Diario El Montañés Oaxaca, México.- El presente recupera a los líderes del pasado y los convierte en cabeza de sus intereses. Y más si la leyenda sirve para enganchar a la causa. “Emiliano Zapata o Pancho Villa son hoy banderas sociales de los grupos políticos más contestatarios con el Gobierno”, esgrimía en La Magdalena, Guadalupe Villa. Es su apellido lo que despierta interés.   [caption id="attachment_67313" align="alignright" width="299" caption="De izquierda a derecha, Salvador Rueda, Guadalupe Villa y María Teresa Márquez"][/caption] Nieta de la emblemática figura de la revolución mexicana, Pancho Villa, la historiadora e investigadora ha invertido parte de su vida en honrar con la justicia de la verdad al mito de su abuelo, muchas veces denostado por la memoria como bandolero, mujeriego y cruel.   Su trabajo “Pancho Villa, retrato autobiográfico (1894-1914)”, recuerda a su ascendiente como una persona afable y familiar. Rasgos que ayudan a engrandecer su recuerdo, pero que trasladados a la realidad de hoy, tienen poco valor por su carácter individual.   “No sé si México está ahora necesitada de líderes como los que existieron en el pasado. Más bien me parece que es preciso más gente comprometida con lo que hace, preocupada por los problemas comunes y no tanto por los individuales. Es necesario para lograr de una vez por todas una sociedad más igualitaria”.   Las palabras de la historiadora mexicana versaron sobre la actualidad del país latinoamericano y sobre las problemáticas que lo ahogan.   Diferentes prismas   Pero la realidad del país no parece ser la misma bajo los diferentes prismas: el nacional, el de dentro de las fronteras; y el internacional, que las trasciende.   “El narcotráfico es un problema más mediático que real. México tiene otras muchas cosas más importantes de las que preocuparse”, remarcó Rueda en su intento por describir la fuente del problema: “a pesar de ser gente que viene de estratos sociales muy bajos, son grupos de elite caracterizados por su violencia, por su falta de escrúpulo, por la ausencia de una idea de nación”.   Y añadió: “es un fenómeno violento que no tiene por qué durar tanto, sólo hasta que el mercado y las leyes lo permitan”, concretó.   Hizo estas declaraciones en una rueda de prensa en la que compareció junto al director del Museo Nacional de Historia de México, Salvador Rueda y la ex directora de Difusión Cultural Internacional del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, María Teresa Márquez, con motivo de su participación en el seminario “A cien años de la Revolución mexicana”.   Durante toda la semana, investigadores e historiadores especializados en el país latinoamericano guiarán a través de una visión integral de la Revolución mexicana con motivo de la celebración de su centenario. Y la revisión de sus principales aspectos ideológicos es parte importante del ciclo.   En el camino, habrá tiempo para la reflexión, para arrojar luz sobre la solución al debate aún abierto sobre el fin de la revolución comenzada en 1910.   “Puede haber muchas interpretaciones, pero lo cierto es que se puede decir que terminó en 1920. Ahí se sentaron las bases de lo que vendría después. Otra cosa diferente es el camino que se tenga que andar hasta la puesta en marcha de todo lo acordado en aquel fin del conflicto”, explicó Rueda en referencia a la reciente regulación del sufragio en el sistema electoral estatal.