Patricia RODRÍGUEZ Z/Canaculta
Oaxaca, México.- Solamente el autor de una versión teatral de los relatos clásicos
Las mil y una noches, pudo concebir un final magistral: el escritor representado su propio papel: escribiendo al aire la frase que invita a seguir el enigma que se encuentra en las palabras que atrapan a cualquier lector: “había una vez...”
La tarde del domingo en el Palacio de Bellas Artes, durante la segunda y última representación de
Las mil noches y una noche, del Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, el público aplaudió de pie al escritor, a los actores y realizadores de
Las mil noches y una noche.
En la versión del autor nacido en Perú en 1936, son dos los narradores-actores participantes. En esta ocasión se trató de él y de Vanessa Saba, una de las más reconocidas actrices peruanas quienes tienen los estelares; el resto, bailarinas y música en vivo, dirigidos por Luis Llosa, se confabularon para atrapar al público en el misterio que hay detrás del deseo por saber en qué concluye una historia.
El autor, que de niño quedó cautivado como millones de lectores con los cuentos de Las mil y una noches, ideó llevar a escena 13 cuentos del libro, entre éstos, Alí Babá y los cuarenta ladrones, es de las más conocidas. La primera representación se realizó en España hace dos años y en esta ocasión le tocó al público mexicano ver la actuación del escritor.
La pieza narra que Sherezada, gracias a su inventiva prodigiosa y a sus sutiles artes de contadora de cuentos, salva su cabeza de la cimitarra del verdugo arreglándoselas cada noche para tener a su esposo, el rey Sahrigar, fascinado por sus historias, e interrumpe su relato cada amanecer para prolongar la intriga.
Durante mil noches y una noche consigue aplazar su ejecución, hasta que, al cabo de casi tres años, el sanguinario monarca sasánida le perdona la vida y comienza para la pareja su verdadera vida de amor.
A lo largo de dos horas, el público que acudió al Palacio de Bellas Artes, disfrutó como actor, a quien siempre lo había visto o leído como novelista, cuentista, narrador, ensayista, polemista, político, dramaturgo y orador creativo.
Vanessa Saba y Mario Vargas Llosa interpretaron todos los personajes de los 13 cuentos elegidos por el escritor, entre éstos:
Amores prohibidos,
La pelea de los pájaros,
El príncipe melancólico,
La princesa Budur cambia de sexo y
Los adoradores del fuego.
Los actores, apoyados por una escenografía en la que predominaba el color violeta y que fue compuesta por tres arcos conopiales apoyados en pilares, simulando una alero mudéjar en la parte superior, tres camas, un buró, varios cojines, un espejo y actrices-bailarinas, así como un trabajo videográfico que hacía cambiar constantemente la escenografía en la parte posterior del escenario, Vargas Llosa y Vanessa Saba recrearon historias de terror, venganza, traiciones, amor, violencia, sadismo y misterio.
Los actores se transformaron a lo largo de dos horas en Sahrigar, Sherezada, Camar Asamán, la princesa Budur, ancianos (as) para entretejer uno de los clásicos de todos los tiempos:
Las mil y una noches en versión de Mario Vargas Llosa, quien creó una pieza entretenida e interesante en la que desarrolló por vez primera vez en México, sus dotes de actor.
A la representación de la pieza acudió la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar. Estuvieron también el músico Carlos Prieto, el escritor Ignacio Solares, la promotora cultural Orly Beigel, la directora del Festival Internacional Cervantino, Lidia Camacho; Antonio Hernández Brito, director de Asuntos Laborales del INBA y las fotógrafas Paulina Lavista y Susana Fischer, entre otros miembros de la comunidad cultural de México.
La producción de
Las mil noches y una noche, estuvo a cargo de Marisa Zuin, Roxana Valdiviseo y Roxana Pejerrey y la puesta en escena en nuestro país fue parte de las actividades económicas, políticas y culturales del programa: Viva Perú, que dirige Ingrid Yrivarren y con el cual busca consolidar las relaciones entre ambos pueblos: México y Perú