Olaf Ramírez ROBLES

 Oaxaca, México.- Hacía mucho tiempo no asistía a la escuela o a curso alguno. Salgo del pueblo todos los días a primera hora, recorro 2 horas de sinuosa carretera para llegar desde la sierra a la ciudad. Me he inscrito a un curso de periodismo cultural, un taller más bien, en donde nadie comprende qué rayos es periodismo cultural y en donde todos los que asisten son periodistas que escriben de grupos de danza o de pintores que se especializan en calcar tehuanas, mujeres bailando o bichos. Creen que escribir de grupos de danza folklórica o de pintores que no dejan de pintarrajear tehuanas hasta el cansancio es hacer periodismo cultural, que esto incluso es hacer literatura. El periodismo es sub-literatura (seudo literatura, o ambas cosas), es prostitución. De ahí que los que tratamos de escribir a diario y nos damos cuenta al releer las cuartillas escritas que éstas no son sino hojas llenas de tonterías, nos volvemos al periodismo para no tirar a la basura nuestros chistoretes y ganar algunos poquitísimos pesos y estar vigentes al menos en un periódico.

  Los periodistas, quienes saben que como escribir este tipo de cosas no necesita de leer gruesos libros o la asimilación de las cosas, se llaman así mismos periodistas culturales o de la cultura o literarios. Creen que además de escribir notas rojas pueden escribir periodismo cultural. Pero todos estos se equivocan, han errado el camino, por lo que terminan corrigiendo pruebas del periódico, editando o tomando fotos. No comprenden que el periodismo es por sí mismo un fenómeno cultural, mas que esto no lo convierte en periodismo cultural; tampoco lo hace periodismo cultural el que se ocupe de la difusión de la cultura.   El simple periodismo solamente registra una noticia de forma literal; el verdadero periodismo cultural es trabajosamente escrito para intentar alcanzar lo literario (la excepción apenas lo consigue), por lo que puede de igual manera registrar una noticia, de cultura o no, pero la codifica y trasmite para aportar información capaz de regocijar y transformar al receptor a tal grado que lo forma; analiza la cultura (teatro, cine, artes plásticas o literatura), sí, aunque también a la sociedad en general, realizando una crítica o dando una opinión que aporta algo más que la simple noticia. Lo hacen sobre todo quienes no logran concretarse a la narrativa, a la dramaturgia, a la poesía o al ensayo, porque el periodismo como género apenas sirve para pasar el rato convirtiéndolo a uno en un pobre tipo, en un don nadie y en un andariego.