Artemisa MENDIZABAL/CONACULTA
Oaxaca. México. Fuera de las películas sobre narcotráfico, violencia y política, hay que apostar también por producciones que desentrañen las búsquedas humanas de los mexicanos, que exploren el núcleo familiar y que de manera sencilla comprueben que hasta en el protagonista más pequeño hay una gran historia para ser contada, afirmó el actor y director, Diego Luna.
Acompañado por el elenco de la cinta Abel, que marca su debut como realizador en el género de ficción, Luna charló con los medios sobre el reto de filmar una historia íntima donde el protagonista no es un héroe de acción, no hay explosiones ni escenas espectaculares, pero sí por el contrario la diaria rutina de una familia de Aguascalientes que lucha por sobrevivir.
[caption id="attachment_56023" align="alignleft" width="300" caption=""Abel", una película sobre el núcleo familiar y la temprana madurez que deben afrontar muchos niños: Diego Luna."]
[/caption]
Después de las funciones previas en los festivales de Sundance y Cannes, Abel se estrena en nuestro país con 60 copias, el próximo 28 de mayo, en el Distrito Federal, Guadalajara, Aguascalientes y Estado de México.
El filme es producido con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Imcine y el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine Mexicano (Fidecine), además del gobierno del estado de Aguascalientes y la producción ejecutiva del actor John Malkovich.
Acompañado por el productor Pablo Cruz, el actor José María Yazpik, la actriz Karina Gidi y los intérpretes debutantes Cristopher y Gerardo Ruiz Esparza, Diego Luna definió a la cinta como un filme semiautobiográfico en el que explora también desde otro punto de vista la importancia de la relación entre padre e hijo.
“Esta historia surgió hace más de una década en mi mente, pero hace apenas dos años que me puse a trabajar con Pablo Cruz y con el guionista Augusto Mendoza para concretar la idea. Sí hay mucho de mí en el personaje, por esa tendencia del mundo moderno a influir en los niños para que crezcan más rápido y asuman responsabilidades que a veces no concuerdan con su edad”.
En la cinta, el pequeño Abel es dado de alta después de la crisis que tuvo cuando su padre abandonó a la familia para ir a probar suerte a Estados Unidos. Al llegar a su casa sufre una extraña transformación y comienza a comportarse como el adulto mayor de la casa, haciéndose cargo de su madre, su hermana adolescente y su pequeño hermano.
Con diálogos que sorprenden por su sencillez y a la vez por su intrincado humor, Abel pone orden en la mesa cuando sus hermanos discuten, se enfrenta al novio de su hermana con el tono de un padre que cuida la honra de su hija e incluso revisa los trabajos escolares y las calificaciones de su hermano pequeño.
Con respecto a las similitudes con las historias de muchas familias mexicanas cuyos padres viajan a Estados Unidos para obtener más dinero, Diego Luna dijo que en la cinta se retrata también aquello que sucede con los que se quedan y tienen que vivir las consecuencias de una ausencia.
“Por eso la ley antiinmigrante que se promulgó en Arizona me parece un homenaje a la idiotez. Hay muchas personas que viajan a Estados Unidos para buscar mejores condiciones de vida para sus familias y nadie toma en cuenta el esfuerzo que están afrontando y la manera como contribuyen con su trabajo a la economía”.
La historia de Abel y su familia da un giro cuando el padre regresa después de dos años y el niño lo confronta de dos maneras: ignorándolo y mostrándole quién lleva los pantalones en la casa.
“Él es mi papá chico y él es mi papá viejo”, afirma en una secuencia el pequeño hermano de Abel, quien progresivamente se ha acostumbrado a los extraños roles impuestos en la casa y que todos tratan de respetar por temor a que el protagonista sufra una recaída que los obligue a trasladarlo a un hospital de la ciudad de México.
Para el actor José María Yazpik, el trabajar con Diego Luna, quien conoce todo el movimiento de un set y la manera como un actor debe construir un personaje, resultó muy gratificante.
“Creo que como director, Diego pone en práctica toda la experiencia de participar en el elenco de numerosas películas, sabe lo que un actor necesita para generar determinada emoción y la manera en que cada secuencia encuentra su punto exacto de verdad”.
Por su parte, la actriz Karina Gidi recordó que en la interpretación de la madre dedicada a sacar adelante a sus hijos con el oficio de costurera, recibió muchas líneas valiosas del director para que el personaje no cayera en los clichés dramáticos habituales y por el contrario se centrara en dar apoyo, amor y una sólida estructura al pequeño Abel.
“Creo que Diego dirige esta película en un momento muy significativo para su vida, porque conoce exactamente las preocupaciones de un padre. La mayoría de las veces su hijito estaba en el set y él nos decía, sólo duermo al niño y continuamos con la secuencia”.
Sobre su experiencia al trabajar en esta película, el niño Cristopher Ruiz Esparza afirmó que tanto él como su hermano le pidieron a sus papás que los llevaran a hacer la prueba para no tener que hacer tantas tareas en casa. “Vimos en la televisión el anuncio y luego conocimos a Diego y nos cayó muy bien, además se portó con nosotros como un amigo y un papá”.
Finalmente el productor Pablo Cruz, quien dirige la empresa productora Canana, fundada por Gael García Bernal y el propio Luna, dijo que esta cinta tuvo un costo de 30 millones de pesos y agradeció el apoyo interinstitucional para poder completar la producción.
“Es una producción que apuesta por un tema personal, humano y de gran importancia para quienes son hijos y son padres en nuestro país. Fue también una cinta que se realizó en tiempo récord, porque filmamos en el mes de julio del año pasado y ya fue estrenada en festivales como Sundance y Cannes. Estoy seguro que ahora el público se va a identificar con la historia y la hará suya”, concluyó.