Oaxaca, México.- En punto el medio día, unas 150 personas se reunieron en el Centro Cultural Santo Domingo, para escuchar el Recital Liszt-Debussy, en el que Instrumenta Oaxaca 2001 se suma a los festejos de los 200 años del natalicio del compositor húgaro Franz Liszt. El recital tuvo la participación de la soprano Lourdes Ambriz, acompañado por Alberto Cruzprieto al piano.
Y es que ambos genios de la música, Liszt y Debussy, comparten gran responsabilidad en la innovación de la técnica pianística. En el siglo XIX, Liszt fue el más grande virtuoso del piano y al componer para sus propios conciertos, pensaba en sus más altas cualidades virtuosísticas que hacían sus obras casi intocables. Debussy, en los albores del siglo XX, descubre que el piano es un maravilloso reproductor de colores y atmósferas, y que el piano podía cantar menos sugiriendo más.
Después de la herencia suprema de Schubert, el lied, para voz y piano con un texto poético importante, tanto Liszt como Debussy le dedicaron al género buena parte de sus creaciones. El mundo vocal de Liszt estaba inmerso en pleno Romanticismo y la expresión de las emociones existenciales era fundamental, además de su asociación con la gran literatura y la expresión poética en música. Liszt compuso canciones a lo largo de su vida y este recital ofrece las más conocidas.
La trascendencia de la parte pianística es inherente a la canción misma, al grado que muchas de sus canciones existen también como piezas instrumentales aunque independientes: O, lieb es también el más popular de los Liebesträume (Sueño de amor) y Sonetos de Petrarca es más conocida hoy como una obra pianística.
La melodie, el equivalente francés del lied, fue de gran importancia para Debussy. Aunque no tan prolífico en el género, compuso obras maestras en cada etapa de su vida, desde las tempranas (Romance, Mandoline y Beau soir) hasta las de madurez (Nöel des enfants… un melodramático alegato contra el horror de la guerra fue su última canción y prácticamente, una de sus últimas obras terminadas).
Algunas de sus obras más modernas o innovadoras fueron melodies. Ariettes oubliées, aún una obra temprana, fue su primera obra maestra y en ella ya comienza a desarrollar su lenguaje personal con esa forma de enunciación que se acercara más a la estética y atmósfera del texto, antes que una simple exposición de virtuosismo vocal; una especie de anticipación del sprechgesang atonal, pero mucho más melódico y elegante.
Sin duda, el Recital Liszt-Debussy, con la voz de Lourdes Ambriz, el piano de Alberto Cruzprieto, en el marco del Ex convento de Santo Domingo, ha sido uno de los más bellos eventos de Instrumenta Oaxaca 2011.