Agencias
Oaxaca, México. El destacado arquitecto mexicano Ricardo Legorreta falleció hoy los 80 años, dejando atrás un vasto legado en el mundo del diseño y la construcción.
“Debe ser terrible” dijo Ricardo Legorreta Vilchis cuando escuchó la palabra retiro. “Es una especie de suicidio, no me gusta”, agregó apenas en junio pasado cuando concedió a Excélsior una entrevista para hablar de sus 80 años de vida. Ayer, el arquitecto mexicano considerado por muchos el más célebre en el mundo, debió retirarse de manera definitiva.
A las 7:30 de la mañana, en paz y en su propia casa, pero afectado por un cáncer de hígado que le fue diagnosticado hace dos años, Legorreta partió de este mundo dejando tras de sí una inagotable obra arquitectónica que resulta inconfundible.
El Hotel Camino Real de la Ciudad de México, el Centro Nacional de las Artes, el Papalote Museo del Niño o la Plaza Juárez en México, pero también la Catedral Metropolitana de Managua, Nicaragua, el Children’s Discovery Museum, en San José, California, y otros edificios en diferentes ciudades del mundo llevan el sello Legorreta. El uso de una gran volumetría, de colores y materiales que recuerdan lo mexicano o la mezcla de obra artística en medio de sus muros y espacios fueron parte de su marca.
Una arquitectura “humana y sobre todo mexicana” esa fue la filosofía que legó a Víctor Legorreta, el único de sus seis hijos que se dedicó también a la actividad y con el que trabajó los últimos 20 años de su vida.
Arquitectura, razón de ser
Ricardo Legorreta Vilchis nació en la Ciudad de México en 1931. Él mismo negaba tener una respuesta a su pasión por la arquitectura. “No lo recuerdo, ya pasados los años hago un recuento y digo por qué, pero no hubo un día en el que me senté en el bosque y dije voy a ser arquitecto. Creo que viene de que mi padre, dedicado a las finanzas, fue un hombre que quiso mucho a México y anduvo por todo el país. Mientras él hacía otras cosas yo me dedicaba a ver los pueblos, me acostumbré a caminar, a ver y de ahí se me despertó un amor por México excepcional; me di cuenta de que la arquitectura mexicana es extraordinaria, me acostumbré a ver los colores, esas cosas que han sido fuentes de mi inspiración”, dijo en aquella entrevista.
Afable, siempre dispuesto, Legorreta simplemente amaba la arquitectura. En 1952 egresó de la UNAM pero antes ya había comenzado a trabajar en el despacho de José Villagrán, primero como dibujante y después como jefe de proyectos. “Con él aprendí a ser profesional, la ética, la honradez, la responsabilidad de construir para el usuario y no para nosotros”.
Los restos del arquitecto fueron trasladados ayer a una funeraria del Panteón Francés. Ahí su hijo, Víctor, recordó: “Creo que es un enamorado de nuestro país y de la arquitectura, el mejor legado que nos ha dejado es su pasión por vivir, por hacer las cosas mejor, por tratar de hacer la mejor arquitectura que se pueda, él fue quien trató de llevar la arquitectura mexicana a varias partes del mundo”.
Retiro en la felicidad
El año de su 80 aniversario fue de enorme regocijo para Ricardo Legorreta, tanto que algunos apenas creían que la vitalidad que demostró se hubiera agotado. El doctorado Honoris Causa por parte de la UNAM recibido de manos del rector, José Narro Robles, un reconocimiento del Gobierno de la Ciudad de México por su trayectoria y el Premio Imperial de las Artes entregado por el Emperador de Japón, Akihito, le dejaron claro el reconocimiento a su trabajo.
“Tenía cáncer de hígado, pero afortunadamente tuvo muy buena calidad de vida, murió tranquilo, venía de una enfermedad de varios meses, pero tuvo tiempo de despedirse de toda su familia, de sus amigos, de todos los socios de su despacho y dejó todo arreglado en su vida”, agregó Víctor Legorreta.
El arquitecto vivió sus últimos dos años recibiendo tratamiento contra el cáncer e impulsado por el animo afable y generoso que le caracterizaba. En Japón, donde viajó a recibir el Premio Imperial, incluso debió recibir una serie de transfusiones sanguíneas y restablecerse hospitalizado, pero su temple de hierro no decayó.
Y tampoco sucedió en sus últimos días cuando supo que sería necesario partir. Los doctores recomendaron que permaneciera en su casa y él tuvo el pundonor para reunir a su equipo, a su familia y a sus amigos y despedirse. “Nos dio cariño, nos dijo que siguiéramos adelante, nos juntamos todos los socios del despacho hace una semana y nos pidió que siguiéramos con la filosofía por la que él luchó: hacer una arquitectura mexicana y humana”, dijo su hijo.
Los restos de Ricardo Legorreta serán cremados hoy, a las 10:45 horas, y en una ceremonia familiar sus cenizas serán depositadas en una cripta familiar del Panteón Francés. “Se van a depositar junto con las cenizas de sus padres y sus hermanos”, agregó.
Arquitecto hasta el último minuto
Ricardo Legorreta, opinó el también arquitecto Miquel Adriá, “es quizá el arquitecto que mejor supo exportar a México, desde la arquitectura, la cultura mexicana, por el uso de los colores, de la volumetría, de los muros ciegos. Heredero en parte de Luis Barragán y Villagrán, con el que trabajó, y sin duda su papel como jurado de los premios Pritzker, fue un gran agitador cultural”.
En Barragán reconoció una de sus máximas influencias: “fue una gente con una enorme sensibilidad, no sólo estética sino de vida, para él era fundamental vivir bien, las cosas tenían que estar bien hechas”, dijo en junio.
Antes de partir Legorreta dejó asegurados sus compromisos: la Torre de Banamex en Reforma y Lieja y un proyecto para Grupo Gigante en Ejército Nacional, ambos en la Ciudad de México. Un conjunto de oficinas en San Francisco, California. El Conaculta reinaugurará con su nombre la plaza principal del Centro Nacional de las Artes en los próximos meses.
Le rendirán homenaje en enero
El reconocimiento y recuerdo a Ricardo Legorreta Vilchis llegará en enero. De acuerdo con Víctor Legorreta, hijo del proyectista, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y la Sociedad de Arquitectos de México propusieron realizar un homenaje, pero la familia decidió esperar a que finalice 2011 para realizarlo.
“Se está planeando con Conaculta y la Sociedad de Arquitectos, lo platicamos con la familia y decidimos esperar a enero”, señaló.
De igual manera, Editorial Arquine apresurará la edición de un libro de entrevista con el arquitecto en el que ya estaba trabajando. Miquel Adriá adelantó: “Estábamos trabajando en un libro, precisamente de entrevistas, ahora vamos a tener que acelerar este proceso lamentablemente por su fallecimiento. Tenemos unas cinco horas de grabación en las que él nos explicaba toda su experiencia como arquitecto, su formación, sus enseñanzas, cómo había aprendido de otros arquitectos y cómo enfrentaba con la realidad para llevar a cabo sus proyectos”.
Si bien Conaculta anunció con gran revuelo la remodelación del Cenart, donde la plaza principal llevará el nombre del arquitecto, ayer en su velorio el organismo sólo estuvo presente con un arreglo floral, así como también ocurrió con el Instituto Nacional de Bellas Artes. La presidenta del organismo, Consuelo Sáizar, se limitó a dar sus condolencias en Twitter, pues se encuentra fuera de México.
Con información de legorretalegorreta.com