Agencias
Oaxaca. México. El artista Demián Flores abre este miércoles su exposición El triunfo. La pieza central de la muestra que se inaugura en la galería Ethra en la capital del país.
Primero, porque ostenta ese lugar por su tamaño: 214 x 125 x 485 centímetros. También lo es porque representa la conclusión del proyecto Zegache, en cuanto a su obra, aunque no en su relación con los Talleres Comunitarios de ese poblado de Oaxaca. Sobre todo porque resume “muchos de los intereses que he venido desarrollando con el tiempo y que en ello encuentran buen cobijo”, expresa Demián Flores en entrevista.
[caption id="attachment_51001" align="alignleft" width="201" caption="La pieza central es una carreta reconstruida con detalles religiosos de Zegache."]
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El triunfo, cuyo nombre viene del poema Los triunfos, de Francisco Petrarca, era una carreta tradicional del campo, vieja, maltratada y en desuso, que Flores compró. Durante año y medio la reconstruyó, “casi se hizo como una carreta barroca. Todas las partes están inspiradas en los retablos de la iglesia de Santa Ana Zegache. Son columnas salomónicas, detalles ornamentales. Es decir, talladas en lo que es la plancha pretendí hacer algo que tuviera mucho que ver con el retablo como concepto y con la parte del espejo.
“La idea es que te puedes acercar a esa gran plancha y te refleje.”
La obra está realizada en metal y madera ensamblada, tallada, policromada y dorada al agua con hoja de oro de 23.5 kilates, igual de la que se emplea en los retablos religiosos. Esa carreta dorada también encierra la idea del poder: “Habla mucho de la visión actual de la violencia y de la búsqueda del poder, del oro, del dinero.
“Al mismo tiempo es una reflexión, acerca de conceptos más culturales y allí pensamos en Juchitán, mi pueblo, donde el oro representa una parte de belleza. Luego, la carreta ha sido algo con lo que crecí. Las carretas en las velas patronales de mayo, cuando salen a hacer la regada de fruta, son imágenes que siempre me han seguido”, indica.
Reflexión sobre la dualidad
Demián Flores se describe como un artista que trabaja mucho a partir de narrativas: “Me interesa mucho lo emblemático, el icono y lo que sucede en ese objeto, esa situación o pintura. Pero en esta carreta las narrativas tan directas casi se desprenden y llevan a una pieza que se ve como en un bloque.
“Tiene mucho que ver también con una parte religiosa. Me interesaba crear una pieza muy pegada a la idea de la contemplación, casi como un retablo religioso, como que podían salir de su espacio natural y ser llevados a un aspecto más móvil, nómada, que saliera de las paredes.”
Fernando Gálvez, curador de la exposición, quien ha seguido el trabajo de Flores desde una muestra de 1992 en la Casa Universitaria del Libro –prepara un libro sobre el artista–, señala que mientras éste se inspira en el poema de Petrarca, realiza la carreta dentro de su propia estética, sus preocupaciones como artista de hoy. Pues, “la pieza también habla de la actualidad económico-política; es la carreta de la fortuna, el oro, la ostentación, este momento tan clavado en los valores materiales.
“Pero, al mismo tiempo, todo el discurso de Demián, la reflexión de toda su vida, de su trayectoria, que es la dualidad. Por ejemplo, este contraste ciudad/ campo.”
La exposición también comprende pintura, grabado y objetos como resorteras, cuchillos, pistolas, chacos, rifles y hachas, todos tallados en madera y dorados, realizados en los Talleres Comunitarios de Zegache y que se abren a “otras lecturas”, como “la estética del narcotráfico.
“Hay varios cuadros –anota– que hablan más en específico de la guerra del narco, pero lo hacen a partir de la discusión de Demián sobre la identidad. Por eso, mezcla allí iconos de códices referentes a pinturas, objetos, cosas prehispánicas, con soldados actuales, escenas de violencia que tienen que ver con un país militarizado, con una militarización que ahorita de algún modo reconfigura la identidad de lo que es México en este momento.”