Lilia TORRENTERA G.
Oaxaca, México.- Este jueves 11 de noviembre, a las 20:00 horas uno de los muros del Museo de Arte Moderno (MAM) en la ciudad México, develara al público la intervención hecha por el artista oaxaqueño, Demián Flores.
En esta pared, el artista plástico nacido en Juchitán de Zaragoza, explica Víctor Palacios, “los dibujos funcionan como epigramas abiertos e indefinidos. Su carácter hibrido permite que signos, símbolos e imágenes tanto históricos y políticos como de la cultura contemporánea se enfrasquen en un continuo proceso de aglutinamiento
[caption id="attachment_80120" align="alignright" width="300" caption="Demian Flores en su exposición La Patria realizada en Casa Lamm/Foto: La Jornada"]
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En su texto
Epigramas de la presentación de esta intervención, Palacios, explica existen elementos relacionados con la identidad nacional, la memoria y la vida cotidiana aparecen empapados por sustancias viscosas como la sátira y la invectiva.
“La presencia de éstas hace del conglomerado iconográfico algo complejo pero a la vez lúdico, escurridizo, fresco y, ante todo, crítico, actual”.
El curador de la intervención destaca que Demián Flores ha centrado su práctica artística en la experimentación de diversas técnicas y lenguajes gráficos. Desde los inicios de su trayectoria su producción dibujística se expandió y encontró cabida no sólo en el ámbito de las artes plásticas sino también en el terreno de la ilustración.
Por su parte el propio artista, salta a la esfera de la escritura para narrar la travesía creativa que lo llevo su intervención en el MAM al que denomina como un documento visual con una serie de dibujos como método de trabajo de recuperación, recorte y montaje de imágenes y cuya propuesta “es un laboratorio de trabajo que, a partir de un territorio técnico y conceptual, abordará y utilizará a la gráfica no como un medio en sí mismo, sino como componente activo que trastoca otras disciplinas artísticas”.
Así para deleite de los lectores transcribimos el texto de Demián Flores:
Son las cinco de la tarde del 13 de marzo de 1999. Rastreo algunas ediciones en las librerías de viejo de la calle de Donceles ubicada en el primer plano de la ciudad de México. En una de ellas, muy cercana al Templo Mayor –centro del México Tenochtitlán—me encuentro con una edición popular, impresa sobre papel revolución, que enseña la práctica de la lucha libre. Después de este hallazgo contemporáneo salgo de la librería llevando conmigo otras publicaciones -revistas, libros de literatura, manuales diversos y ediciones deportivas-, y camino rumbo al metro Zócalo, en pleno corazón de la ciudad, con la esperanza de evitar el tumulto citadino que, por la hora (seis de la tarde), está a punto de iniciar. Frente a mí, en medio de la plaza mayor, veo el asta de nuestra bandera mexicana al momento que culmina la cotidiana ceremonia militar para arriarla. A lado, una multitud estática se arremolina en torno a otro cúmulo de personas, estas últimas danzando al sonar de los tambores que los acompañan. La mayoría de los espectadores son trabajadores que salen de sus oficinas con traje, corbata y maletín en mano. Ahora, despojados de sus escritorios, observan el bailar de quienes se identifican como Concheros los cuales visten indumentarias de alusión prehispánica: algunos descalzos, otros con huaraches y cascabeles en los tobillos, todos inmersos en evoluciones ceremoniales de purificación y sanidad.
Contrastan las dos realidades que convergen en el mismo espacio. Mientras observo la ceremonia, una persona llama mi atención: ésta deja su portafolio sobre el piso para, súbitamente, incorporarse a los ritmos que se proponen y continuar el cosmogónico ritual urbano. Ya siendo parte de esa tribu le coronan con un penacho. Acto seguido, proclama: él es dios, y se une al desahogo colectivo. Después de un tiempo regresa a donde dejó su portafolio (que milagrosamente sigue en su sitio), se quita el penacho, lo entrega y su cuerpo desaparece por la boca de la estación del metro.
Con este documento visual desarrollé una serie de dibujos como método de trabajo de recuperación, recorte y montaje de imágenes. El conjunto de dibujos está reunido en un libro de reciente publicación, bajo el sello editorial de La Curtiduría/TAGA, el cual recopila una serie de imágenes que conforman un imaginario que se desplaza en subyacentes nociones de territorio, memoria e identidad. La actual muestra en el Museo de Arte Moderno es un estrategia gráfica de expansión a partir de este banco de imágenes, las cuales organizan y aglutinan signos, referencias a prácticas culturales, imágenes encontradas y modificadas, apóstrofes a la historia del arte y múltiples lenguajes formales. La propuesta apuesta por la impureza del contenido: una mezcla irónico-lúdica, político-social y de cierto juego entre la lógica y el absurdo.
Junto a los nuevos medios de reproducción, el grabado ha podido mantener su vigencia entre los géneros artísticos contemporáneos. Entre el arte y los medios en México, el grabado ha experimentado desde finales del siglo XIX hasta nuestros días una evolución intensa, que se ve reflejada con el nacimiento de una estética nacional moderna iniciada por José Guadalupe Posada. Actualmente, la gráfica como práctica artística contemporánea es un campo que incorpora al grabado como un medio que se inserta en propuestas artísticas más amplias. Esto ha implicado la hibridación de técnicas y lenguajes, la implementación de recursos auto-reflexivos con respecto al medio gráfico y a su ideología, así como la recuperación de algunos de sus rasgos originales, como la multiplicidad y su carácter de huella.
Con esto he elaborado una propuesta que aborda transformaciones sustantivas en la gráfica, la cual se redefine a partir de los cambios operados en las condiciones de inscripción y reproducción de una imagen o bien, adquieren otra conceptualización por las tensiones críticas que surgen de la expansión formal de sus soportes como intervenir los muros del museo y de modos alternos de distribución artística y editorial como el libro de reciente publicación.
La actual propuesta es un laboratorio de trabajo que, a partir de un territorio técnico y conceptual, abordará y utilizará a la gráfica no como un medio en sí mismo, sino como componente activo que trastoca otras disciplinas artísticas.