Oaxaca, México.- Cargado de la enorme energía positiva emanada de los tatamandones representantes de las dieciséis etnias oaxaqueñas presentes, así como del pueblo negro costeño, el Gobernador del estado, Gabino Cue, lanzó un compromiso cargado de significado: “Nunca más un gobernante que se esconda para no dar la cara y que la gente no sepa dónde encontrarlo”.
Y es que minutos antes, durante la ceremonia simbólica donde le entregaron el Bastón de mando, uno a uno le pidieron voltear los ojos a los pueblos originarios, a los eternamente olvidados, a quienes engrosan con su pobreza las cifras de la marginación.
Por eso, en el Salón Gobernadores del Palacio, previamente purificado con el tradicional sahumerio, “para alejar los malos espíritus”, como reza la costumbre, Gabino Cué recordó el mandamiento de los pueblos indígenas y reafirmó su convicción de gobernar obedeciendo para enseguida puntualizar: “Nos debemos a la gente”.
Un par de horas después de haber rendido protesta como Gobernador constitucional del estado, y luego de señalar que la fortaleza de Oaxaca está en sus pueblos originarios, se comprometió a trabajar a favor de la unidad, de la paz y la reconciliación, en la búsqueda del reencuentro entre hermanos y hermanas.
Teniendo como testigo de este trascendental encuentro a la Premio Nobel 1992, Rigoberta Menchú Tum, quien asistiera como invitada especial a la Toma de protesta en el Recinto legislativo, ofreció trabajar para que Oaxaca pueda transitar de un régimen autoritario a uno democrático.
La paz es una asignatura pendiente a alcanzar, dijo, para enseguida puntualizar: “No va a haber paz si no hay justicia”.
En respuesta al chigol Margarito García, de San Pedro Jicayán, que le entregara el bastón de mando que le habrá de recordar a lo largo de los próximos seis años su compromiso con Oaxaca, Gabino Cué aseguró que la puertas del palacio se abrirán para dar audiencias públicas.
Porque el Palacio de Gobierno, afirmó, es la Casa del pueblo, y nosotros nos debemos a la gente.
Recorriendo con la mirada los rostros de los tatamandones, el Tata Gobernador, como le llamara el chigol Margarito García, ofreció acudir a los 570 municipios por lo menos dos veces durante su encargo, haciéndolo los jueves, viernes y sábado de cada semana.
Una rameada con ruda, eco de caracolas resonando por los cuatro costados del palacio, chirimías y tambores, la confianza de los pueblos oaxaqueños simbolizadas en el bastón de mando recibido, respaldaron el compromiso del Gobernador con sus hermanos y hermanas.
Los malos espíritus seguramente salieron huyendo con la fuerza ancestral del sahumerio, con las palabras del chagol Margarito, cuando dijo con voz firme, decidida y mirando de frente al Gobernador: