A Alfredo de la Rosa y Víctor Alejo, promotores del cambio.
Isidoro YESCAS
Oaxaca, México.- En el acto de toma de protesta del gobernador Sabino Esperanza de aquel primero de diciembre del 2010 abundaron las definiciones y compromisos políticos con todos los sectores sociales: en 15 apretadas cuartillas el enterrador del unipartidismo desgranó su proyecto de gobierno ante diputados , invitados especiales, exgobernadores, periodistas, empresarios, políticos del viejo régimen, damas de la alta y de la baja, colados, presidentes municipales,etc. Aunque el aplausómetro se movía a cada rato, su graduación nunca alcanzó el rojo intenso, reflejo, tal vez, de la desorganización del evento y del ambiente tenso que se respiraba afuera de la explanada en donde las expresiones más radicales del Sindicato de Sindicatos y células del Frente por la Liberación de la Etnia Triqui hacían sentir su presencia y capacidad de presión. Era para despedir a Tirano Contreras, justificaban sus líderes, pero éste no llegó como ya lo había anticipado y sin embargo los actos de provocación no cesaron: bloqueos en los accesos a las instalaciones del recinto parlamentario, agresiones verbales, empujones, piedras arrojadas a los helicópteros oficiales, y todo un mitote armado para que de una vez quedara claro que “la lucha sigue” y que los viejos métodos de protesta social y política no cambiarían con un nuevo régimen.
El prolongado discurso del Primer Mandatario Demócrata a veces provocaba inquietud entre la selecta muchedumbre , agobiada por el ruido, los demoledores rayos solares y las ansias para conocer la lista de los que integrarían el gabinetote.
No más corrupción, impunidad, violaciones a la ley y exclusión social, ofrecía Sabino Esperanza. No más miedo ante la autoridad que a partir del primero de diciembre del 2010 se convertiría en un aliado del pueblo de Oakafka, ahora esperanzado que todo empezaría a ser diferente. Y como para no olvidarse del mítico Subcomandante Marcos, el gobernador Sabino Esperanza fue enfático cuando resumió en dos palabras su proyecto sexenal: ¡gobernar obedeciendo!
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Ya instalado en el Palacio gubernamental, que Tirano Contreras lo había convertido en Museo de la Diversidad Sexual y Salón Vip de Usos Múltiples, se despejaron las dudas y vinieron los peros al conocerse la relación de los nuevos funcionarios: muy buenos, buenos, regulares, pero también malos y muy malos. Un auténtico y monumental quesillo doble crema, excelente para proponerlo al Record Guiness, sugirió un experimentado gabinetólogo.
Muchos los llamados, pocos los escogidos y de éstos ¿cuántos estaban preparados para desempeñarse con eficacia, profesionalismo y honradez? ¿Un gobierno de coalición? Nada indicaba que así fuera y mas semejaba a un gobierno de composición y transición electoral, plural sin duda, pero sobre todo armado al calor de atropelladas negociaciones con partidos aliados, grupos de poder, organizaciones sectoriales, cofradías y con todos los que se sintieron con derechos para ocupar un lugar en el nuevo régimen.
No dejaron de llamar la atención dos grandes ausencias: la de Fredy Rosales y Victor Melgarejo, dos hombres claves en la campaña electoral, uno como estratega en el cuarto de guerra, y el otro dando la batalla legal y política en la Comisión Electoral para evitar todo tipo de trapacerías de sus autoridades y el Partido Hecho Gobierno. En realidad el primero, aclararía después el poderoso y truculento Yagoda Robledo, no aceptó el Ministerio de Educación y prefirió una opción de bajo perfil. ¿Y Víctor? le inquirieron en rueda de prensa.
- Bueno, bueno, es un caso aparte y de eso luego hablamos, respondió evasivo.
Pero en círculos cercanos al gobierno constitucional flotaba el rumor de que dentro del Partido Naranja Dulce, transfigurado ya en partido gobernante, la purga se había iniciado.
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Consumado el segundo momento del gran festejo cívico y político en que se convirtió el fin del viejo régimen y el ascenso de Sabino Esperanza, vinieron después las salutaciones, el ágape en Santo Domingo en donde un ejército de edecanes se hacía bolas para atender a la clase política, empresarios y periodistas de la República de Aztlán. Aurora Trastadas, vieja amiga y cómplice de la bella Jezabel en la Secretaría de Turismo en los tiempos de gloria de Tirano Contreras, no se dejaba ver por ningún lado para aclarar tanto desorden. Claro, ya designada Directora de Relaciones Públicas, y asegurado su primer negocio con su empresa organizadora de eventos sociales (y todo a nombre de la transparencia) poco le importaba los contratiempos y el relajo originado por su ineficacia.
Casi al caer el día, el Zócalo y la Alameda central se convirtieron en escenarios para que el pueblo disfrutara de la música y la voz de conocidos artistas, amigos del nuevo régimen que de esa forma contribuían a alegrarle un poco la vida a los todavía escépticos habitantes de Oakafka, testigos al fin de un hecho insólito en la vida política de entidad: la derrota del viejo partido y de un puñado de políticos corruptos que por décadas los había sojuzgado y engañado. Ahora, se empezaban a escuchar y ver en la radio y la televisión los primeros spots de que el cambio había llegado y que ya nada sería igual.
Pero un nuevo crimen en la convulsionada región triqui les recordó a gobernantes y gobernados que el cambio no sería tan fácil y que en otras latitudes de esta bella provincia los vientos del primero de diciembre aún no los alcanzaban.
Diciembre 7 del 2010.
isidoroyescas@yahoo.com.mx