UNAM/Investigación
Oaxaca, México.- Algunos de los secretos mejor guardados de la “ciudad de los dioses” podrían quedar al descubierto con el hallazgo de un túnel que conduce a una serie de galerías excavadas por debajo del Templo de la Serpiente Emplumada, donde pudieran haber sido depositados los restos de los gobernantes de la antigua ciudad.
[caption id="attachment_69017" align="alignleft" width="300" caption="Universitarios participan con investigadores del INAH en las excavaciones del túnel que se encontró debajo del Templo de la Serpiente Emplumada en Teotihuacan"]
[/caption]
Como ha expresado la destacada investigadora universitaria, Linda R. Manzanilla Naim: “quienes gobernaron sucesivamente Teotihuacan por seis siglos escondieron sus caras y tumbas, no revelaron sus nombres, no hicieron patentes sus hazañas, disimularon sus moradas en el mar de conjuntos arquitectónicos”.
En la excavación, se ha tenido la importante colaboración de Víctor Manuel Velasco Herrera, del Departamento de Ciencias Espaciales del Instituto de Geofísica, y su equipo de trabajo, quienes con la utilización de un georadar lograron determinar que el túnel tiene una longitud de 100 a 120 metros, así como la existencia de varias cámaras en su interior.
Ante la imponente oquedad, de cinco metros de diámetro y, por ahora, 12 metros de profundidad, que apenas deja al descubierto el techo del túnel, Velasco Herrera aseguró que éste es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes en lo que va del siglo, no sólo de México, sino del mundo. “Es muy importante que el equipo encabezado por Sergio Gómez Chávez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), haya tenido confianza en la UNAM”.
Ahí, donde se respira un aire diferente -como el que anuncia un gran hallazgo, que permitirá a los expertos transitar el conducto subterráneo después de mil 800 años- sostuvo que la aplicación de la ciencia y tecnología puede ayudar a planificar mejor la exploración, ahorrar tiempo y disminuir costos.
Así ocurrió en La Ciudadela de Teotihuacan, donde los universitarios se dieron a la tarea de analizar las señales registradas por el instrumento para encontrar la entrada del túnel y calcular su longitud, pero además hallaron, para sorpresa de todos, la existencia de varias cámaras.
Velasco Herrera explicó que hay diferentes métodos de exploración geofísica, pero el georadar, que se coloca en la superficie, “por donde caminan los turistas”, tiene la ventaja de que no es destructivo. Al enviar las ondas electromagnéticas no se dañan posibles estructuras, evidencias o datos que pueden ser fundamentales para los arqueólogos. Además, el sitio es un “laboratorio ideal”, donde no existe perturbación de otras señales.
Para realizar los trabajos, se usaron frecuencias entre 25 y 200 Megahertz. “A mayor longitud de onda, mayor penetración del georadar. Sabíamos que el túnel no podía estar tan somero; no usamos frecuencias altas porque sólo penetran unos cuantos centímetros. La decisión de explorar a más de 10 metros fue correcto”.
Una vez abierto el camino bajo la Tierra, los investigadores planean localizar cavidades, explorar las paredes para descubrir posibles fracturas, establecer qué bloquea el paso a 37 metros de la entrada, entre otras.
También, con el georadar, pretenden hacer una exploración en el río San Juan, que por estudios preliminares, todo parece indicar que fue corregido el cauce por los teotihuacanos, así como un mapeo más detallado de La Ciudadela en 3D para encontrar otras estructuras que posiblemente están ahí, en espera de ser descubiertas, dijo Víctor Manuel Velasco.
Una parte muy importante para la ubicación de la entrada del túnel fue el procesamiento de la información, se utilizaron el análisis espectral tiempo-frecuencia, inteligencia artificial, reconocimiento de patrones, entre otros. “La decisión del arqueólogo Sergio Gómez de excavar ahí fue fundamental, y se encontró”, añadió.
Al respecto, Gómez dijo que no se tenía ningún indicio de la ubicación de la “puerta” al túnel. “Uno de los logros interesantes del proyecto es que con esta excavación pudimos identificar el lugar exacto del acceso principal”.
Tlalocan: camino bajo la tierra
La Ciudadela es uno de los complejos arquitectónicos rituales más importantes de Teotihuacan, que a su vez, tuvo una extensión de 23 a 25 kilómetros cuadrados y cerca de 200 mil habitantes. Fue una de las cinco ciudades más importantes de la antigüedad en el mundo, y su edificio principal para una época fue el Templo de la Serpiente Emplumada.
[caption id="attachment_69018" align="alignright" width="199" caption="Parte de los vestigios hallados por arqueólogos del INAH y la UNAM"]
[/caption]
Ahí, Gómez recordó que la ciudad fue construida como una réplica de la forma en que ese antiguo pueblo concibió el universo. “La importancia del túnel radica en constituir la ‘materialización’ propia de una de sus regiones más sobresalientes: el inframundo”.
Creemos, refirió con la mirada en el enorme pozo cavado y posteriormente rellenado por los propios teotihuacanos alrededor del año 200 ó 250 de nuestra era, que “este túnel, de alguna manera, hace alusión o representa a esa región del cosmos”.
Y esto que vemos aquí, añadió, es la entrada principal a ese tlalocan o camino bajo la tierra, detectado en 2003 durante trabajos de conservación del Templo de la Serpiente Emplumada; se encontró a unos metros otro pozo (de 80 centímetros de diámetro, pero que por su tamaño, no podía ser la entrada).
El túnel, ubicado a unos 14 metros de profundidad, apareció después de meses de trabajo y luego de extraer en cubetas, hasta el momento, 200 toneladas de piedra y tierra, y junto con eso, infinidad de materiales arqueológicos.
El camino conduce hacia el centro del Templo de la Serpiente Emplumada, y su orientación es de oeste a este. “Hemos logrado ver en la parte superior de la bóveda del túnel las marcas de las herramientas de piedra, hueso o madera endurecida, que quedaron impresas en la roca, las que se utilizaron para excavar, y sabemos que fue construido en ese sentido”.
Y precisamente la entrada al inframundo se realizaba, según distintos relatos o mitos que compartían diversas culturas mesoamericanas, en esa dirección. Se trataba de un lugar de creación, donde residen las fuerzas telúricas, emanadas de las deidades; el sitio donde se crea y se recrea la vida de forma constante.
El inframundo también era una región eminentemente acuática. Cuando los teotihuacanos decidieron hacer esta oquedad, que es el acceso al túnel, sabían que el nivel freático se encontraba entre 12 y 15 metros bajo la superficie.
“Una vez que logremos despejar la entrada, en dos meses más de trabajo, y podamos ingresar, al final del camino, quizás puedan localizarse los restos de los gobernantes de la antigua ciudad de Teotihuacan”, indicó Gómez.
Incógnitas por resolver
Otro misterio más es cómo descendían al túnel o la ubicación del juego de pelota. “No se ha encontrado en Teotihuacan una cancha, aunque representaciones en la pintura mural indican que se practicaban hasta ocho variedades distintas, incluida la que se realizaba en espacios cerrados, llamado ulama. Incluso una de ellas parece que está efectuándose sobre una cancha propiamente”, relató el arqueólogo.
Determinar lo que ocurrió en aquella época de transformaciones para los teotihuacanos aún requiere de muchas más investigaciones. Los descubrimientos son muy recientes.
Además del georadar, los expertos usaron un escáner láser que genera millones de puntos por segundo y, con ello, se lleva un registro muy fino y detallado de todo lo que se va localizando. Con esa herramienta también fue posible determinar que a 37 metros de la entrada, la señal láser choca con “algo”, que podría ser un derrumbe.