Isidoro YESCAS Oaxaca, México.- El clima de violencia que se sigue viviendo en la zona triqui, y de manera más reiterada en el territorio de la agencia municipal de San Juan Copala, no parece aún encontrar el conducto institucional para una solución integral. El problema se ha agravado porque en la fase terminal del viejo régimen las autoridades del gobierno del estado muy poco interés y disposición han mostrado para , por lo menos, detener la cadena de asesinatos. Bajo el falaz argumento de que en esa zona no existen las condiciones mínimas de seguridad para la aplicación de la ley, la Secretaría General de Gobierno y la Procuraduría General de Justicia han preferido ser omisos para restablecer la gobernabilidad, por un lado, y por el otro para investigar y castigar a los responsables de las agresiones. Por supuesto que no es un conflicto de fácil solución, pero si éste se ha complicado y agravado, al punto de que ya es objeto de atención y seguimiento por parte de organismos internacionales defensores de los derechos humanos, es precisamente porque ni el gobierno del estado ni el gobierno federal, y tampoco el MULTI, el MULT y la UBISORT, han contribuido en forma seria y responsable para pacificar la región, respetar el estado de Derecho y propiciar la reconciliación de la población indígena triqui. Que si el problema no nació en este sexenio es cierto. El conflicto lleva décadas y en todo ese tiempo los sucesivos gobiernos priístas que tuvo Oaxaca o fueron omisos, o sus pocos intentos no prosperaron , o simplemente se refugiaron en el mismo argumento que hoy hace valer el agónico gobierno de Ulises Ruiz: es un conflicto interétnico que debe ser resuelto por lo propios triquis. Preocupados por buscarle salidas al conflicto desde la sociedad civil, ahora quienes intentan establecer canales de diálogo son el padre Wilfrido Mayrén y el Obispo emérito de Tehuantepec, Arturo Lona Reyes, dos sacerdotes reconocidos por su compromiso con los pobres y las luchas sociales. Fracasaron en su primer intento, pero siguen insistiendo en sentar en una misma mesa de diálogo a los líderes indígenas y mestizos del MULT y del MULTI sin incluir a los de la UBISORT, lo que de entrada pudiera limitar el alcance de los compromisos y acuerdos a los que pudieran llegar. Sin embargo, el problema de fondo es precisamente que en todos los intentos de negociación y pacificación de la región triqui se han colocado como actores únicos a los dirigentes de estas tres organizaciones sociales, dejando con escasa si no es que nula interlocución a las autoridades municipales y a los indígenas triquis que no militan en ningún partido político ni están integrados a organismos clientelares. Un acuerdo para resolver de fondo el problema de la marginación, incomunicación y violencia que se ha vivido entre los pueblos triquis debe superar el esquema de tratar y negociar solamente con las dirigencias del MULT, el MULTI y la UBISORT que, además, no han sido ajenos a las agresiones y asesinatos que se vienen registrando en la zona de conflicto. Para avanzar en soluciones integrales y de largo plazo se requiere ir mas allá de los viejos actores ,internos y externos a las comunidades, y darles la palabra a otras voces, también de dentro y de fuera. Pero en todo este proceso la intervención del Estado y sus instituciones en los niveles estatal y federal será fundamental para empezar a destrabar y resolver un añejo problema que ha frenado el progreso y desarrollo material, social y político de los pueblos de la región triqui. isidoroyescas@yahoo.com.mx