Soledad Jarquin EDGAR
Oaxaca, México.-La lucha contra la violencia hacia las mujeres se ha hecho visible en las últimas tres décadas en México, gracias a que los grupos feministas empezaron a hablar del tema y a cuestionar el papel del gobierno para establecer la atención inmediata a las víctimas, con el tiempo demandaron crear e implementar programas institucionales para combatir el problema y, finalmente dicho en tres líneas, legislar, crear figuras como el delito del feminicidio y la violencia feminicida.
Es decir, las demandas de las mujeres para reducir en todo sentido la violencia, pasó y sigue en lo emergente, no porque esas peticiones hayan fracasado, no; hoy contamos con una enorme cantidad de institutos de las mujeres a lo largo y ancho del país y son cientos las organizaciones de mujeres, feministas o no, que atienden el problema de la violencia, a veces con dinero público, otras con dinero que viene de fundaciones y de la iniciativa privada y algo más de los gobiernos.
Entonces, el cuestionamiento es porque simple y sencillamente el sistema gubernamental, cortado por los periodos y los intereses políticos, caminan por rumbos distintos. Si el anterior gobierno avanzó en determinado aspecto, el que le sigue no lo mejora sino, incluso, desaparece todo esfuerzo.
El caso de Oaxaca, por supuesto no es la excepción y sería muy atrevida en decir que es el peor de todos. En esta entidad, el movimiento feminista, digamos formal, existe desde los años 70, cuando surgieron al menos dos grupos de mujeres que plantearon el reconocimiento al derecho a decidir de las mujeres, el derecho al aborto. Hoy es visible uno de ellos y pronto cumplirá 35 años, me refiero al Grupo de Estudios de la Mujer Rosario Castellanos.
La demanda persiste: el derecho a decidir de las mujeres. Derecho trastocado del todo en los últimos tres años gracias al puritanismo de los legislativos y los convencionalismo religiosos de quienes nos gobiernan (sean de izquierda, de derecha o de ninguna parte), al castigar con la cárcel a las mujeres que presenten un aborto provocado o imprudencial, los casos más ejemplares se viven en Baja California, Guanajuato, Puebla y Guerrero, donde por cierto gobierna la “izquierda”. (A veces pienso que hay gente y gobiernos de izquierda que nos resultan la mano derecha de la derecha, que se disfraza de izquierda o gente de izquierda formada en la derecha, en realidad se llaman simuladores).
Por increíble que parezca, hoy es vigente la demanda de organizaciones civiles para que las víctimas de violencia sexual reciban atención especializada y sobra decir por gente preparada, planteamiento hecho hace 30 años. Y no porque no exista la atención, sino porque es insuficiente frente al número de delitos sexuales que se cometen todos los días, lo cual va de la mano con otro fenómeno que no es imparable: el machismo. Se puede y se podrá.
Además del dato cuantitativo habría que analizar el aspecto cualitativo y nos encontramos con trabajadoras o empleados de estas instituciones –diversas y con sentidos distintos sobre el concepto de mujer- que aprenden “protocolos” de atención a la violencia sexual sobre la marcha y otras veces ni siquiera los conocen, peor aún, que siguen cuestionando a las mujeres que sufren esta violencia, las vuelven a victimizar.
En Oaxaca, no existe ni ha existido en los últimos 30 años un presupuesto real y contundente para emprender acciones de trasversalización efectivas contra el gravísimo fenómeno de la violencia, que tendríamos que decir, aparecen como reflejo social en las páginas rojas de los diarios. Ejemplos, reitero es el número de víctimas, la mala atención a victimas y la inexistente hacia los victimarios y, por supuesto, la falta de técnicas de investigación que eviten la impunidad. Si se compara el número de víctimas con el número de detenidos, las conclusiones están en las matemáticas más simples y sencillas. Luego habrá que hacer la misma operación para ver cómo operan los micro machismo dentro del Poder Judicial.
Por otro lado, sigue pendiente y se regatea el derecho de las mujeres a una legislación que les garantice su derecho a vivir libres de violencia de género. Año tras año, los legislativos priistas y ahora los de la alternancia han mandado a la congeladora las iniciativas ciudadana e incluso la del ejecutivo. No dan el paso, no porque no les convenza el tema en el fondo creen que sí debe existir la tipificación del feminicidio y contemplan con buenos ojos la violencia obstétrica, pero hay otros asuntos “más urgentes”. Y como decía mi querida abuela Lucha, en el pecado llevarán la penitencia.
Hace 30 años cuando las feministas mexicanas empezaron a hacer visible los daños de esta violencia, exacerbada –dicen- por el contexto violento de una guerra que vivimos en este país gracias a Felipe “El Valiente” Calderón que gobierna en los Pinos, el hoy gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, tenía escasamente poco más de 14 o 15 años, pero no se enteró de lo que pasaba.
No es del todo su culpa, sin embargo, no estaba exento de no saberlo, la ignorancia no debe exculpar a nadie. Esa posibilidad de tener un mundo menos desigual es no todavía un asunto de cultura general y en muchas mentes no pasa por la relación entre mujeres y hombres; tampoco se aprende en la escuela, en las aulas se naturaliza; no se ve en los medios de comunicación, ahí se perpetúan los roles de la diferencia; las religiones lo plantean en otro sentido, no en el sentido de la igualdad ciudadana de las mujeres y en las familias se repite lo aprendido de generación en generación, lo que se ve en la televisión, lo que dicta la iglesia y es no cultural porque en la escuela nadie lo menciona, todos y todas sobreviven a la desigualdad.
Es extraño pero así sucede, todavía hay quienes piensan que hablar de mujeres en específico no es necesario, están englobadas cuando dicen “un Oaxaca de todos y para todos”. ¿De verdad estamos ahí las mujeres? ¿De verdad creen que la frase es inocente? Yo y muchas más pensamos que no es así.
A pesar de los votos que representan las mujeres en el ámbito político, ellas siguen recibiendo a pedazos sus derechos –porque así lo conciben quienes gobiernan- y siguen siendo “beneficiadas” a través de una sola condición: la de ser madres. De lo contrario no es posible acceder a nada más que al subsidio para madres solas o a los uniformes y desayunos para sus hijos e hijas… Si eres soltera, si no tuviste hijos, tendrás que esperar a cumplir 60 años para recibir otro “subsidio” el de la tercera edad.
Ahora, ese Bienestar tampoco es para todas las madres jóvenes, sin chamba, con niñas y niños pequeños, no, considerando los requisitos que les piden y los recursos de que se disponen. Y ojo, la verdad es que estas acciones están lejísimos, al menos de parecer acciones positivas para reducir la desigualdad, son dádivas.
Las mujeres, como mujeres, por sí solas, como ciudadanas, como humanas, como personas no están ni en los programas ni en los presupuestos y lo último de lo último, apenas se les menciona en el discurso político de un primer año de gestión, lo que explica mucho el concepto inicial del lenguaje genérico masculino.
Como programas específicos de su gestión, Cué “El Joven” habla de la Subprocuraduría de Delitos Contra la Mujer por Razón de Género y con esas simples y sencillas matemáticas vemos la realidad: de mil 1177 averiguaciones previas, sólo hay 177 consignaciones por diversos delitos, traducido en porcentajes quiere decir una eficiencia del 15 por ciento, justo la misma que se puede observar en el caso del feminicidio y diría entonces que la “presunción” no dicha es que la impunidad que persiste en el 85 por ciento de los casos.
Pregunto sinceramente ¿acaso la invisibilización de las mujeres no es una forma institucional de la violencia? Me refiero a ese silencio que envuelve los 91 casos de asesinatos de mujeres que ahora tenemos registrados en Oaxaca entre el 1 de diciembre de 2011 y el sábado 19 de noviembre. ¿De dónde salió esta cifra? Si se refieren a los datos diremos que de los medios locales, incluyendo algunos portales web, de datos proporcionados por la Subprocuraduría y los conteos de Consorcio-Oaxaca, Casa de la Mujer y Las Caracolasfem, pero la realidad es que la cifra de NOVENTA Y UN MUJERES ASESINADAS en los últimos meses, salió de un mismo lugar DE LA IMPUNIDAD que perpetúan las malas prácticas institucionales que invisibilizan el fenómeno grave de la violencia contra las mujeres y en general a las mujeres.
Así que ya saben ¡TOTALMENTE INDIGNADAS! 24 y 25 de noviembre en el zócalo de la ciudad, un acto para recordar a las víctimas de todas las violencia, en especial a las mujeres asesinadas y también para cantarle a la vida, a la vida sin violencia.
@jarquinedgar
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