Filemón Santiago expone en el Museo de las Artes de Guadalajara

De la REDACCIÓN   Oaxaca. México. El pintor de origen mixteco, Filemón Santiago, expone desde esta semana en el Museo de las Artes (Musa) de la Universidad de Guadalajara (UdeG) su muestra con Simplicidad compasiva.   Procedente de San José Sosola, pueblo ubicado en la Mixteca Alta oaxaqueña, Filemón Santiago, con apenas 14 años de edad se trasladó a estudiar a la ciudad de Oaxaca, en el Taller de Artes Plásticas “Rufino Tamayo”, fundado y dirigido por Roberto Donís. Sin embargo, cuando éste le pidió la cuota de inscripción, Filemón respondió que no tenía ni un peso. Más tarde, cuando Roberto salió del trabajo en su hora de comida, pasó por un negocio, donde alcanzó a reconocer al adolescente mixteco detrás de un mostrador. “¿Qué haces aquí?”, le cuestionó. “Trabajo para pagar el curso”, respondió Filemón mirándole a los ojos. “Vamos al taller, deja esto. Estás becado de por vida”, sentenció Donís.     [caption id="attachment_62738" align="alignleft" width="300" caption="El mixteco aprendió de Rufino Tamayo que la pintura es un trabajo arduo."][/caption]   Ése fue el comienzo de los 35 años de trayectoria artística de Filemón Santiago, uno de los cinco puntales de las artes de Oaxaca, detrás de Rufino Tamayo, Rodolfo Nieto, Francisco Toledo y Rodolfo Morales.   Inicio, exploración y madurez El artista plástico mixteco llega a Guadalajara con Simplicidad compasiva, una muestra integrada por un centenar de obras pertenecientes a diferentes colecciones nacionales e internacionales y que se exhibe desde ayer en el Museo de las Artes (Musa) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).   Simplicidad compasiva reúne piezas de las tres etapas más importantes de la vida de Filemón. En la primera, llamada simplemente Los comienzos, es cuando atesora una clara inspiración en los cuentos populares de la Mixteca Alta, sus sueños y recuerdos de la infancia. En Frente a la gran ciudad reúne obra madura, realizada durante su autoexilio en Chicago, donde vivió de los 20 a los 35 años. Ésta fue una etapa de experimentación y autoconocimiento, ya que es cuando visita por primera vez un museo y se enfrenta con las obras de importantes artistas. Por último, en El regreso a Oaxaca, presenta una obra madura que acentúa el drama: silencio, tristeza y melancolía.   “Mi lenguaje está basado en lo rural y la mayoría de mi trabajo está entre lo que no se puede ver y lo que vemos. Creo que agudizo mis sentidos para poder entender esa parte y es lo que hace un trabajo propio”, refiere el autor de la exposición Simplicidad compasiva que se inaugura esta noche en el museo universitario ubicado en López Cotilla.   Empatía con el sufrimiento El dolor ha sido también uno de los tópicos recurrentes en la obra del hombre de 52 años, ya que “es un punto importante para un grupo indígena, como del que yo vengo, donde ha habido escasez y que ha aturdido mucho a las familias. Ha habido dolor en el aspecto de querer ser y no poder, pero creo que sin dolor no existiría el entendimiento de las cosas. Sin esa parte vital no podríamos aceptar que existe algo bueno y algo malo”.   El arte de Santiago entremezcla sueños y realidad, explora con belleza y fuerza vital el sufrimiento humano revestido de misticismo y cotidianeidad. La obra aborda el rigor del sufrimiento con un particular sentido de empatía y compasión. Los personajes no se muestran sometidos ante la adversidad; llenos de color y fuerza, conmueven al espectador, quien descubre en escenas aparentemente simples el complejo universo de las emociones humanas.   Guillermo Sepúlveda, curador de la presente muestra y descubridor de Filemón Santiago cuando éste apenas era un adolescente, escribió sobre el artista que “Rufino Tamayo fue para él una enseñanza superior, al entender que pintar es un acto de suma sencillez, que nada tiene que ver con la arrogancia, que el oficio del artista puede ser comparado con el de un obrero, que la pintura es un trabajo arduo, solitario y que exige una gran paciencia. El artista nunca se jubila”.   Filemón se autodefine como un “hombre de campo” y recuerda que sus inicios en el arte se dieron en la tierra. “Comencé a pintar en el suelo, esa la gran experiencia que puedo contar. Primero se comienza en el piso para subir a la silla y por último, llegar a la mesa. Es el trayecto que tiene que llevar: el piso es el primer paso, porque si no se entiende que hay polvo, tampoco van a entender que hay algo suavecito como un colchón, y después un pequeño descanso, con la mesa”.   Además de la muestra plástica, en la sala audiovisual del Museo de las Artes se proyectan tres videos. El primero, una entrevista que le hace un crítico de arte al oaxaqueño durante su periplo en Chicago; en el segundo, un curador alemán habla sobre los cinco puntales oaxaqueños: Tamayo, Nieto, Toledo, Morales y Santiago; en el último, se trata de una especie de retrato documental, que aborda el trabajo diario del artista en su taller.