Benjamín Robles Montoya*
Oaxaca, México.- Una economía al servicio de la sociedad y un Estado capaz de garantizar los derechos de las personas y los colectivos es un principio en que podríamos coincidir a la hora de pensar el curso del desarrollo económico de nuestra entidad; empero la economía de Oaxaca presenta particularidades y diferencias que deben convertirse en ventanas de oportunidad para generar trabajo, inclusión, movilidad social y sobre todo una economía fundada en capacidades reales, en lo que sabemos hacer y en los conocimientos y sinergias de nuestras regiones. Lo anterior con el apoyo de nuevos conocimientos, tecnologías y programas de financiamiento que puedan ser aceptados por los sectores económicos de la entidad y al mismo tiempo por las comunidades y regiones que dan sustento, viabilidad y seguridad a millones de oaxaqueños.
La economía de Oaxaca debe partir de fortalecer nuestra diversificación, de lograr aliados estratégicos, de atraer inversiones y potenciar las ventajas de nuestras geografías, climas, suelos y capacidades locales. Precisamos construir nuevas bases de integración económica regional para apuntalar el crecimiento. Al mismo tiempo tenemos que analizar nuestras vulnerabilidades bajo un diagnóstico franco y abierto que permita definir respuestas para superarlas en el corto y mediano plazo. La diversificación potencializa el desarrollo regional, disponemos de multiplicidad de ocupaciones y empresas, empero debemos fortalecerlas mediante inversiones estratégicas, planes de negocios, y comercialización en zonas y regiones identificadas.
El diagnóstico de la situación económica en nuestra entidad debe ser la base para avanzar con celeridad. En principio es necesario señalar que en nuestro estado se registra una tendencia creciente. En este punto, creo que es preciso avanzar hacia nuevas formas de hacer economía en los diferentes sectores; en principio es necesario que los jóvenes tengan oportunidades reales de ingreso y expectativas en el sector agropecuario mediante la aplicación de nuevas tecnologías, capacitación y desarrollo de capacidades de diseño, mercadeo, planeación, tramitación aduanal, conocimiento de internacionales y acercamiento de ofertas y necesidades. El gobierno sí puede acercar a los factores de la producción, sí puede aportar información estratégica, y si pueden poner al servicio de los proyectos de las comunidades una serie de conocimientos que sirvan al desarrollo; esto es así, porque el gobierno tiene la obligación de cuidar y proteger el capital y la cohesión social, el deber de garantizar los derechos de los pueblos indígenas, y el mandato ético de servir a quienes más lo necesitan.
Se precisa trabajo conjunto, recursos e imaginación para imprimir una nueva dinámica a los sectores económicos que se traduzca en trabajo y mejores ingresos; sabemos que el ingreso promedio mensual de la población es de 3 mil 500 pesos, mientras que la media nacional es de 4 mil 784; esta distancia en el nivel de ingreso hace que nuestro estado ocupe el lugar 30, seguido por Tlaxcala (3 mil 400) y Chiapas (3 mil) El problema trasciende al ver y revisar cuánto se gana al mes promedio en Oaxaca, pues se concluye en que hay cientos de miles de familias que viven con menos que esa cantidad, de ahí la alta y muy alta marginación social, de ahí la pobreza en grado cero que existe en nuestro estado, lo cual significa que cientos de miles de oaxaqueños viven con menor de trece pesos al día; asimismo es parte de esta problemática que el 42 por ciento de los trabajadores son asalariados y el 40 por ciento trabajan por cuenta propia, lo que necesariamente nos coloca en la disyuntiva de que esta amplio grupo de trabajadores no tiene acceso en su mayoría a los beneficios de la seguridad social, y por tanto a una serie de prestaciones médicas, sociales, económicas que sin fundamentales para elevar la calidad de vida; la ausencia de seguridad social significa menores ahorros y recursos, y que mañana no se tendrá acceso a la una pensión tras una vida de trabajo. Por eso es importante promover el trabajo formal en beneficio de las personas y sus familias.
En Oaxaca se necesitan empleos e industrias, pero al mismo tiempo requerimos hacer un recuento de lo que sí sabemos hacer, debemos construir una economía que sea socialmente sustentable y también responsable con el medio ambiente. La biodiversidad debe ser vista en clave de patrimonio comunitario, regional, estatal y mundial. Podemos avanzar en nuevas industrias que a la par de generar empleos nos coloquen a la vanguardia del desarrollo como son los servicios ambientales, la siembra de bosque y selva, la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, el fomento del ecoturismo y de servicios de este corte, todo ello con la participación de las comunidades.
Por otra parte, debemos asumir que el proceso de transición debe darse en diferentes órdenes de la vida pública y que en cualquiera de sus modalidades ocurre que el capital humano, la formación educativa o la preparación individual y colectiva resultan centrales a la hora de pensar en proyectar un futuro posible. Las últimas posiciones que ocupa nuestro estado en deserción y eficiencia terminal implican un esfuerzo mayor al desarrollado hasta ahora.
El fomento económico tiene que construirse sobre nuevas formas de relación entre las inversiones y las comunidades. En otras palabras, se trata de incrementar la inversión en el campo, y al mismo tiempo atraer a las ciudades industrias que generen empleos y sean amigables con el medio ambiente; pero todo esto depende también de tener reglas claras en materia de regulación que definan tiempos, movimientos y responsabilidades de los servidores públicos; es necesario asegurar que las normas para invertir en los municipios del estado sean las mismas, que se reduzcan trámites y plazos para asentar nuevas empresas, y que se ofrezcan certezas sobre previsión de servicios necesarios a los inversionistas.
Conclusión: Oaxaca precisa fortalecer su dinámica económica y eso pasa en esencia por generar la capacidad para aportar valor agregado, por producir insumos necesarios para los sectores productivos, por acercar la oferta de servicios a los consumidores, por fortalecer la seguridad pública, por apoyar a las pequeñas y medianas empresas y por ofrecer mejores condiciones de inversión, así las cosas, la competitividad es fundamental y demanda una creciente inversión pública y privada. En lo laboral, se requiere generar lo que la Organización Internacional del Trabajo define como trabajo decente, es decir, la actividad remunerada que permite a la persona resolver sus necesidades y la de su familia en condiciones de protección jurídica y con garantías de que sus derechos serán respetados. En este punto, quisiera hacer referencia a la necesidad de plantear el imperativo de erradicar toda forma de explotación laboral infantil a la vez de garantizarles el acceso y continuidad en su educación, alimentación y servicios de salud, en especial a los niños migrantes.