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Homenaje a Gerardo Nigenda en el Centro de la Imagen

Martes 06 de julio, 2010.
09:40 am
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    Artemisa MENDIZÁBAL C/Conaculta Oaxaca, México.- Gerardo Nigenda (1967-2010), considerado como el más importante fotógrafo ciego mexicano, fue recordado por sus amigos y familiares en el Centro de la Imagen, como parte de las actividades de la exposición La Mirada Invisible, la primera colectiva internacional de fotógrafos ciegos que reúne la obra de 15 artistas invidentes provenientes de México, Estados Unidos, Escocia, Francia y Eslovenia. [caption id="attachment_63379" align="alignleft" width="300" caption="Quince artistas rinde homenaje a Gerado Nigenda"]Quince artistas rinde homenaje a Gerado Nigenda[/caption] Este homenaje también se enmarcó en el Noveno Coloquio La Mirada Invisible, que organiza 17, Instituto de Estudios Críticos, en colaboración con Conaculta, a través del Centro de la Imagen y la Biblioteca de México José Vasconcelos. Participaron Cecilia Salcedo, ex directora del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo de Oaxaca; el documentalista Alberto Reséndiz; Douglas McCulloh, fotógrafo estadounidense; Gustavo Nigenda, hermano del fotógrafo; Cannon Bernáldez, fotógrafa; Benjamín Mayer Foulkes, director de 17, Instituto de Estudios Críticos; Alejandro Castellanos, director del Centro de la Imagen, y Alfredo Flores Vidales, psicólogo y fotógrafo. Fue su hermano, Gustavo Nigenda, quien se encargó de ofrecer una amplia biografía de Gerardo, a quien calificó como un hombre que se atrevió a encontrar en la fotografía una forma de expresión. “Gerardo Nigenda nació en 1967, en el seno de una familia de clase media residente en la ciudad de México, aunque de profundas raíces sureñas”, dijo al iniciar su emotivo discurso. “A los 12 años de edad le detectaron diabetes juvenil y a partir de eso la familia desarrolló un sentimiento de sobreprotección que él siempre rechazó. A los 18 decidió estudiar la carrera de agronomía en Querétaro y lo hizo a pesar de las sugerencias familiares de que desistiera. Más tarde se mudó a Monterrey y, para ser francos, yo no lo recuerdo como un estudiante de agronomía muy enfocado, más bien me daba la sensación en esa época que estaba haciendo algo que no quería realmente hacer, algo como su segunda mejor opción sin saber exactamente cuál era la primera. [caption id="attachment_53779" align="alignright" width="267" caption="Gerardo Nigeda un gran fotógrafo"]Gerardo Nigeda un  gran fotógrafo[/caption] “En 1990 la retinopatía se empezó a manifestar y para cuando había cumplido 25 años esa complicación de la diabetes lo había dejado ciego totalmente, lo cual marcó una nueva etapa en su vida. Para sorpresa de todos Gerardo le dio sentido a esta condición de una manera positiva ante la mirada incrédula y la tranquilidad emocional de todos quienes lo rodeábamos”, señaló Gustavo Nigenda. El encuentro de Gerardo Nigenda con la fotografía se dio por casualidad, en 1996, cuando Freddy Aguilar, director de la biblioteca del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), lo invitó a ser el responsable de la biblioteca para ciegos del instituto, la Biblioteca Jorge Luis Borges, donde también impartió clases de Sistema Braille. Después de un tiempo, el pintor Francisco Toledo decidió ubicar el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo dentro de las mismas instalaciones del IAGO, por lo que curiosamente convivían ciegos y fotógrafos en el mismo espacio. Cecilia Salcedo, directora por varios años del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, contó la anécdota de cómo se inició Gerardo en la fotografía. “Un día Gerardo me preguntó cómo le enseñaría a un ciego a hacer fotos. Yo le dije: no sé, nunca me lo había planteado, pero vamos a trabajar, aquí está mi cámara, empieza a hacer fotos y vamos a ver qué sale y cómo le vamos haciendo”. El descubrimiento de la fotografía a través de Cecilia Saucedo, consideró Gustavo Nigenda, inició como una especie de juego o experimento que más tarde se transformó en una práctica de vida y expresión esencial. “Para Gerardo la fotografía era un medio y no un fin. Desde luego el planteamiento de un fotógrafo ciego no era inédito en el mundo, pero sí lo que Gerardo quiso hacer con una cámara. “En esta actividad sintetizó dos aspectos: una propuesta sobre la expresión de la esencia generada por la conjugación de los sentidos, y la creación de un puente de comunicación entre seres humanos con capacidades físicas diferentes. La esencia de su fotografía estaba en construirse día a día, disparo a disparo, la posibilidad de expresarse como un individuo a partir de una gran necesidad de que todos conocieran su mundo interior”, dijo. A decir de su hermano, Gerardo Nigenda buscó con su obra crear conciencia de la trascendencia del gozar de su propio cuerpo, sus emociones y la necesidad de manifestar sus sentimientos. Gerardo fue un admirador de la condición femenina, una gran parte de su obra está dedicada a explorar a la mujer, tanto en sus emociones y sentimientos, como en sus cuerpos. Su obra está impregnada de la presencia femenina a todo lo largo y a todo lo ancho. Las imágenes muestran mujeres cuidando a sus hijos, cuerpos desnudos de mujeres y su último trabajo, inconcluso, muestra el porte y la personalidad femenina en el Itsmo de Tehuantepec. “Gerardo fue un iconoclasta de la fotografía convencional. Inicialmente sin pretenderlo, pero en los últimos años buscando generar conscientemente una ruptura en las formas estereotipadas de crear imágenes a través de la cámara. Gerardo podría convertirse en un mito fotográfico, con el planteamiento de que la estética puede dejar de ser el leitmotiv de la fotografía, para entenderla como un instrumento de la necesidad de expresión interior, a través de la integración de los sentidos”, explicó Gustavo. Nigenda se inició en la fotografía en 1999, a los 32 años de edad. Fotografiaba con una cámara de bolsillo que le regaló la documentalista estadounidense Mary Ellen Mark e intervenía las impresiones con textos en Braille. En ellas conjuntaba descripciones ajenas y recuerdos propios, la información gráfica y la escritura cifrada. En algún momento de su vida, al hablar sobre su trabajo, Gerardo Nigenda dijo: “Las fotos que tomo son vivencias, lo que huelo, toco, escucho. Las memorias de esas vivencias son mis negativos, las tengo en mi mente. Al leerlo (el braille), recuerdo y ubico dónde fue o qué es. No importa si no describo visualmente lo que hay en la foto, pero sí la sensación que tuve del momento en que la tomé”. Durante el homenaje, también se presentó el cortometraje Susurros de luz, sobre el trabajo de Gerardo Nigenda, de la autoría de Alberto Reséndiz. Este documental forma parte de la exposición La mirada invisible, que actualmente se exhibe en el Centro de la Imagen. Finalmente, el psicólogo Alfredo Flores Vidales, quien conoció e Gerardo Nigenda y reveló el interés que el fotógrafo ciego tuvo siempre por esta disciplina, describió a Nigenda como un sujeto que se revelaba a los diagnósticos de los ciegos discapacitados. “Era alguien que aceptaba la carencia de la vista, pero no la carencia de una mirada”.

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