Lunes 26 de julio, 2010. 09:50 am
Guillermo Arriaga realiza homenaje involuntario a Rulfo
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José Juan REYES/FilmWeb
Oaxaca, Mexico.- “The burning plain”, título de la primera película dirigida por Guillermo Arriaga, es una historia en la que de nuevo estamos frente a una estructura compleja, no lineal, y con personajes que se dejan llevar por sus emociones e instintos más básicos.
Este filme es el primero que realiza por su cuenta, luego de romper abruptamente con Alejandro González Iñárritu, con quien filmó la trilogía de cinta “Amores perros”, “21 gramos” y “Babel”.
En México, la cinta llevará por título “Fuego”, para distinguirla así de la traducción al español que sería “El llano en llamas”, pues aunque Juan Rulfo -junto con William Faulkner-, son sus autores favoritos, Arriaga nunca tuvo la intención de hacer esa referencia.
“Como escritor, mis grandes influencias son William Faulkner y Juan Rulfo; en ninguna de sus obras se repite alguna estructura, así que esa idea está presente en todo mi trabajo, de hecho el título de la película ‘The burning plain’, es un homenaje involuntario a ‘El llano en llamas’, de hecho no me di cuenta que la traducción al inglés era esa”.
En entrevista exclusiva con Filmeweb, el escritor, guionista, productor y ahora director, nos comenta los orígenes de esta película, que de nuevo, entrecruza la vida de varios personajes, sorprende con su desenlace, y escudriña en las razones que los mueven.
“Entre más viejo estoy, más que convenzo de que estamos más cerca del mundo animal que de la civilización. Nos gusta creer que nos compartamos con mucho orden, pero el poder es algo básico, al igual que la seducción, y por eso los políticos parecen chimpancés, porque se preocupan por cosas como si alguien se les acercó o no, si los saludaron y en fin, parecen changuitos, igual de nerviosos.
“Así que en la película quise reflejar la tensión que existe entre la parte animal y la civilización. Excluyo la parte espiritual porque no pertenezco a ese ámbito, pues para mí la tención está entre esas dos fuerzas. Siempre he tratado de presentar personajes que a primera vista parecen detestables y luego tratar de comprenderlos.
“En ‘Amores perros’ está el joven que trata de robarle la mujer embarazada a su hermano y para ello echa pelea a un perro; o un tipo prefiere a sus perros y no le importa asesinar.
“También podemos recordar al fundamentalista que está más preocupado de Dios que por su propia familia, como lo es el personaje de Benicio del Toro en ‘21 gramos’.
“En ‘Fuego’ se trata de una mujer fría, manipuladora, que se acuesta con los hombres sólo para utilizarlos, y luego poco a poco vamos descubriendo lo que hay detrás de ellos, eso es lo que me interesa presentar en mis historias”.
Guillermo Arriaga se gana a pulso su lugar con esta nueva historia, pues el sentido narrativo, como el de una novela, permea a lo largo de toda la obra.
“Puede parecer que tengo un plan maestro, pero en verdad no es así. Todo lo que han visto de mi trabajo lo he hecho en el orden que ha aparecido y sin saber el final, con una idea muy vaga de hacia donde voy a ir; todo esta escrito a tropezones”.
Uno de los elementos con los Arriaga cautiva en “Fuego” es por el manejo del tiempo, pues lo trastoca para crear un intrincado paradigma entre pasado y presente lleno de armonía y claridad, sin dejar cabos sueltos en una narrativa enrevesada, para mezclar con lucidez sentimientos al límite.
Los protagonistas también son el sufrimiento moral y la flagelación, las pasiones y los amores trágicos, la pérdida y la huída a ninguna parte, la expiación y la necesidad del reencuentro, intentar ponerse de acuerdo con la vida y con los recuerdos.
“Cuando escribes tienes muchas historias sueltas –señala Arriaga-, en este caso, fue hasta que tuve un concepto que pude ponerlas juntas, y ese fue tomar como referencia a los cuatro elementos; ahí fue cuando dije: ‘esta película puede tener una congruencia estética’, que se unirá con la ética y me ayudará a tener una especie de contenedor entre ambos.
“Por ejemplo, la historia de Charlize Theron es de agua, porque se trata de una mujer que quiere lavarse; hay otra, la de los adolescentes, que es de fuego, pues se trata de un par de jóvenes que comienzan a descubrir la pasión y que están a punto de consumarla pero saben que se trata de un deseo totalmente transgresor”.
Otra de las historias que se reúnen en “Fuego” es de viento y una de tierra, pues hace referencia a unos amantes que se encuentran en una planicie y por eso están llenos de polvo. Todo además, posee la misma fuerza dramática de una novela.
“A los escritores les pasa a lo mismo que a los toros, que dicen que esos animales tienen una querencia, pues lo mismo ocurre cuando escribes, a veces se traducen sin que lo quieras porque vas y te refugias en ellas porque lo necesitas, porque te sientes cómodo.
“Eso me pasa con los temas, las características y las historias. De pronto me digo ‘uta, ya volví a caer en lo mismo’, pero no puedo evitarlo, es con lo que me siento a gusto. Pero esto ya lo decía Ernesto Sábato: nosotros no elegimos a las obsesiones, sino ellas a nosotros.
“Lo que siempre tengo son ganas de contar una historia de la mejor manera posible. El arte no tiene voluntad ni progreso. Es imposible que te sientes a escribir y digas esta novela va a ganar un Nobel, o un guión para una película que reciba premio. El oficio de escribir sólo sirve para contar bien una historia.
“Hay temas que me pesan, como la relación que tienen las personas que sobreviven a pesar de que alguien ha muerto; los amores prohibidos, con sus razones y consecuencias, son cosas que siempre me han atraído”.
El realizador se enfrentó en este proyecto al vértigo de contar en imágenes la historia que escribió, de asumir la autoría completa, de poner en movimiento a través de la cámara a los personajes creados por su imaginación.
Lo ha hecho con sensibilidad extrema y poderío visual, enlazando con coherencia personajes y situaciones que inicialmente parecen no tener relación alguna, describiendo heridas del pasado que condicionan el presente.
Esta historia la cuenta con sentimiento y dureza, sin permitirse el maniqueísmo ni las trampas con sus atormentados personajes, otorgándoles cuerpo y alma, reflejando los claroscuros que forman la naturaleza humana.
“En la película no hay ninguna referencia a al religión porque soy ateo, provengo de una familia con esa convicción y a lo largo de mi vida he seguido igual, incluso cuando entré a una universidad jesuita, mis convicciones no cambiaron.
“Así que los personajes lo que se plantean en esta historia es resolver sus problemas con lo que tienen como seres humanos. Creo que el ateísmo es una forma de humanismo, y mis películas por tanto son profundamente ateas.
“En alguna ocasión alguien me decía que los ateos son minoría y mis historias llegan a una mayoría que es creyente. Mi respuesta a ese comentario fue que mis personajes resuelven sus cosas en este mundo; así que ellos se guían por sus instintos, sus emociones y las necesidades más básicas.
“Para completar los recursos narrativos, desde luego que está presente de manera importante la música, que en este caso estuvo a cargo de Hans Zimmer y Omar Rodríguez-López, líder de The Mars Volta, que es un músico extraordinario.
“Entonces imagínate lo que fue para mí tenerlos a dos juntos. Sobre todo a Omar, porque con él me senté frente a una tele a ver algunas escenas de la película y comenzar a componer la música, fue algo tremendo, un auténtico festín.
“Mientras que Hans es mucho más transgresor de lo que parece, pues él produjo las canciones de Rodríguez-López de una forma excepcional. A mí me parece que la película es atemporal, entonces él incluyo instrumentos tradicionales de varias partes del mundo y de épocas diversas, el resultado es sorprendente, de lo más cálido que te puedas imaginar”.
Guillermo Arriaga pasa la prueba de fuego de realizar una obra particular sin la necesidad de echar mano de un director que ponga en imágenes lo que su imaginación ha creado, con lo cual logra auténtica autonomía creativa para seguirnos regalando historias complejas, de personajes atormentados, pero llenos de humanidad.
En México, la cinta llevará por título “Fuego”, para distinguirla así de la traducción al español que sería “El llano en llamas”, pues aunque Juan Rulfo -junto con William Faulkner-, son sus autores favoritos, Arriaga nunca tuvo la intención de hacer esa referencia.
“Como escritor, mis grandes influencias son William Faulkner y Juan Rulfo; en ninguna de sus obras se repite alguna estructura, así que esa idea está presente en todo mi trabajo, de hecho el título de la película ‘The burning plain’, es un homenaje involuntario a ‘El llano en llamas’, de hecho no me di cuenta que la traducción al inglés era esa”.
En entrevista exclusiva con Filmeweb, el escritor, guionista, productor y ahora director, nos comenta los orígenes de esta película, que de nuevo, entrecruza la vida de varios personajes, sorprende con su desenlace, y escudriña en las razones que los mueven.
“Entre más viejo estoy, más que convenzo de que estamos más cerca del mundo animal que de la civilización. Nos gusta creer que nos compartamos con mucho orden, pero el poder es algo básico, al igual que la seducción, y por eso los políticos parecen chimpancés, porque se preocupan por cosas como si alguien se les acercó o no, si los saludaron y en fin, parecen changuitos, igual de nerviosos.
“Así que en la película quise reflejar la tensión que existe entre la parte animal y la civilización. Excluyo la parte espiritual porque no pertenezco a ese ámbito, pues para mí la tención está entre esas dos fuerzas. Siempre he tratado de presentar personajes que a primera vista parecen detestables y luego tratar de comprenderlos.
“En ‘Amores perros’ está el joven que trata de robarle la mujer embarazada a su hermano y para ello echa pelea a un perro; o un tipo prefiere a sus perros y no le importa asesinar.
“También podemos recordar al fundamentalista que está más preocupado de Dios que por su propia familia, como lo es el personaje de Benicio del Toro en ‘21 gramos’.
“En ‘Fuego’ se trata de una mujer fría, manipuladora, que se acuesta con los hombres sólo para utilizarlos, y luego poco a poco vamos descubriendo lo que hay detrás de ellos, eso es lo que me interesa presentar en mis historias”.
Guillermo Arriaga se gana a pulso su lugar con esta nueva historia, pues el sentido narrativo, como el de una novela, permea a lo largo de toda la obra.
“Puede parecer que tengo un plan maestro, pero en verdad no es así. Todo lo que han visto de mi trabajo lo he hecho en el orden que ha aparecido y sin saber el final, con una idea muy vaga de hacia donde voy a ir; todo esta escrito a tropezones”.
Uno de los elementos con los Arriaga cautiva en “Fuego” es por el manejo del tiempo, pues lo trastoca para crear un intrincado paradigma entre pasado y presente lleno de armonía y claridad, sin dejar cabos sueltos en una narrativa enrevesada, para mezclar con lucidez sentimientos al límite.
Los protagonistas también son el sufrimiento moral y la flagelación, las pasiones y los amores trágicos, la pérdida y la huída a ninguna parte, la expiación y la necesidad del reencuentro, intentar ponerse de acuerdo con la vida y con los recuerdos.
“Cuando escribes tienes muchas historias sueltas –señala Arriaga-, en este caso, fue hasta que tuve un concepto que pude ponerlas juntas, y ese fue tomar como referencia a los cuatro elementos; ahí fue cuando dije: ‘esta película puede tener una congruencia estética’, que se unirá con la ética y me ayudará a tener una especie de contenedor entre ambos.
“Por ejemplo, la historia de Charlize Theron es de agua, porque se trata de una mujer que quiere lavarse; hay otra, la de los adolescentes, que es de fuego, pues se trata de un par de jóvenes que comienzan a descubrir la pasión y que están a punto de consumarla pero saben que se trata de un deseo totalmente transgresor”.
Otra de las historias que se reúnen en “Fuego” es de viento y una de tierra, pues hace referencia a unos amantes que se encuentran en una planicie y por eso están llenos de polvo. Todo además, posee la misma fuerza dramática de una novela.
“A los escritores les pasa a lo mismo que a los toros, que dicen que esos animales tienen una querencia, pues lo mismo ocurre cuando escribes, a veces se traducen sin que lo quieras porque vas y te refugias en ellas porque lo necesitas, porque te sientes cómodo.
“Eso me pasa con los temas, las características y las historias. De pronto me digo ‘uta, ya volví a caer en lo mismo’, pero no puedo evitarlo, es con lo que me siento a gusto. Pero esto ya lo decía Ernesto Sábato: nosotros no elegimos a las obsesiones, sino ellas a nosotros.
“Lo que siempre tengo son ganas de contar una historia de la mejor manera posible. El arte no tiene voluntad ni progreso. Es imposible que te sientes a escribir y digas esta novela va a ganar un Nobel, o un guión para una película que reciba premio. El oficio de escribir sólo sirve para contar bien una historia.
“Hay temas que me pesan, como la relación que tienen las personas que sobreviven a pesar de que alguien ha muerto; los amores prohibidos, con sus razones y consecuencias, son cosas que siempre me han atraído”.
El realizador se enfrentó en este proyecto al vértigo de contar en imágenes la historia que escribió, de asumir la autoría completa, de poner en movimiento a través de la cámara a los personajes creados por su imaginación.
Lo ha hecho con sensibilidad extrema y poderío visual, enlazando con coherencia personajes y situaciones que inicialmente parecen no tener relación alguna, describiendo heridas del pasado que condicionan el presente.
Esta historia la cuenta con sentimiento y dureza, sin permitirse el maniqueísmo ni las trampas con sus atormentados personajes, otorgándoles cuerpo y alma, reflejando los claroscuros que forman la naturaleza humana.
“En la película no hay ninguna referencia a al religión porque soy ateo, provengo de una familia con esa convicción y a lo largo de mi vida he seguido igual, incluso cuando entré a una universidad jesuita, mis convicciones no cambiaron.
“Así que los personajes lo que se plantean en esta historia es resolver sus problemas con lo que tienen como seres humanos. Creo que el ateísmo es una forma de humanismo, y mis películas por tanto son profundamente ateas.
“En alguna ocasión alguien me decía que los ateos son minoría y mis historias llegan a una mayoría que es creyente. Mi respuesta a ese comentario fue que mis personajes resuelven sus cosas en este mundo; así que ellos se guían por sus instintos, sus emociones y las necesidades más básicas.
“Para completar los recursos narrativos, desde luego que está presente de manera importante la música, que en este caso estuvo a cargo de Hans Zimmer y Omar Rodríguez-López, líder de The Mars Volta, que es un músico extraordinario.
“Entonces imagínate lo que fue para mí tenerlos a dos juntos. Sobre todo a Omar, porque con él me senté frente a una tele a ver algunas escenas de la película y comenzar a componer la música, fue algo tremendo, un auténtico festín.
“Mientras que Hans es mucho más transgresor de lo que parece, pues él produjo las canciones de Rodríguez-López de una forma excepcional. A mí me parece que la película es atemporal, entonces él incluyo instrumentos tradicionales de varias partes del mundo y de épocas diversas, el resultado es sorprendente, de lo más cálido que te puedas imaginar”.
Guillermo Arriaga pasa la prueba de fuego de realizar una obra particular sin la necesidad de echar mano de un director que ponga en imágenes lo que su imaginación ha creado, con lo cual logra auténtica autonomía creativa para seguirnos regalando historias complejas, de personajes atormentados, pero llenos de humanidad.
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