CarolIna QUEZADA
Oaxaca, México.- El novelista Sergio Pitol y el caricaturista e investigador Rafael Barajas “El Fisgón”, junto con el director de la XXX Feria Internacional del Libro de Oaxaca 2010 (FILO 2010), Guillermo Quijas, ofrecieron, un emotivo y divertido homenaje a Carlos Monsiváis en la Alameda de León de la capital oaxaqueña.
Quija-Corzo, también director de la Editorial Almadía, comenzó el homenaje recordando que estaba previsto tener al cronista y ensayista capitalino en la mesa, pero que su deceso hace unos meses lo impidió. También comentó que en 2008, cuando la Asociación Nacional de Libreros quiso entregar un premio al autor, la enfermedad de éste le impidió acudir a recibir el reconocimiento.
Pitol (cuya lectura testimonial resintió los crecientes problemas de salud del novelista, traductor y ensayista) rememoró sus días de juventud con Monsiváis, su sentido del humor y cómo el cronista, cuentista se distinguió desde el principio por su estilo provocador, popular y certero. El libro más reciente de Pitol, por cierto, que se titula
Una biografía soterrada y fue publicado por Editorial Almadía, concluye con una conversación que sostuvo el escritor veracruzano con Monsiváis en torno a la narrativa.
El novelista comenzó por recordar cómo, a poco de conocerse, Monsiváis fue a su departamento para leerle un cuento recién concluido. “Fino acero de niebla: sólo recuerdo que nada tenía que ver con lo que en ese tiempo era la joven literatura mexicana. Su lenguaje era popular, pero muy estilizado; la construcción, eminentemente elusiva, exigía del lector un esfuerzo”
“La narrativa escrita por mis contemporáneos, aun los más innovadores, resultaba próxima a los cánones decimonónicos al lado de aquel fino acero. Monsiváis reunía en su cuento dos elementos que definirían más tarde su personalidad: un interés por la cultura popular (en ese caso, el lenguaje de los barrios bravos), y una pasión por la forma, que por lo general no suelen coincidir”, acotó el narrador y ensayista.
Pitol recordó como ambos leían a autores anglosajones, Monsiváis con preferencia a estadounidenses. También contó cómo un día Monsiváis le exaltó los valores de la lengua castellana de Casiodoro de Reina y Cipriano Valera, los primeros traductores de la Biblia en España.
Otros autores venerados por ambos, señaló Pitol, eran Jorge Luis Borges, Alejao Carpentier, José María Machado de Assis, Juan Carlos Onetti, Garcilaso de la Vega, Francisco de Quevedo, Ramón López Velarde, Pablo Neruda, César Vallejo, Carlos Pellicer, José Gorostiza y los poetas hispanos de la generación del 27 (Lorca, Cernuda, etc.)
Un libro favorito de Monsiváis y Pitol, aseguró éste, fue la “Vida del doctor Johnson” escrita por Boswell, “donde el biógrafo y el biografiado aparecen alternativamente como los notables personajes que fueron pero también anticipan rasgos del Señor Pickwick (personaje de Charles Dickens), o de don Regino Burrón”.
Enseguida Pitol trajo a la memoria las protestas sociales de ferrocarrileros, telefonistas, maestros y electricistas de la década de 1950 contra los gobiernos corruptos y los abusos del poder. Señaló, por ejemplo, una protesta a favor de los maestros en la que participaron, junto con Monsiváis y el autor veracruzano, Octavio Paz y Carlos Fuentes, entonces funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quienes despertaron reacciones encontradas al cruzar frente al edificio de esa secretaría a la hora de salida de sus compañeros y colegas.
Pitol también se refirió a una ocasión de 1962, mientras visitaba México para buscar traducciones, cuando el poeta José Carlos Becerra les trajo a él y a Monsiváis noticias del movimiento agrarista encabezado en Morelos por Rubén Jaramillo, cuya supuesta peligrosidad les desmintió. El expositor agregó que no tardaron en leer en los periódicos la ejecución del líder agrario junto con sus hijos y su esposa: “Los diarios trataban la muerte del campesino con lenguaje soez y abyecto”.
“Tener el periódico en las manos era degradante. Mis deseos de permanecer en México se desvanecieron esa noche”, apuntó Pitol, para añadir que Monsiváis se quedó para escribir contra aquel crimen de estado y otros libros iluminadores con testimonios sobre el caos que es México. Y en adelante, el periodista y ensayista se dedicó a encarnar en su escritura lo grotesco y lo turbio de la realidad mexicana, aseveró el viejo escritor.
Pitol también recordó la enorme capacidad de trabajo de Monsiváis, junto con su humor para hacer crítica, que lo volvió inmensamente popular. “A su muerte hay en el ambiente una especie de desamparo. Nadie podrá tomar su lugar. A través de sus libros sigo dialogando con él”, dijo el novelista. Previamente subrayó: “Estoy convencido de que el actual fermento para crear una sociedad civil tiene que ser con sus esfuerzos. Carlos fue muchas cosas, pero sobre todo nuestra conciencia común más lúcida y penetrante. Su persona y su obra se convirtieron en una guía moral para moverse en este México del que tanto escribió y al que supo ver tan claramente. Todo eso fue Carlos Monsiváis, y además, mi más entrañable amigo.”
Por su parte, Rafael Barajas El Fisgón leyó un texto celebratorio del humor corrosivo de Monsiváis, que el caricaturista tituló “Cuántas paradojas caben en la punta de una frase”.
Luego de recordar numerosas invectivas de Monsiváis sobre la clase política, El Fisgón citó un juicio de Octavio Paz sobre el cronista, con quien el poeta sostuvo toda su vida una confrontación apasionada: “Monsiváis es un nuevo género literario”.
El Fisgón externó su propio juicio sobre el autor fallecido: “A las múltiples rarezas de Monsiváis hay que agregarle que además de ser un pensador muy profundo y complejo, fue muy popular”.
Monsiváis fue el intelectual público más importante de los últimos tiempos en México, y santo patrón de las causas perdidas, esas en que la noción de cumplir con el deber es suficiente recompensa para la lucha, consideró el caricaturista y narrador.
Previamente a las intervenciones de Pitol y Barajas, el grupo teatral Cera ofreció un montaje escenográfico de textos de Monsiváis sobre el danzón, que fueron acompañados por un breve baile de pareja.
En este homenaje al gran Monsi que se realizo el sábado 13 de noviembre, además de un documental y un Danzón dedicado al escritor fallecido en junio pasado, faltaron asientos de asiduos visitantes a la FILO 2010 que se abarrotaron para recordar al intelectual público, más importante del México contemporáneo.