Juan Manuel LÓPEZ ALEGRÍA/Tercera parte
Oaxaca. México. El origen del problema al que sólo alude César Rojas Pétriz (y del que entendemos muy poco por la ausencia de datos en otras partes) no se conoce a ciencia cierta, porque esta cuestión de hablar veladamente, de decir verdades a medias o de plano ocultar la realidad, no es privativa de César Rojas, también el médico Alberto Cajigas Langner, menciona el asunto de las discrepancias sobre las autorías de la Sandunga en su libro El Folklor Musical del Istmo de Tehuantepec, cuidándose de nombrar a sus opositores y sus razones.
En el capítulo, Reminiscencias del Centenario de la Sandunga (pag. 343) Cajigas Langner escribe: “Guardo para los barrios de Santa María Reoloteca y Santa Cruz Tagolaba, una muy señalada distinción. Ahí fueron elaborados varios capítulos de este libro: lo que demuestra la consideración muy elevada que para mí tiene estos barrios”. Esta satisfacción no pedida denota que de por ahí eran sus “enemigos”. Luego sigue:
“El 25 de mayo de 1952, en la calle guerrero (casi frente a la casa de la Cultura, en Tehuantepec, donde Cajigas vivía], en donde se celebraba un onomástico, personas connotadas —que después ocuparían puestos clave en el Comité Directivo— y el que esto escribe, contrajeron el solemne compromiso de colaborar conjuntamente en la organización de los próximo festejos. Pero conociendo mi modo de pensar, que difería grandemente de los planes que uno de ellos tenía en mente hacer prevalecer: traicionando ese compromiso y pasando por alto los antecedentes de historia y tradición: rompieron ese pacto, y como consecuencia de ello elaboraron un programa que es el que se publica en este libro. Ese programa tenía una clara finalidad: Rendir homenaje a Andrés Gutiérrez, a quien se declararía —en ceremonia especial— como autor de la Sandunga”.
Después sabremos que entre los principales defensores de Máximo Ramón, serán el médico Cajigas y Raúl Ortiz Urquidi, ambos de la zona del centro de la ciudad; y los que apoyan a Ndre’ Sáa, son Carlos Iribarreen Sierra y compañía, nativos y vecinos de Santa María y Santa Cruz, del otro lado del río; por ello también arman sus planes:
Todo iba bien con Máximo…
A principios de enero de 1953 algunos miembros del Ateneo de Ciencias y Artes de México, entre ellos Genaro Vásquez, propusieron a Emilio Portes Gil, entonces presidente de ese organismo, que se erigiera en la ciudad de Tehuantepec una monumento a Máximo Ramón Ortiz, mismo que fue aprobado y se inauguraría dos años después, el 24 de junio de 1955, para tal fin se organizó una “excursión” por Oaxaca, Monte Albán, El Tule y poblaciones del istmo. En Tehuantepec los miembros del Ateneo obsequiaron al comité respectivo una placa de mármol que el día señalado se incrustaría en el monumento, y que decía:
“El Ateneo Nacional de Ciencias y Artes de México, al Creador de la Sandunga. Máximo Ramón Ortiz. Homenaje a Tehuantepec. Enero 29 de 1953. El Presidente del Ateneo. Emilio Portes Gil”.
Luego de esa entrega, “los excursionistas regresaron satisfechos a esta capital la mañana del domingo primero de febrero de ese año”, según relata Alberto Cajigas Langner en su libro El Folklor Musical… (pag. 222). Obviamente ahí no se mencionaba a Ndré Sáa, de cuyo nacimiento nadie sabe dónde ocurrió, pero desde esas fechas se le quiere hacer nativo del barrio Santa María.
Cajigas Langner, quien escribe esto en 1961, ocho años después del centenario y se hallaba en la ciudad de México; aparenta estar muy dolido por la falta de honradez en los acuerdos, lo que no es suficiente para nombrar al “connotado” tehuano opositor, ni el pacto que hicieron. Agrega:
“Tan pueriles y tan notoriamente falsos fueron los argumentos esgrimidos, que al no revestir ninguna seriedad sólo se alcanzó con ellos lo que de los mismos se esperaba: el más rotundo de los fracasos”, en su derrota se alegra el médico y cuenta cómo contraatacaron la nueva propuesta:
“Por dos o tres ocasiones comisiones de tehuantepecanos arribaron a esta Capital para hacer –en los Diarios (sic) — declaraciones de propaganda en aquel sentido. Fue entonces cuando el licenciado y doctor Raúl Ortiz Urquidi en el Universal y el suscrito en Excelsior, publicamos una serie de artículos que causaron impacto en la conciencia popular. Como consecuencia de ello llovieron las protestas y el público se dividió, formándose una gran corriente de oposición. El C. gobernador [Manuel Cabrera Carrasquedo] tuvo que intervenir y ordenó la formación de otro comité, figurando en éste —no sabemos por qué razones—a muchos elementos del rechazado comité”.
Cajigas Langner muestra su satisfacción por que los planes se sus opositores se echaron a perder: “Hubo modificaciones al programa. La Vela de la Sandunga ya no se verificó en el barrio de Santa maría Reoloteca como se había programado, sino en el centro de la ciudad. Otros actos fueron suprimidos totalmente como el relativo a la colocación de la primera piedra en donde se erigiría el monumento a la Sandunga”.
Tampoco se realizó un programa de radio en la ciudad de México, organizado por Cajigas, por lo que nos perdimos más datos sobre el origen de la Sandunga, ya que el gran musicógrafo Baqueiro Foster hablaría sobre el asunto. (Resulta extraño que algunos intelectuales conocieran al maestro Foster y no fueran más allá del dato del estreno de la Sandunga que llevan y traen los conocedores del son famoso).
Cajigas da a entender que por oposición a nombrar Ndre´Sáa coautor, lo relegan de un concurso, ya que el médico participó en los festejos con un trabajo sobre Tehuantepec, y se vengaron eliminándolo a pesar del celo que puso en su hechura:
“(…) por 10 veces la mecanógrafa tuvo que repetir aquel trabajo. Por demás está decir que ese interés de nada sirvió, porque en el concurso en el cual participó mi trabajo —se obró con dolo— declarándolo desierto. Con ello rodaron por los suelos todas mis esperanzas de alcanzar un primer premio que todos me auguraban. Pero en cambio logramos algo más importante aún: Que el pueblo declarase a Máximo Ramón Ortiz como el creador de la Sandunga”.
No querían a Ndre’ Sáa…
Entre tantos dimes y diretes, a casi un mes del festejo, el afamado jurista tehuano Raúl Ortiz Urquidi escribió en su columna “Pizarrón” el 19 de abril de 1953 en El Universal ; aunque quién sabe cómo querían escribir la historia, sin nombrar a los participantes:
“[…] Máximo Ramón Ortiz es el genial creador de esa inspirada música y por eso es doloroso que los propios tehuanos —algunos de los que están integrando los comités de las fiestas del centenario de la Sandunga— [Tampoco daba nombres] pretendan que el autor de esa música es un tal Andrés Gutiérrez, sin más base que el paisanaje de barrio y sin otro apoyo que un buen día el reoloteca Miguel Ríos, con total ausencia de todo fundamento, escribió que dicho señor Gutiérrez fue el autor de la Sandunga y Máximo Ramón su popularizador, como pudo habérsele ocurrido que el autor fue Perico de los Palotes o Refugio rosas, el pintoresco ‘Chivo’ de Tehuantepec, y no por esto ya su solo aserto constituye la verdad histórica”.
El abogado explica por qué considera falsa la adjudicación de la autoría a Gutiérrez por los del otro lado, basándose en que éste afamado músico habría dirigido la primera banda de música de viento en Santa María de 1850 a 1853, y por ende, pudo componer la Sandunga:
“ […] y nada más falso. Pues tal vez apenas en esta Capital se fundaban entonces las primeras bandas, ya que no fue hasta varios años después cuando las bandas militares empezaron a recorrer el país […]. Por lo que es muy entendible el aserto del doctor Cajigas cuando afirma que la primera banda de música de Tehuantepec se fundó en 1870 bajo la dirección de Cándido Jiménez y el patrocinio del rico propietario José Inés Azcona que adquirió los instrumentos o por lo menos la mayor parte de ellos. Otros afirman que el primer fundador y primer director de esta banda fue José Inés Reyes”.
Despiadado, Ortiz Urquidi, descalificaba al candidato de los del otro lado del río:
“Es más: Andrés Gutiérrez ni siquiera fue director de la banda de Santa María, que indudablemente se fundó después de la Cándido o por lo menos contemporáneamente a ella, sino simplemente su clarinetista, ya que el director fue Aniceto Gutiérrez. Así lo afirman los viejos nativos del lugar, entre ellos don Amado Ortiz Arias, que conoció personalmente a los dos Gutiérrez y que actualmente vive en Ixtepec, Oaxaca”.
Como buen abogado, Urquidi escribía de manera extensa. Y ya para finalizar, se refiere a un artículo de Jorge Hernández Yañez: “El Centenario de la Sandunga”, publicado también es el mismo diario, donde el autor señala que Andrés Gutiérrez vivió a fines del siglo XVIII. Pregunta Ortiz Urquidi:
“Pero, ¿cuál siglo XVIII, si don Andrés, como lo sabe todo Tehuantepec, es apenas de la segunda mitad del siglo pasado en cuyos años 1870 y siguientes se dio a conocer como músico?
“¿Y por qué mejor no dijo que fue del siglo XVII o del XV o del III? ¡SI al cabo lanzar así, nada más porque sí, una aseveración —del mismo modo que lo hizo Miguel Ríos cuando sin ningún fundamento se le ocurrió decir que don Andrés Gutiérrez es el autor de la Sandunga— es tan fácil!
“Así, no es difícil que cualquier día despertemos con la novedad de que don Andrés fue contemporáneo de Adán y Eva…
“O que la Pastoral y la Coral son obras suyas y Beethoven su simple popularizador…”.