Verónica VILLALBAZO
Oaxaca, México.- La historia ya es por todos conocida el amor y la lucha de una mujer Minerva Mirabal por su gente sometida a un tirano, arrastró al resto de su familia a luchar por levantar la dignidad de aquellos sometidos, pisoteados, en República Dominicana; hace 51 años la muerte de las hermanas Mirabal cimbró, como sigue cimbrando a cada una de las mujeres que desde aquellos tiempos, posteriores y hasta el momento intentan seguir levantando la voz de quienes necesitan ser escuchados, dignificados y sobretodo dirigidos para defender sus derechos de libertad.
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Minerva Mirabal proféticamente expresó " Si me matan...Yo sacaré mis brazos de la tumba y seré más fuerte", y con su muerte logró que a propuesta de la República Dominicana y con el apoyo de 60 países se fijará el 25 de noviembre como el “Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer”, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1999, y sí, la voz de estas mujeres se hizo más fuerte después de su muerte, lamentablemente las mujeres siguen siendo violentadas, humilladas y asesinadas y parece que nada puede detener la mano ejecutora.
México sumergido ahora en un sinfín de cadáveres tirados en cualquier estado de nuestra hermosa república, inmerso en la espiral de muerte que vivimos a diario, éstas más de 60 mil muertes en nuestro país, nos han arrastrado a la costumbre de muerte, ya le dimos permiso a la indiferencia de sustituir nuestra capacidad de asombro, de rabia, de dolor, de empatía. “la nota cotidiana” nos atrapa, los juegos mediáticos nos hacen minimizar ahora los feminicidios, tal parece que si no son asesinatos del crimen organizado han dejando de ser importantes.
Hace unas semanas pregunté, ¿cuántas mujeres triquis han sido asesinadas de 2009 a 2011?, Tan solo en la zona triqui han muerto 14 mujeres, sin embargo pareciera que a muchos no nos importa, son indígenas y pareciera que el hecho de serlo las separa del resto del género; mucho hay por tomar conciencia en las muertes de las mujeres indígenas que no solo son asesinadas por el cáncer cervicouterino, ni por sus maridos, si no por la indiferencia social, por la discriminación incluida la violencia ejercida por algunas mujeres.
La lucha debe seguir y no solo corresponde a nuestros gobernantes erradicarla, nos corresponde a cada una y uno de nosotros, en nuestras casas, con nuestras hijas, amigas, compañeras de trabajo, subordinadas, hermanas, sobrinas e inclusive contra nuestras rivales profesionales o sentimentales, debemos aprender a vernos como lo que somos mujeres buscando terminar con la violencia física, emocional, social, psicológica y profesional y en medida que logremos en nuestro entorno hacerlo, empezaremos a expandirla, por ende al pedir estamos otorgando respeto y no violencia al resto, creando conciencia y levantando la voz por cada una y uno de nosotros empezaremos a evitar el asesinato de más mariposas.