Ciudadania Express
Martes 20 de abril, 2010. 03:48 pm

Hoy cumple dos años de vida el Museo Textil de Oaxaca

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Fortino TORRENTERA O.   Oaxaca. México. Este martes es el segundo aniversario del Museo Textil de Oaxaca, el cual se ha convertido en un referente de visita a esta ciudad, además de su amplia labor de promoción cultural.   Manteniendo siempre su esencia textil, este espacio es una dicha para los oaxaqueños, especialmente al revalorarse una de sus tradiciones más ricas y presentes en todas las expresiones indígenas y urbanas contemporáneas.     [caption id="attachment_51532" align="alignleft" width="300" caption="El Museo Textil de Oaxaca, una ventana para el reencuentro con el arte y la tradición."]El Museo Textil de Oaxaca, una ventana para el reencuentro con el arte y la tradición.[/caption] Por ello la directora, Ana Paula Fuentes y el equipo que integra ese museo, han manifestado su agradecimiento por el acompañamiento ciudadano con este espacio que llega a dos años de vida.   En el corazón del centro histórico de la ciudad de Oaxaca, en una casona del siglo XVIII restaurada en 2007, se hospeda el Museo Textil de Oaxaca [MTO]. Este innovador espacio fue creado con la finalidad de propiciar un punto de encuentro entre personas, tradiciones, artesanía, diseño y arte contemporáneo.   Desde su creación, el MTO se ha impuesto la misión de ofrecer una visión amplia de los diseños, las técnicas y los procesos creativos para la elaboración de textiles de Oaxaca, de México y del mundo a través del intercambio permanente de conocimientos especializados mediante conferencias, talleres y exposiciones.   Si algo es de destacarse es su creciente acervo que actualmente lo colocaría como el más grande en su tipo disponible al público, por ello a continuación, una reseña de este amplio material:   El MTO alberga seis colecciones privadas extensas, con varios cientos de piezas en cada una de ellas, además de varias decenas de textiles que han sido adquiridas expresamente para el Museo.   Estas colecciones fueron donadas al MTO, además, la Fundación Alfredo Harp Helú, que ha patrocinado la adquisición y la restauración del edificio que lo alberga, y sufraga los gastos de operación, ha aportado piezas de diversas partes del mundo que enriquecen el acervo.   Colección María Isabel Grañén Porrúa La vicepresidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú y directora de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa comenzó a formar una colección de textiles en 1998. Se compone de más de 500 piezas; la mayor parte de ellas proviene de la colección de don Crispín Morales, tendero del mercado “20 de Noviembre” en la ciudad de Oaxaca.   Don Crispín inició su negocio vendiendo rebozos de Chilapa, Tenancingo y Santa María del Río para las oaxaqueñas que acostumbran usarlos. Tiempo después, comenzó a vender también huipiles, blusas y otros textiles indígenas para el turismo.   Durante varias décadas, fue apartando piezas que llamaron su atención por su calidad y belleza, integrando así, en el período comprendido entre 1960 y 1990, una colección representativa de la indumentaria indígena del estado y de comunidades vecinas de Guerrero.   Además de los trajes de don Crispín, María Isabel Grañén adquirió numerosas piezas del destacado galerista y promotor del textil Remigio Mestas Revilla, y también obtuvo directamente ejemplos notables de tejedoras indígenas de diversas comunidades.   La colección de María Isabel documenta los cambios en las tradiciones textiles de muchas comunidades de Oaxaca en la segunda mitad del siglo XX. La mayoría de las piezas se encuentra en muy buenas condiciones, y muchas de ellas son nuevas. La documentación de la colección está sujeta a las cédulas mecanografiadas de don Crispín.   Colección Madeline Humm De Mollet El maestro Francisco Toledo, artista plástico oaxaqueño, en abril de 2005 adquirió esta importante colección, que donó al MTO para su fundación.   Madeline Humm nació en Zürich, Suiza, en 1928; su madre era una artista textil. En 1956 se trasladó con su esposo Hans Mollet a Lima, donde vivieron por cuatro años y emprendieron varios viajes al interior del Perú, acercándose al mundo indígena.   En 1960 la pareja se mudó a la Ciudad de México, donde crecieron sus cuatro hijos. En 1977 se trasladaron a Puebla. Madeline viajó incesantemente por todo México y Guatemala, relacionándose con la gente y recolectando textiles en diversas comunidades.   Se formó como fotógrafa y etnógrafa de manera autodidacta. Además de la indumentaria, documentó la arquitectura vernácula, los mercados y las fiestas de México. Madeline falleció en Puebla en mayo del 2005, legando su acervo de más de 1000 textiles y 11 mil fotografías a través de la generosidad del Maestro Toledo.   La colección incluye un tejido indígena virreinal, el tlamachtentli, fragmento de un huipil que nos ha permitido recrear el uso de la pluma en el textil; y algunas piezas de principios del siglo XX, aunque el grueso corresponde a las décadas de 1950 a 2000.   La mayoría de las piezas está en buenas condiciones, a pesar de que muchas de ellas fueron usadas en sus lugares de origen. La documentación de la colección es excelente, habiendo sido Madeline una persona metódica que anotó un gran volumen de información de manera rigurosa.   Colección Ernesto Cervantes Alejandro de Ávila donó al MTO esta colección que heredó en 1986, a la muerte de su tío abuelo don Ernesto Cervantes Morales. Nacido en la ciudad de Oaxaca alrededor de 1905, don Ernesto migró en los años 20 a la Ciudad de México, donde se relacionó con José Vasconcelos, Diego Rivera, Tina Modotti y otros artistas.   Alentado por ellos, comenzó a vender sarapes de Teotitlán del Valle en los círculos intelectuales de la época. Poco tiempo después estableció una galería de talavera poblana y artesanía oaxaqueña.   Más tarde creó una taller de mantelería de algodón, operando cientos de telares de pedales en Xochimilco, el barrio de los tejedores en su ciudad natal. La Casa Cervantes se convirtió en una de las principales promotoras del textil tradicional mexicano.   Don Ernesto, a lo largo de cinco décadas, integró un extenso archivo fotográfico y una gran colección de arte prehispánico, virreinal y contemporáneo; forman parte de ella más de 500 textiles de todo el país, incluyendo numerosas piezas del siglo XIX y principios del XX.   Ejemplo de éstas son dos huipiles extraordinarios de Santiago Choapan, comunidad zapoteca del norte de Oaxaca que mantuvo vivo el tejido de trama envolvente y dos variantes de trama discontinua.   A pesar de su antigüedad, pocas de estas piezas han requerido trabajo en el taller de conservación del MTO más allá de su limpieza. Don Ernesto nunca preparó fichas o etiquetas de su colección, pero le narró muchas anécdotas a Alejandro de Ávila que permiten documentar varias piezas.   Colección Alejandro De Ávila Junto con la colección Cervantes, Alejandro de Ávila donó para la fundación del MTO cerca de 700 textiles que él reunió en los años 1970 y 1980. Él documentó en campo la mayoría de esas piezas en dos grandes regiones: el noreste del país (San Luis Potosí, sur de Tamaulipas y sur de Nuevo León) y la Sierra Madre del Sur en el occidente de Oaxaca y oriente de Guerrero.   La colección incluye algunos tipos de textiles que no parecen conservarse en otros museos y acervos privados. Buena parte de las piezas datan de principios del siglo XX o fines del XIX. La colección atestigua técnicas que no se habían registrado previamente en México, como el tejido de urdimbre transpuesta.   Varias de las piezas están deterioradas por el uso prolongado al que fueron sometidas en sus comunidades de origen, y han requerido trabajos minuciosos en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete” (ENCRyM) en la Ciudad de México y en el laboratorio de conservación del propio MTO. La colección cuenta con fichas detalladas de cada pieza, respaldadas con varias libretas de notas de campo y fotografías.   Colección Humberto Arellano Garza Poco antes que el MTO abriera sus puertas el 19 de abril de 2008, la Fundación Alfredo Harp Helú adquirió para el Museo la colección que formó el galerista regiomontano Humberto Arellano Garza.   Nacido en 1913, de joven el señor Arellano participó en una campaña cultural en zonas indígenas, por ser sobrino de Moisés Sáenz, Secretario de Educación Pública en aquella época. Esa experiencia motivó su interés de por vida en el arte popular. En los años 40 fundó junto con sus tías la galería “Artes de México” en la capital del país, y en 1950 abrió en Monterrey la galería “Carapan”.   Aunque se desconoce cómo formó su colección, aparentemente el señor Arellano compró la mayor parte de los textiles antes de 1960. En 1983, por rezones personales, vendió su colección y la galería, al ingeniero Porfirio Sosa, quien a su vez la traspasó a la Fundación Alfredo Harp Helú en 2008.   Esta colección comprende más de 700 piezas de todo México, incluyendo un importante grupo de dechados, colchas y sarapes del siglo XIX.   Varias de ellas representan los testimonios más tempranos que se conocen de las tradiciones textiles de distintas zonas, y aportan datos fundamentales para esclarecer la historia del arte textil en México.   Incluyen dos técnicas de tejido no registradas previamente en el país. Al menos algunas de estas piezas, y tal vez la mayor parte, pertenecieron a Fred Davis, comerciante y diseñador norteamericano que se estableció en la Ciudad de México hacia 1910, y formó la primera y, quizá, la más voluminosa colección de arte popular mexicano de la que se tiene noticia.   Desafortunadamente, en Monterrey los tejidos de lana fueron atacados por insectos y algunas piezas de algodón se deterioraron por hongos, requiriendo en ambos casos una meticulosa intervención en el laboratorio de conservación.   Al igual que don Ernesto Cervantes, Arellano parece no haber anotado lo que sabía acerca de los textiles; se cuenta únicamente con el catálogo que preparó Alejandro de Ávila con base en sus propias investigaciones.     Colección Octavia Schoendube De Boehm La colección fue formada en los años 60 y principios de los años 70 por Octavia Schoendube de Boehm. Doña Octavia fundó en esa época la galería Dih-kan-dih en el Bazaar Sábado en San Ángel, en el Distrido Federal, enfocándose en las artes indígenas de Oaxaca, particularmente en los textiles.   Muchas de las piezas que conforman la colección fueron adquiridas directamente en las comunidades donde fueron tejidas, pues doña Octavia y don Federico, su marido, hacían recorridos al interior del estado; otras piezas fueron compradas a comerciantes locales que se especializaron en textiles, como Herminia Villafañe y Lucila Franco en Pinotepa de don Luis, Francisco Ortega en Tehuantepec, Federico Jiménez y el señor Nicodemus en la ciudad de Oaxaca, entre otros.   A la muerte de doña Octavia en 1972, la colección pasó a manos de su esposo, quien a su vez la heredó a su hija Brigitte. Irmgard Weitlaner Johnson y Ruth Lechuga, especialistas en textiles mexicanos, examinaron y avalaron el valor de la colección.   Otras piezas Las seis colecciones de textiles mexicanos del MTO han sido complementadas con la adquisición de varias piezas procedentes de distintas zonas del mundo con el fin de presentar exposiciones que ubiquen las tradiciones locales de tejido en un contexto más amplio.   El Museo ha comprado la mayor parte de esas piezas a través de Internet. Los portales electrónicos han permitido ampliar el conocimiento técnico y la apreciación estética de los textiles de diversos grupos culturales de Centro y Sudamérica, África, Medio Oriente, el centro de Asia, Indochina e Indonesia.   Los principales proveedores han sido Marla Mallet en Atlanta, con tejidos bakuba de la República Democrática del Congo; kilims y cuvals de Turquía; bordados y tejidos miao de Guizhou, China; teñidos de reserva de Japón; Susan Stem en Chiangmai, Tailandia, con tejidos de Laos, Birmania, Tailandia, el sur de China y Hainan; Mary Hunt Kahlenberg en Santa Fe de Nuevo México con textiles de Indonesia; Tom Cole en San Rafael, California con alfombras y almohadas de Irán, Afganistán, Uzbekistán y Turkmenistán; Seref Ozen en Estambul con textiles del Cáucaso y el centro de Asia; Gertraude Lindauer en Colonia con molas kunas de Panamá; Martín Ccorisapra y Antonio Ramírez en Lima con tejidos y bordados shipibos de la Amazonia Peruana.   También Andy Lloyd en Bath, Inglaterra con alforjas baluch de Irán; y Yosi Barzilai en Portland, Maine con tapicería de Siria. Todos ellos han contribuido a integrar un acervo excepcional, seleccionado con el fin de hacer patentes los nexos técnicos y conceptuales entre los telares de Oaxaca y los tejidos de otras partes del mundo.
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