Silvestre RAMÍREZ
Oaxaca, México.- Con una trayectoria caótica y ajena a las necesidades de sus agremiados, Héctor Ramírez Narcia, secretario General del Sindicato de los Trabajadores del Poder Judicial, ha buscado en todo momento que las cuotas sindicales le dejen una prebenda en lo personal. Es así, como se anima a crear sus tramas, sorprendiendo a los funcionarios judiciales del Tribunal Superior de Justicia.
Su modus vivendi había sido con intimidaciones a los anteriores titulares del Poder Judicial, siempre bajo el chantaje y las amenazas que, desde su posición, hacía creer podrían dañarles.
Sin embargo, la actual administración, presidida por el magistrado Alfredo Lagunas Rivera, puso freno a los mecanismos corruptos de trabajo que venía desempeñando el líder sindical. Y, coherente con la labor que se realiza desde principios de este año en el Tribunal de Justicia, se cambió la agenda de trabajo a los que pertenecen al sindicato de Ramírez Narcia, con la finalidad de ir erradicando la viva corrupción que a todas luces se vislumbraba.
Desesperado, porque dejó de percibir del Fondo para la Administración de Justicia su bono que año con año lograba obtener de las administraciones pasadas, empezó con sus acciones en perjuicio del trabajo diario que se realizan en juzgados civiles, familiares y penales, y sin ningún interés más que el personal y económico, movió a los agremiados para bloquear durante dos días los juzgados de referencia.
Logrando únicamente con esto, el atraso en las diligencias agendadas ocasionando pérdidas económicas por trámites que no lograron realizarse, tales como embargos, desahucios, emplazamientos, liberación de órdenes de aprehensión, entre muchos otros.
¿Quién es Héctor Ramírez Narcia? La respuesta es muy simple, un líder sindical corrupto y desordenado, que atenta contra los derechos sindicales de su gente. Un ser que abusa de su posición para llevar agua a su molino. Un ser que se ha enriquecido de las cuotas de los que diariamente trabajan en bien de la justicia. Es, pues, todo un personaje que a lo largo de su liderazgo, diez años ya, ha demostrado que está hecho de mala madera.