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Magno homenaje a jazzistas de México en Bellas Artes

Miércoles 10 de agosto, 2011.
02:35 pm
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Pedro ROSAS/Conaculta Oaxaca, México.- "Mi vida en el jazz ha sido la que protagoniza un amante de la música que ha estado constantemente estudiando, practicando y enseñando. Dios y mi padre, han sido mis maestros de un arte al cual he legado un método de enseñanza, que no he podido dar a conocer en una escuela", expresó el percusionista Salvador Agüero, institución internacional de la batería, durante una noche memorable y nostálgica de jazz que tuvo lugar este lunes en el Palacio de Bellas Artes. El maestro junto con diez pioneros del género musical en México: Gonzalo González Chalillo (batería), César Molina (trompeta), Leo Muñiz (trompeta), Enrique Nery (piano), Juan Ravelo (saxofón), Olivia Revueltas (piano), José Sánchez El tigre (batería), Francisco Téllez (piano) y Enrique Valadez (contrabajo), recibieron reconocimientos de parte de la comunidad jazzística de México, entre quienes se cuentan el crítico Antonio Malacara. Pioneros del Jazz en México fue el título del concierto organizado por la Coordinación Nacional de Música y Ópera del INBA, para reconocer a los especialistas del género que han permanecido en el panorama nacional y han fusionado los sonidos de muchos pueblos. El recital contó con la participación del Quinteto de Tommy Rodríguez; las cantantes Yekina Pavón e Iraida Noriega, y los pianistas Olivia Revueltas, Francisco Téllez, Héctor Infanzón y Enrique Nery.          Con 85 años de vida, todos dedicados a la música, Salvador Agüero durante las noches de todos los viernes y sábados ofrece su arte en un restaurante polaco de la colonia Del Valle. El percusionista recordó que heredó el amor y conocimiento de la música de su padre, quien tenía el mismo nombre que él y fue percusionista de la Orquesta Lerdo de Tejada.          "Soy nacionalista y me encanta la música mexicana y de todos los países. Me da mucho gusto el reconocimiento. Me llega tarde, sí, pero al menos hay algo para nosotros los pioneros del jazz. Siento mucha nostalgia al recordar a tanta gente. Lo que pido es que desde las instituciones hagan más caso a la música del jazz, que casi nadie entiende porque es difícil de digerir ya que se necesita saber algo de música. El jazz no es comercial, por lo tanto es difícil de vender. Hay que darle a esta música más importancia en los planes de la cultura”.          La música ha sido el amor de su vida. El jazz es un género impresionante, proviene de una raza maravillosa asentada en Nueva Orleans. Al maestro le enorgullece haberle enseñado a sus seis hijos -desde muy chicos los puso a escuchar música, casi desde el vientre de su madre- quienes en 1981 obtuvieron el primer lugar en un certamen. Además cada uno de ellos estudió otra carrera.          Al maestro Agüero le gustaría que se abrieran más convocatorias y lugares donde se pudiera tocar jazz: "yo podría dar clases, por ejemplo con mi método, pero no cuento con esas oportunidades". El maestro recordó a sus maestros de la Escuela Libre de Música, como Adela González, de solfeo, donde estudió piano y trompeta, aunque al final se decidió por las percusiones con el maestro Gene Krupa.          Enrique Nery, otro de los maestros con una gran historia en la música de jazz, citó a Mario Ruiz Armengol, "el teacher de todos nosotros. Cuando le empezaron a llegar reconocimientos me decía que le hacen sentir bien, pero si vinieran acompañados de unos centavos sería mejor. Los premios logran que uno se sienta bien. Mi trabajo en la vida no ha sido hacerlo para ganarme una corcholata o un diploma. Estoy a punto de cumplir 66 años y los frutos están llegando.          Mi trabajo sigue siendo el mismo, en el día a día y no hay mucho que agregar. Pero aunque un premio me haga sentir bien, de todos modos no me lo creo. El Premio no me da ningún privilegio, no veo a nadie por encima del hombro, sigo teniendo el tiempo para conversar con todos y para el trato cotidiano con uno y otro. Mantengo varias misiones,  entre la Dirección de la Escuela de la Unión de Músicos, tocar, viajar, grabar, concertar; son un chorro de cosas, pero ni con mucho implica nada más que mi labor cotidiana. Es una dinámica  o un ejercicio de esto que llaman los siquiatras, terapia ocupacional".          Las voces de los homenajeados se mezclaron con los acentos, las armonías, las variaciones y la emoción de la gente al escuchar célebres y conocidas piezas, entre ellas: Me va, me va, de Albert Hammond y Ricardo Ceratto, ¿Quién eres tú?, de María Grever, Jazz en Riguz, de Mario Contreras; Fables of Faubus, de Charles Mingus; Misty, de Erroll Garner y Johnny Bunke; ¡Cry me a River!, de Arthur Hamilton; Body and Soul, de E. Herman, R. Sour, F. Eyton y J. Green; Quiero cantar, de Rosario Flores y  Rincón brujo, de Héctor Infanzón, en la gran noche de los pioneros del  jazz en el Palacio de Bellas Artes. "Mi vida en el jazz ha sido la que protagoniza un amante de la música que ha estado constantemente estudiando, practicando y enseñando. Dios y mi padre, han sido mis maestros de un arte al cual he legado un método de enseñanza, que no he podido dar a conocer en una escuela", expresó el percusionista Salvador Agüero, institución internacional de la batería, durante una noche memorable y nostálgica de jazz que tuvo lugar este lunes en el Palacio de Bellas Artes. El maestro junto con diez pioneros del género musical en México: Gonzalo González Chalillo (batería), César Molina (trompeta), Leo Muñiz (trompeta), Enrique Nery (piano), Juan Ravelo (saxofón), Olivia Revueltas (piano), José Sánchez El tigre (batería), Francisco Téllez (piano) y Enrique Valadez (contrabajo), recibieron reconocimientos de parte de la comunidad jazzística de México, entre quienes se cuentan el crítico Antonio Malacara. Pioneros del Jazz en México fue el título del concierto organizado por la Coordinación Nacional de Música y Ópera del INBA, para reconocer a los especialistas del género que han permanecido en el panorama nacional y han fusionado los sonidos de muchos pueblos. El recital contó con la participación del Quinteto de Tommy Rodríguez; las cantantes Yekina Pavón e Iraida Noriega, y los pianistas Olivia Revueltas, Francisco Téllez, Héctor Infanzón y Enrique Nery.          Con 85 años de vida, todos dedicados a la música, Salvador Agüero durante las noches de todos los viernes y sábados ofrece su arte en un restaurante polaco de la colonia Del Valle. El percusionista recordó que heredó el amor y conocimiento de la música de su padre, quien tenía el mismo nombre que él y fue percusionista de la Orquesta Lerdo de Tejada.          "Soy nacionalista y me encanta la música mexicana y de todos los países. Me da mucho gusto el reconocimiento. Me llega tarde, sí, pero al menos hay algo para nosotros los pioneros del jazz. Siento mucha nostalgia al recordar a tanta gente. Lo que pido es que desde las instituciones hagan más caso a la música del jazz, que casi nadie entiende porque es difícil de digerir ya que se necesita saber algo de música. El jazz no es comercial, por lo tanto es difícil de vender. Hay que darle a esta música más importancia en los planes de la cultura”.          La música ha sido el amor de su vida. El jazz es un género impresionante, proviene de una raza maravillosa asentada en Nueva Orleans. Al maestro le enorgullece haberle enseñado a sus seis hijos -desde muy chicos los puso a escuchar música, casi desde el vientre de su madre- quienes en 1981 obtuvieron el primer lugar en un certamen. Además cada uno de ellos estudió otra carrera.          Al maestro Agüero le gustaría que se abrieran más convocatorias y lugares donde se pudiera tocar jazz: "yo podría dar clases, por ejemplo con mi método, pero no cuento con esas oportunidades". El maestro recordó a sus maestros de la Escuela Libre de Música, como Adela González, de solfeo, donde estudió piano y trompeta, aunque al final se decidió por las percusiones con el maestro Gene Krupa.          Enrique Nery, otro de los maestros con una gran historia en la música de jazz, citó a Mario Ruiz Armengol, "el teacher de todos nosotros. Cuando le empezaron a llegar reconocimientos me decía que le hacen sentir bien, pero si vinieran acompañados de unos centavos sería mejor. Los premios logran que uno se sienta bien. Mi trabajo en la vida no ha sido hacerlo para ganarme una corcholata o un diploma. Estoy a punto de cumplir 66 años y los frutos están llegando.          Mi trabajo sigue siendo el mismo, en el día a día y no hay mucho que agregar. Pero aunque un premio me haga sentir bien, de todos modos no me lo creo. El Premio no me da ningún privilegio, no veo a nadie por encima del hombro, sigo teniendo el tiempo para conversar con todos y para el trato cotidiano con uno y otro. Mantengo varias misiones,  entre la Dirección de la Escuela de la Unión de Músicos, tocar, viajar, grabar, concertar; son un chorro de cosas, pero ni con mucho implica nada más que mi labor cotidiana. Es una dinámica  o un ejercicio de esto que llaman los siquiatras, terapia ocupacional".          Las voces de los homenajeados se mezclaron con los acentos, las armonías, las variaciones y la emoción de la gente al escuchar célebres y conocidas piezas, entre ellas: Me va, me va, de Albert Hammond y Ricardo Ceratto, ¿Quién eres tú?, de María Grever, Jazz en Riguz, de Mario Contreras; Fables of Faubus, de Charles Mingus; Misty, de Erroll Garner y Johnny Bunke; ¡Cry me a River!, de Arthur Hamilton; Body and Soul, de E. Herman, R. Sour, F. Eyton y J. Green; Quiero cantar, de Rosario Flores y  Rincón brujo, de Héctor Infanzón, en la gran noche de los pioneros del  jazz en el Palacio de Bellas Artes.
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