Jesús RITO GARCÍA
Oaxaca. México. Uno de los objetivos principales de la imprenta, era la difusión de las ideas. Entre ellas, las ideas evangelizadoras. Según explica Gerardo Kloos*, “la imprenta siempre fue vista como un ‘arma de la fe’, en un sentido utilitario, aunque limitado. Y fue en México donde por primera vez se convirtió en un ‘arma’ a gran escala”. Esto, a su llegada a la Nueva España.
La tecnología siempre ha estado al servicio de los seres humanos, se inventa para facilitarle la vida, para ayudarle en sus necesidades. Por tal motivo, tomando en cuenta que el internet fue creado para facilitar las comunicaciones, además de ser una gran biblioteca virtual, (aunque pensemos que nunca podrá sustituir a las bibliotecas físicas) es una herramienta que está ahí y podemos usarla. Y retomando la cita de Gerardo Klooss, podemos utilizarla para propagar ideas y, por qué no, evangelizar con literatura todos aquellos lugares que por las deficiencias educativas del país, no han sido tocados por el don de la palabra. Es muy cierto, en México existe un gran atraso educativo, principalmente en el Estado de Oaxaca, al sur del país.
Con el internet es posible obtener información que antes era absolutamente imposible conseguir, ya que toda, estaba reunida en las grandes bibliotecas del mundo, en las principales capitales. Ahora no es necesario estar en la Ciudad de México, Pekín, Nueva York o París para estudiar o conocer las maravillas del mundo. La ciencia y las artes están en un click del mause. Ahora podemos conocer, aunque virtualmente, todo lo que antes estaba vedado para una gran mayoría en el mundo. Ahora podemos conocer otras ciudades, viajar, principalmente obtener conocimiento. Es obvio que no es lo mismo estar frente al Güernica de Pablo Picasso, en el Museo Reina Sofía de Madrid; o recorrer la muralla china presencialmente. Pero es un lujo que pocos pueden. En cambio ahora, con las nuevas herramientas tecnológicas, desde la Sierra Norte del estado de Oaxaca, o en un lugar inhóspito de cualquier país del continente africano pueden tener una referencia sobre todo lo que acontece en el mundo.
Es el tiempo que nos toca vivir. Las diferencias económicas se acrecientan, pero los medios de comunicación cada vez están más a nuestro alcance, ya tenemos los ejemplos de los países árabes que iniciaron cambios sustanciales a partir de las redes sociales. Hay países tan avanzados como Corea del Sur, donde planean eliminar los libros de texto y otorgarle a cada niño su respectiva computadora. ¿Qué sucederá con el libro?, lo mismo que sucedió con los libros escritos por los amanuenses, con aquellas bellas caligrafías; pertenecerán a museos y bibliotecas que los resguardarán para ser consultados por los investigadores. Aunque por la facilidad en su uso, que tienen los libros como objeto, es casi imposible que sean aniquilados por completo.
En Europa y en muchas partes del mundo, en los principales diarios, no dejan de hablar de la nostalgia del libro como objeto (y hasta de la estantería). Dedican columnas completas a hablar sobre los beneficios del libro y de los materiales impresos, de lo frío que resulta leer en un iPad, Kindle o ibook. Hasta en la música se quejan de los avances tecnológicos; porque ahora hay tantos músicos en la red, que es imposible rastrearlos. Lo mismo sucede en el ámbito editorial; ahora es tan fácil publicar a través del internet, que ya no sabemos qué leer. Es un mal que debemos padecer en nuestros tiempos; pero qué sucedía antes, cuando sólo podían publicar aquellos que tenían posibilidades económicas o vivían en las capitales del mundo. Por qué ahora se quejan tanto de que haya mayores posibilidades. Cuando antes, los que escribían libros no avalados por la Santa Inquisición, eran mandados a la hoguera. Ahora, las posibilidades de publicar no se quedan en unos cuantos. Lo mismo sucede con la información, con el conocimiento; por tal motivo, si podemos hacerle llegar a más personas todas las ideas posibles, ¿qué tiene de malo?
El mundo seguirá su curso y el destino del libro no está definido; pero bien sabemos que cuando se inventó la imprenta, fue por la necesidad de difundir ideas; ahora tenemos las oportunidades al alcance de todos, obviamente, de aquellos que tengan acceso a la tecnología; que también resulta otro reto.
Pero por el momento, como las posibilidades están a la mano, va esta publicación en línea, que ojalá resulte de su agrado.
*Gerardo Klooss Fernández del Castillo, Entre el diseño y la edición. Tradición cultural e innovación tecnológica en el diseño editorial. México, Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco, 200