Ciudadania Express
Martes 21 de septiembre, 2010. 01:28 pm

El rock en México, no se puede entender sin política: Paredes Pacho

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José Luis BLANCARTE/Conaculta Oaxaca, México.- Más allá de un recuento exhaustivo de grandes estrellas y grupos, generalmente contada por la industria del entretenimiento, el capítulo dedicado al “rock mexicano”, escrito en mancuerna por José Luis Paredes Pacho y Enrique Blanc, está articulado en función de los “movimientos políticos, sociales y culturales con el propósito de dar sentido tanto a los aportes musicales como a la experiencia artística de los músicos con sus respectivos públicos”. El capítulo dedicado al rock nacional forma parte del libro La música en México. Panorama del siglo XX, coeditado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Fondo de Cultura Económica (FCE), y coordinado por el maestro Aurelio Tello. pocholibroEn el volumen, que forma parte de la colección Biblioteca Mexicana, se abordan los distintos géneros de la música de México (popular, urbana, ópera, jazz, sacra, culta, etc.) desde diversas perspectivas, como la histórica-sociológica, política-cultural y desde la creación musical, y colaboran especialistas y escritores como Carlos Monsiváis, Aurelio Tello, Rosa Virginia Sánchez García, Eduardo Contreras Soto, Eugenio Delgado y Lorena Díaz Núñez, entre otros. En entrevista con Conaculta, José Luis Paredes Pacho destacó que el fenómeno del rock en México no puede entenderse desde una perspectiva alejada de la política, pues cuando surge este género musical en México “los jóvenes no tenían libertad para elegir cómo podían divertirse, la diversión estaba sancionada por el mundo adulto y tenía que ser supervisada desde la familia, las autoridades, los medios y la industria del entretenimiento”. Cuando en el mundo anglosajón el rock and roll y, después, el rock surgen en los años cincuenta y sesenta, en México “la apertura del rock se da a partir de los años noventa”; este fenómeno se explica “principalmente por el régimen político que teníamos en México que era patriarcal, vertical y antidemocrático”. José Luis Paredes Pacho, quien formó parte de la alineación del grupo La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, entre 1986 y 2003, recordó que vivió en carne propia los últimos años de marginación del rock nacional, “pues aunque empezamos a tocar en 1985 y grabamos un disco en 1987-1988, todavía nos tocó ser underground (subterráneos), la música se censuraba y la radio estaba cerrada al rock nacional, además había contados espacios para tocar”. El también historiador por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH),  que convirtió sus propias experiencias e investigaciones en motivo de su tesis de licenciatura, titulada “El derecho a la fiesta. Rock y autogestión en México (1980-1995)”, destacó que fue a partir del sismo de 1985  que paradójicamente se abrió un espacio de visibilidad para la escena rockera. paredespacho“El terremoto abrió una enorme grieta que permitió la emergencia de una escena del rock auténtico, en el contexto de un país autoritario que sólo permitía la diversión de los jóvenes a partir de la mediación de las autoridades o de la gran industria del entretenimiento y los medios de comunicación”. A decir de Paredes Pacho, a partir de los sismos del 85 vino un cambio en la mentalidad y se empezó por aceptar las diferencias sociales: los chavos banda, los rockeros y los homosexuales, así como otras opciones de hacer política, que detonan en las elecciones a la presidencia de 1988. “El caso es que la autoorganización general posterior al terremoto movilizó también a la cultura: llovieron actos de solidaridad con los damnificados organizados por músicos, danzantes, artistas plásticos, performanceros, etcétera, lo cual amplió la escena rockera hacia nuevos ámbitos…”, consigna en La música en México. Además, agregó el historiador, se creó una alianza inédita entre política y rock, dada la confluencia de los músicos con la izquierda social, que se hizo patente en el apoyo de aquellos al movimiento estudiantil del CEU en 1987 y alrededor del cardenismo en 1988. Aclaró que no es que no existiera el rock mexicano antes del sismo de 1985, sino que éste se daba en condiciones de marginalidad, era un movimiento hasta cierto punto “invisible” que venía desde los años setenta, además no contaba con la aceptación social de las masas. Añadió que los grupos de rock y los movimientos específicos dentro de este género musical “surgen directamente de las comunidades”, y este proceso explica la diferenciación de gustos y de públicos, así como la generación de foros (independientes u oficiales) y los espacios que se destinan a éstos en los medios de difusión (alternativos e industriales). Concluyó que a finales de los años ochenta y principios de los noventa es cuando el rock nacional entra de lleno en los medios de comunicación. Es cierto que, en los años ochenta, hubo estaciones pioneras como Rock 101, la disquera independiente Comrock y espacios para el rock, como LUCC y Rockotitlán. En 1988 es cuando la gran industria discográfica voltea a ver a la producción nacional. Ese año, el grupo Caifanes grabó el disco homónimo y logró colocar en 1989 el sencillo La Negra Tomasa, un éxito comercial masivo con un impacto hasta internacional. Posteriormente, la escena se diversifica y se quita la absurda prohibición de hacer conciertos masivos. José Luis Paredes Pacho (Puebla, 1961) es un destacado promotor cultural, además de periodista, fotógrafo y conferenciante, actualmente es director de la Casa del Lago “Juan José Arreola”, dependiente de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM. La presentación de La música en México. Panorama del siglo XX, de Aurelio Tello (Coord.), se llevará a cabo el martes 21 de septiembre, a las 19:00 horas, en el Centro Cultural Bella Época, Tamaulipas 202, esquina Benjamín Hill, colonia Hipódromo Condesa. Participarán: José Luis Paredes Pacho, Enrique Rangel Arroyo “Quique”, Raúl David Vázquez “Rulo” y Camilo Lara.
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