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Urgen promover cultura de la paz ante ola de criminalidad

Lunes 14 de noviembre, 2011.
05:46 pm
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Anayeli García Martínez/COMAC Oaxaca, México.- En medio de países convulsionados por la violencia, asesinatos, secuestros y desapariciones forzadas perpetradas por las mafias, grupos paramilitares y el crimen organizado, la sociedad civil no tiene otra salida que pugnar por agendas que promuevan la paz y el diálogo. Así lo señalaron la colombiana Ana Teresa Bernal, la mexicana Imelda Marrufo y el italiano Claudio La Camera, tres activistas que, a contracorriente de lo que sucede en sus respectivos países y ante el flagelo de la delincuencia, luchan por cambios estructurales que privilegien soluciones pacifistas. En un encuentro con medios de comunicación, Claudio La Camera, director del Museo Della Ndrangetha en Calabria, Italia, explicó que la lucha contra el crimen organizado no sólo requiere de las acciones de Estado, sino también de iniciativas ciudadanas que promuevan cambios culturales y que muestren que la violencia no es natural. Tras participar en un foro regional sobre prevención de la violencia e inseguridad, el activista italiano expuso el caso de su país, donde la sociedad civil organizada decidió crear un museo para cambiar las estructuras culturales y hacer frente a la mafia de la Ndrangetha, una de las más poderosas en el tráfico de cocaína en Europa. Por su parte, Maria Ficara, quien también trabaja en el museo, señaló que luego de que en Italia se aprobó una ley para confiscar los bienes de los presuntos criminales, la sociedad civil logró obtener una mansión expropiada a la mafia calabresa donde se alberga un proyecto cultural para informar sobre la delincuencia organizada. En el Museo Della Ndrangetha, la juventud italiana aprende –a través del arte, música, teatro o literatura– que la violencia no debe ser natural en la vida cotidiana y que la inseguridad viene de las personas. “Con el museo experimentan procesos de conocimiento critico y amplían la visibilidad del conflicto”, señaló. Ficara, quien coordinó un libro con testimonios e historias sobre la mafia italiana y sus repercusiones en la vida cotidiana, señaló que pese a las diferencias, los contextos de México, Italia y Colombia son similares porque en los tres países hay símbolos culturales que hacen apología de la violencia y la legitiman. Por ello aseguró que las organizaciones civiles deben promover el conocimiento crítico, pues los países no pueden erradicar a los grupos criminales sólo con excelentes modelos legislativos como lo demuestra el ejemplo italiano, que cuenta con leyes de avanzada, pero con una mafia de alcance internacional como la Ndrangetha. En América Latina, Colombia se considera un ejemplo exitoso en materia de seguridad porque ha logrado reducir la violencia de la guerrilla, sin embargo, Ana Teresa Bernal, presidenta de la Red Nacional de Iniciativas por la Paz (Redepaz) de Colombia, señaló que en el país sudamericano continúan los levantamientos armados. Actualmente es común ver casos de jóvenes asesinados por presuntos vínculos con el narco o grupos guerrilleros, cuando en realidad no tenían nada que ver en el conflicto armado; o bien, ver que se siguen descubriendo fosas comunes, casos de corrupción política, o conflictos por la posesión de tierras disputadas entre empresarios, narcos y paramilitares. Ese es el contexto colombiano donde trabaja Bernal, quien aseguró que las redes de solidaridad pueden derrotar la violencia por medio de tres premisas fundamentales: romper con patrones culturales, dar voz a las víctimas de la violencia y concientizar a la población sobre lo que sucede día a día. A decir de la activista, las frases, los símbolos y los valores promueven los cambios porque desacreditan el uso de la violencia. “Hay que plantear mínimos como: No matar ni con hambre, ni con balas”, sostuvo la colombiana a la vez que explicó que también se debe dar voz a las víctimas, hacerlas visibles y recoger casos emblemáticos porque “ellas pueden ser el mensaje”. Al igual que Colombia e Italia, dos sociedades que necesitaron de décadas para sanar la herida abierta por los grupos criminales, sin que hasta ahora hayan logrado erradicar el problema, las organizaciones mexicanas siguen abriendo espacios de articulación ciudadana que promuevan iniciativas para curar un país enfermo. En opinión de Imelda Marrufo, coordinadora de la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez, organización mexicana que se ha dedicado a documentar el feminicidio en la localidad fronteriza, mencionó que hoy, al igual que hace 20 años, la ciudadanía sigue exigiendo justicia donde parece que no la hay. Destacó que desde la sociedad civil hay muchas propuestas, sin embargo éstas se desestiman pese a que las acciones locales de apoyo psicológico, asesoría legal, las bibliotecas comunitarias o refugio para las víctimas, han logrado dar un respiro a las poblaciones cercadas por la criminalidad o la indiferencia del Estado. De acuerdo con la activista, ante el gran caos y la brutalidad que enfrenta la sociedad mexicana lo mejor que se puede hacer es contrarrestar la violencia con acciones a nivel micro y reconstruyendo símbolos culturales. Menos armas, policías y soldados y más cohesión social, advirtió. Imelda Marrufo coincidió con sus colegas al indicar que “los procesos sociales y de cambio tardan mucho”. Las propuestas de las organizaciones civiles preocupan y mucho, de ahí que las y los defensores de Derechos Humanos sean amenazados y hostigados, concluyó.
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