Francisco MIRAMONTES/FILPM
Oaxaca, México.- Entre flores, poemas en zapoteco, la proyección de una entrevista realizada tiempo atrás y nostalgia por parte de sus familiares, se realizó el homenaje a Macario Matus (1943-2009), quien se consideraba a sí mismo un hombre viejo y afortunado, inmensamente feliz por hacer lo que se le daba la gana y afirmaba que “el arte puede salvar al mundo, puede transformar al hombre”.
[caption id="attachment_45203" align="alignleft" width="300" caption="Un gran honenaje para Macario Matus en la más importate feria del libro en México"]
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“Mi padre nunca quiso ser parte de la corrupción, se alejó de los políticos (…) en vida nunca persiguió la fama”, afirmó su hijo Macario Matus Ortega sobre su padre, quién siempre fue difusor de la cultura. Mencionó que el fallecido poeta, creó una vasta obra, de la cual, gran parte permanece inédita, compuesta de cuentos, fábulas, novelas cortas y poemas.
El pintor, Francisco Javier Santiago Regalado, habló sobre su amistad con Matus, a quien conoció en 1979 y lo impulsó a insertarse en el mundo del arte. Matus le aconsejó “según tu trabajo vas a lograr encumbrarte”. Lo calificó como un hombre siempre humilde, sincero, recto y con amor a la verdad, “desechó las promesas que no podía cumplir”, finalizó.
Maura Ortega Gómez, esposa del escritor agradeció la presencia de las personas que asistieron al evento y dijo que fallecido poeta estaba presente “escondido en los rincones de este bello edificio”. Como parte del recital realizó una lectura en zapoteco de los poemas de Matus, entre ellos
El dios de la lumbre y
Dios del sueño, acompañada también por su hija Maura, quien les dio lectura en español. “Ahora que estamos despiertos soñamos que la verdad es verdad”.
Semblanza (Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, 1943 – Ciudad de México 2009)
Poeta, narrador, ensayista y periodista mexicano. Macario Matus fue un destacado defensor e impulsor de la cultura zapoteca, herencia a la que nunca renunciaría y en cuya identidad afianzó su vida y obra. De 1979 a 1989 dirigió la Casa de Cultura de Juchitán durante la época en la que éste fue el primer municipio del país ganado por la izquierda política.
Como escritor y periodista colaboró en los diarios El Día, El Nacional, Excélsior, Novedades y Unomásuno. En 1985 recibió, por
Mi pueblo durante la revolución, el Premio del Museo Nacional de las Culturas Populares.
Vivió alternadamente entre su tierra natal y la Ciudad de México, se dedicó a la traducción de escritores extranjeros entre los que estuvo Pier Paolo Pasolini y a la producción de su propia obra que contiene títulos como
Neza Cubi (1969),
Palabra desnuda (1977),
La noche de los muslos (1986) ó
Laja del tiempo (1998).
En la capital del país formó parte del grupo literario
Honor, prejuicio, trago y cultura fundado por Gerardo de la Torre. Fue fundador de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, organización pionera en su tipo.