Oaxaca, México.- El senador Heladio Ramírez López, presidente de la Fundación Ayú, exhortó a los mixtecos a acabar con las prácticas de la subordinación ancestral y poner fin a las formas caducas que sacralizan y deifican hasta la abyección su dependencia hacia los poderosos.
En el 13 aniversario de la Fundación Ayú, y ante miles de mixtecos, el senador se pronunció contra la visión asistencialista del desarrollo. “No se trata de que nos opongamos a que se canalicen y distribuyan recursos entre los pobres. Nuestra tesis es que, con esos mismos recursos, se impulsen acciones productivas y se fortalezca un indispensable proceso de acumulación”.
Nosotros queremos que el pueblo mixteco, sus organizaciones de productores, sus mujeres, sus jóvenes sean más competitivos y menos dependientes, reiteró.
Al destacar que la Fundación Ayú irrumpió como un movimiento de ruptura contra las inercias que en la Mixteca bloqueaban la revolución de la modernidad dijo: “hemos definido un camino propio y hemos trazado un nuevo proyecto social, cultural y económico para rescatar a nuestros pueblos de la pobreza, la desigualdad y las injusticias, tomando en cuenta las debilidades o potencialidades de cada región, de cada micro-región, o las particularidades de los pequeños pueblos”.
Planteó el senador Ramírez López que el desarrollo reivindicador que se propuso la Fundación Ayú hace 13 años fue desafiante: pasar de la economía de la subsistencia a la economía del conocimiento y del bienestar, que quiere decir que un día la alta tecnología para el desarrollo esté al alcance de los pueblos pobres. “Buscamos no sólo que los pueblos sepan, sino que tengan conciencia de que en sus manos está su propia liberación”, abundó.
Por eso la Fundación Ayú determinó impulsar una estrategia sustentada en la idea de que el desarrollo de los pueblos sólo lo pueden llevar a cabo los propios pueblos con un conciencia crítica; pueblos libres, democráticos, organizados, capaces de romper los recetarios que petrifican el pensamiento, anestesian la conciencia, siembran la idolatría para funcionarios y políticos, y adormecen el espíritu de la gente para luchar y exigir.
“Estas ideas, valores y principios sustentan nuestro trabajo como sociedad civil; como organización no gubernamental comprometida en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. No son una actitud emocional; responden a un compromiso existencial. Queremos que la gente no se sienta sola, amenazada por la pérdida o carencia de empleos; porque no tiene ingresos para sobrevivir. Por eso estimulamos las acciones productivas y la infraestructura que nos conduzcan hacia una nueva economía y una nueva política”.
Buscamos el cambio, advirtió el presidente de la Fundación. Por eso, no fue una simple ocurrencia organizar a los COMPADRE; reunir a los Chispitas, fortalecer la organización ItaYee; impulsar el movimiento de los productores; dar confianza a quienes participan en las cajas de ahorro; hacer avanzar a nuestra microfinanciera “Convengamos Todos”, o apostar nuestra esperanza en una organización de jóvenes que ya no es una simple ilusión, como lo es el MOEP.
Dijo el presidente de la Fundación Ayú que, actualmente, la estructura de este modelo de desarrollo cuenta con la simpatía y atención de organismos internacionales como el FIDA, una organización de las Naciones Unidas para apoyar a las regiones más pobres del mundo, o de la CEPAL, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, también de la Organización de las Naciones Unidas.
Nos empeñamos cada día, precisó, en buscar aliados y donadores; en buscar el compromiso de los programas gubernamentales; en gestar una conciencia de servicio social en los funcionarios públicos. Aspiramos a hacer realidad este proyecto de desarrollo que propicia un cambio de gran alcance. Queremos que todos compartan nuestros mismos sueños: justicia social, igualdad, respeto a la dignidad humana; construir una nueva sociedad mixteca.