión va de mal en peor.