Fortino TORRENTERA O.
Oaxaca. México. Desde muy temprano, las iglesias de Oaxaca abrieron sus puertas para ofrecer las palmas que recuerdan el pasaje bíblico del Domingo de Ramos en que Jesús entró a Jerusalén.
En cada uno de los templos podía verse a personas con atados de palmas de olivo que los devotos introducían a los templos para ser bendecidas y llevadas a casa para ser colocadas tras las puertas y dar protección a la familia, costumbre, ésta última, que en Oaxaca se ha ido perdiendo.
[caption id="attachment_49079" align="alignleft" width="300" caption="En las iglesias de Oaxaca inició la Semana Santa con el Domingo de Ramos."]
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Se ofician misas en diferentes horarios que se programaron a lo largo del día en los templos capitalinos, mientras un hombre de edad camina con una gruesa de palmas en la espalda.
Don Eutiquio Miguel, a sus 75 años comenta que para los “palmeros” desde dos días antes se van preparando las palmas, pues algunos las tejen, que es lo que deja un poco más.
Lo mueve más su credo que la ganancia, pues lo considera como un acto de fe proveer de palma a iglesias y vendedores, pero además esta fecha marca también para los “palmeros” el inicio de la Semana Santa.
Aunque es una tradición arraigada, San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".
En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.