Fortino TORRENTERA O.
Oaxaca. México. Del 22 al 24 de diciembre, tendrá lugar en el Museo Textil de Oaxaca la expo-venta de Santo Tomás Jalieza, que iniciará con una demostración de tejido en telar de cintura.
Para ello, estará presente la artesana Abigaíl Mendoza quién es orgullosa heredera de esta técnica y lo refleja en un tejido que puede ser considerado como único al incorporar el labrado de urdimbre y realizar piezas miniatura.
Comenta la artesana de Jalieza: “Mi mamá, mi tía, mi hermana que siempre estamos esforzándonos y haciendo piezas mucho mejores cada vez, de ahí vienen todos los grandes retos, de concursar con cientos de artesanos de todo el país.”
Es de recordarse que el termino Jalieza proviene de los vocablos zapotecos "jana", que significa abajo "lieza" que quiere decir iglesia. Así el significado más aceptado es "debajo de la Iglesia".
Los habitantes de Santo Tomás Jalieza se dedican a la fabricación de tejidos de lana y algodón en telares de cintura instalados en los talleres familiares que existen en casi todos los hogares locales.
En Jalieza se produce una gran variedad de artesanía textil, inconfundible por sus diseños y por sus colores obtenidos con tintes naturales. Fajas, fajillas, centros de mesa, porta vasos, pulseras, rebozos, tapetes, servilletas, bolsas o morrales en diferentes modelos, cinturones combinados con piel, caminos de mesa, chalecos, alfombras y tapetes son algunos de los muchos y distintos artículos que las manos mágicas de estos artesanos pueden crear.
En el año de 1890, el censo nacional reveló un número de centros de tejidos en los distritos de Ocotlán y Tlacolula; pero Santo Tomás era uno de los centros de la región con un número más grande de tejedores.
En el censo de 1890 indica que la gran mayoría de tejedores; 141 eran mujeres y 12 eran hombres. Los hombres tejían para las necesidades económicas, mientras que las mujeres tenían los tejidos como oficio propio y de costumbre. La organización textil se basaba en la unidad familiar.
El desarrollo del tejido en Jalieza era la distancia entre el pueblo y sus mercados. Los tomasinos tejían para varias comunidades indígenas; sus mercados principales eran Ocotlán, Tlacolula y Oaxaca. Los viajes eran realizados a pie o a burro. Hacer un viaje a Oaxaca, pasar un día en el mercado y regresar al pueblo requería de tres días. En ocasiones regresaban las tejedoras con mercancía que no habían podido vender. La gente hilaba y teñia su propia lana y algodón. En Santo Tomás, en el año de 1903 aún se utilizaba la cochinilla o grana para teñir. En los últimos años se han impartido cursos para teñir el algodón.
En 1937 ocurrió uno de los cambios estructurales, la apertura de una carretera moderna entre Oaxaca y Puerto Ángel, la carretera les dio la oportunidad para impulsar la venta de sus productos a lugares más lejanos.
El acceso que brindo la carretera permitió que el turismo llegara más fácilmente al pueblo y ampliara el conocimiento de los beneficios que esta podría traer. Con la llegada de los turistas, las tejedoras comenzaron a cambiar sus productos, las primeras combinaciones no tradicionales fueron rojo con blanco y azul con blanco, y luego, extranjero que era el dibujo negro con amarillo y rojo o naranja para el tercer color.
Los artesanos decidieron poner su mercado debajo de un árbol muy grande y frondoso que desde luego es muy llamativo, este árbol es un higo, por lo que a este mercado se le conoce con el nombre de "El Higo".
Durante los primeros años las tejedoras salían al encuentro de los turistas con sus fajas en las manos para ofrecerlas, después optaron por arreglar un puesto fabricado de carrizos en forma de escalera.