Oaxaca, México.-En 1992 Ignacio Ortiz filmaba
La orilla de la Tierra, que al realizarse en un lugar infrecuente para las cámaras cinematográficas, la Mixteca oaxaqueña, resultaba un acto heroico y decisivo para muchos de quienes a la postre recorrerían también el camino de Filmar en Oaxaca, entre ellos Rigoberto Perezcano, Carlos Poblano y Roberto López, quienes contaron al público de la Feria Internacional del Libro Oaxaca 2011 su experiencia de hacer cine en este estado.
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Para Rigoberto Perezcano, documentalista realizador de
XV en Zaachila y del largometraje de ficción
Norteado, existe una relación necesaria entre la actividad cinematográfica y el realizarla en el lugar en el que nació: “Hago cine en Oaxaca porque es lo que conozco, porque aquí está el cielo, la luz, la gente y los animales que conozco”. “Un maestro del CUEC nos dijo que filmáramos sobre lo que conocemos, lo que conozco es Oaxaca y por eso regresé a hacer cine aquí”.
“¿Por qué filmo en Oaxaca?”, preguntó en voz alta Ignacio Ortiz, director también de
Mezcal y
Cuento de hadas para dormir cocodrilos: Por animal, no en un sentido peyorativo, sino en un sentido básico, por regresar al origen, por tener una retroalimentación del alma, por reconocer esos personajes, esos animales que he vivido.
Ortiz contó además de la peculiaridad de haber hecho cine en la Mixteca, “un lugar en el que entre uno y otro ladrido de perro hay un soplido del viento, donde todo se escucha. A partir de Oaxaca vas al mundo, un mundo cercano a mis padres, un lugar desde el cual puedes abordar el mundo”.
Por su parte, para Carlos Poblano, realizador de
El rito de la Santa Muerte, Oaxaca reviste una importancia actual debido a que están sucediendo diversos hechos sociales que desbordan la ciudad, y coincide “Oaxaca es lo que conozco, es un lugar del cual deben contarse sus historias”.
Si estos cineastas filmaron en Oaxaca y reencontraron parte de lo que son y querían contar al mundo, existe también el fenómeno en otras latitudes, tal como resaltó Roberto López, quien hace más de 15 años vio a un “gordito buena onda” que se llamaba Guillermo del Toro, quien quiso hacer cine en Guadalajara e hizo
Cronos, y después
El Laberinto del Fauno y
Hellboy, pero primero filmó en su lugar de origen.
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Filmar en Oaxaca es por ahora una necesidad para las posibilidades, “lo hemos comentado si tuviéramos la posibilidad de hacer una película en Argelia, en Ámsterdam, no la haríamos, yo en lo personal no me sentiría capaz de hacerla porque no conozco, no podría valerme solamente de lo que conozco de Oaxaca y de su cultura para hacer una película allá, lo que me alimenta como realizador es lo que conozco de Oaxaca, su gente, su cielo, su gastronomía”, comentó Rigoberto Perezcano.