Salvador JOSÉ
Oaxaca, México.- Da pereza escribir sobre política, pero más güeva, escribir sobre los despropósitos políticos. Porqué, se preguntaran.imple y sencillamente, porque el escuchar a un político, salvo raras excepciones, más que convencernos nos revelan las podredumbres cupulares.
Hace unos días, el presidente municipal de la ciudad de Oaxaca, José Antonio Fraguas, dio autorización para que se instalara una tienda de la cadena Chedrahui, a pesar que anteriormente se había negado el permiso para que se estableciera –incluyendo con una multa por haber talado arboles sin la autorización debida-, ya que esto acarreaba la destrucción de una gran área verde con todo y manto acuífero proveniente del cerro de San Felipe, reserva ecológica.
Parece ser, que aunque muchos
políticos de carrera padecen ignorancia sistemática, otros más practican el valemadrismo empapado de corrupción. Porque no se entiende ¿dónde se han ido los conocimientos elementales que adquirieron? en las mejores escuelas privadas del país, muchas veces hasta del extranjero. Por el contrario, a much@s de est@s rufianes se les premia con cargos públicos o representaciones populares, como si nada hubiera pasado.
José Antonio Fraguas, permitió -como corolario del
desmother que ha sido este gobierno estatal-, un ecocidio a la vista de tod@s las ciudadan@s de una cadena distinguida por sus productos de mala calidad-carne descompuesta-, salarios de hambre a sus trabajadores, y ahora la destrucción de las pocas zonas verdes en la ciudad.
Los gobernantes actuales, se olvidan que en gran parte el conflicto popular del 2006 se originó por el ecocidio de Ulises Ruiz Ortiz (URO) –y uno que otro artistoide europizado-al querer tratar de talar los antiguos laureles del zócalo, y que gracias a la oportuna intervención de la ciudadanía-de todos los sectores sociales- se impidió tal despropósito.
Recuerdo a jóvenes contando y marcando los arboles, para tener un censo real e impedir más atrocidades por las noches. Comerciantes conscientes, mandando botellas de agua a las personas que hacía guardia para evitar mayor destrucción. Periodistas objetivos, atentos de cualquier destrucción que pudiera ocurrir. Pero lo que más me conmovió, fueron las lágrimas que brotaron de una indígena, al ver talar las ramas de un gran árbol, frente al mismo expalacio de gobierno. Mientras el ruido de una sierra mecánica resonaba en el entorno.
La historia se vuelve a repetir, arboles destruidos a diestra y siniestra, grandes centros comerciales que provocan la desaparición de pequeñas tiendas y diversas microempresas. Restaurantes de comida chatarra. ¿El resultado? Mayor desempleo y todo lo que esto conlleva.
Ojalá, algún día contemos con una verdadera ciudad colonial, Patrimonio de la Humanidad, que si fue elevada a este rango, se debió a sus cualidades ecológicas y la conservación de sus vestigios históricos, entre otras cosas.