Heriberto BLANCARTE/Conaculta
Oaxaca, México.- En 1931 la trama de la película
Santa, basada en la novela de Federico Gamboa, representó para las buenas conciencias de la clase media mexicana algo comparable con una prueba nuclear en un pueblito de crepúsculos arrebolados, afirma Saúl Rodríguez, quien desde 1998 se convirtió en el primer mexicano en formar parte de la red de críticos de la International Film and Arts Association.
“
Santa es una película que bien podría ser definida como el Citizen Kane mexicano. No sólo fue la primera película nacional en utilizar sonido, sino que además en una época en la que incluso se proponía separar a hombres y mujeres en las salas de cine del país, se atrevió a abordar el tema de una mujer enamorada de un militar y que se vuelve prostituta por su decepción de amor”.
[caption id="attachment_49344" align="alignleft" width="201" caption="Santa cumple 79 años"]
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Rodríguez, quien radica en España y México y realiza diversas críticas para la IFAA con sede en Alemania, afirmó que
Santa es un ejemplo de la osadía de los realizadores y productores mexicanos, quienes a riesgo de ser censurados llevaron el proyecto hasta sus últimas consecuencias.
Si bien en 1918 existió una primera versión de
Santa, realizada por el director Luis G. Peredo, su corte, en opinión del crítico, respetaba todas las reglas y muchas de las secuencias clave de la historia se mostraban de manera sutil, casi escondida.
“Por lo general la cinematografía de un país va abordando temas de manera progresiva para condicionar al público a un nuevo tipo de moral. Con
Santa de 1931 ocurrió todo lo contrario, los mexicanos acostumbrados sólo al cine silente, se encuentran de pronto con que los personajes de su tierra hablan y además con que la protagonista rompe todas las reglas de la decencia de la época. Fue algo así como pasar de películas de Walt Disney a ver una cinta de David Lynch en tan sólo unos meses”.
Además de la temática mencionó que el hecho de que
Santa utilizara la primera banda sonora fue una verdadera proeza del ingenio mexicano para crear sus propias versiones de tecnología.
“El sonido ya había comenzado a utilizarse desde hacía cuatro años en Estados Unidos. En nuestro país los técnicos estaban estancados, ninguno sabía a bien de qué se trataba esa nueva tecnología. Sería gracias al ingenio de los hermanos Roberto y Joselito Rodríguez que el primer sincronizador portátil de sonido sería conocido en una grabación”.
Afirmó que el aparato fue perfeccionado por ambos ingenieros en los Estados Unidos y realizaba el registro óptico de la banda sonora sobre el acetato.
“Ambos hermanos lo registraron bajo el nombre de Rodríguez Sound Recording System y sería el director español Antonio Moreno, quien también se dedicaba a la actuación, apareciendo esporádicamente en producciones hollywoodenses, el que decidiría aprovechar el invento para sonorizar al cine mexicano”.
Dijo que si bien la cinta protagonizada por Lupita Tovar representaba un proyecto riesgoso, los encargados de la recién fundada Compañía Nacional Productora de Películas, decidieron echar toda la carne al asador para crear una industria.
“No sólo utilizaron el invento de los hermanos Rodríguez, sino que a través de los conocidos de Antonio Moreno en Hollywood, importaron a todo un
staff técnico norteamericano especializado en la grabación de sonido directo”.
El crítico, quien ha investigado diversos aspectos de la filmación de
Santa, dijo que la filmación de la cinta es también tema para una película de humor, pues el equipo se enfrentó a numerosos problemas derivados de su inexperiencia.
“Se cuenta que la filmación se convirtió en una verdadera trinchera de imprevistos, comenzando por los técnicos mexicanos, quienes al no estar acostumbrados al cine sonoro, hablaban en voz alta en medio de las secuencias, le gritaban al chalán que trajera las tortas o hasta se sonaban estruendosamente la nariz, sabotajes que le sacaron canas verdes al director”.
Otro aspecto que no se tomó en cuenta fueron los materiales con los que estaban confeccionados los atuendos de los actores y cuyos adornos y texturas causaban mucho ruido en los micrófonos.
“Aunado a esto, nadie había reparado en el sonido o en la sincronización con la pizarra y otros aspectos de la grabación que hoy son comunes, pero que el equipo de Santa conoció por primera vez. Sin duda es una cinta que guarda un gran mérito desde el punto de vista técnico y artístico”.
Y agregó: “Me sorprende que muchos críticos mexicanos de la nueva generación no sepan nada acerca de
Santa, algunos incluso confunden las versiones que se han realizado. El de 1931 fue un año importante para nuestro cine y nuestra identidad cinematográfica porque por primera vez los mexicanos nos escuchamos junto con las imágenes en pantalla, sin duda una cinta indispensable para la formación cultural de nuestros jóvenes”.