Vidal PINEDA
Oaxaca, México.- En las instalaciones de la
Biblioteca Francisco de Burgoa se exhibe una serie de documenten e impresiones para dar a conocer la vida y obra de José María Idiáquez, un personaje del movimiento insurgente poco estudiado, religioso de la orden de San Felipe Neri, quien tenía a su cargo una imprenta y en la que fundía tipos.
A través de una conferencia ofrecida la noche de este viernes, el impresor Juan Pascoe, uno de los principales impulsores de esta muestra que tiene el apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú, habló sobre la vida de José María Idiáquez, quien en sus obras realzados entre 1810 y 181, expresa los “vivos deseos y ardientes suspiros” para que volviera a gobernar el rey español “por dilatado tiempo y con colmada alegría a su pueblo fiel”. En ese entonces España había sido ocupada por Francia y el rey Fernando VII había cedido el trono a la familia Bonaparte.
En la muestra que puede ser apreciada en la biblioteca situada dentro del Centro Cultural Santo Domingo, se exhibe otro de sus impresos en el que se refiere a Miguel Hidalgo y Costilla como: “el Apóstata, Traidor y Cabecilla de rebeldes…” que envió una comisión a “sublevar y saquear la Provincia de Oaxaca”.
También imprimió edictos del Obispo Antonio Bergosa y Jordán contra Morelos y su “ejercito de bandidos”, exhortando a los párrocos para que llevaran a los indios a la “justa causa” y concediendo indulgencias para que rogaran a Dios que la ciudad no cayera en manos de los rebeldes.
Los documentos exhibidos ofrecen al espectador una visión alterna de la historia de la independencia. En el recorrido se puede conocer que a la llegada de José María Morelos y en medio de la necesidad de contar con impresores para difundir los ideales insurgentes, Idiáquez trabajó fielmente con la causa, “desengañado” –como diría Morelos en uno de sus escritos- “de las innumerables falsedades que nos imputaron los europeos que tiranizaban esta hermosa capital”. Así, en 1813 comenzó a imprimir el Correo Americano del Sur con algunos botes de tinta y letras que tuvo a su disposición. Hacia fines de ese mismo año, se instaló el Congreso en la Ciudad de Chilpancingo y se ordenó que se vendieran los enseres de la Imprenta Nacional del Sur que funcionaba en Oaxaca.
El Padre Idiáquez, al enterarse de tal determinación, envió un escrito al Congreso en el que pedía que se le permitiera conservar la imprenta. José María Morelos aceptó porque le convenía contar con los servicios de este impresor y de su ayudante: Luis Arango. Así que fueron ellos quienes en 1813 imprimieron los 1500 ejemplares del Acta solemne de la declaración de Independencia de la América septentrional, el primer documento legal donde se proclama la separación de la Nueva España con respecto del trono español, así como de varias cartas patrióticas, reflexiones y sonetos del propio Morelos.
La producción de Idiáquez conformó la misión vanguardista de la imprenta en México: la revolución consistió en transformar las bulas, los sermones y los impresos religiosos característicos de la imprenta novohispana en folletos, hojas, volantes, revistas y periódicos con temas de actualidad política, los cuales debieron haber sido leídos en voz alta para las masas con el deseo de difundir el pensamiento independentista. De ahí, el papel relevante que ejercieron los impresores mexicanos en los albores del siglo XIX.
El filipense Idiáquez fue además un personaje sorprendente: aparte de ser el Prepósito de su Congregación, talló los troqueles para por lo menos una de las monedas fiduciarias “de flecha” ordenado por Morelos, era propietario de una hacienda de grana, el concesionario de las canteras para la ciudad y fue un hombre de confianza entre sus coterráneos a quien, en medio de la guerra, varios oaxaqueños confiaron sus bienes y dinero y que, a pesar de ello, fue víctima de un robo por su hermano y su aprendiz. José María Idiáquez murió el 17 de agosto de 1833 y todavía hay una placa alusiva en el Oratorio de la Iglesia de San Felipe Neri.