Soledad Jarquín EDGAR
Oaxaca, México.- Me niego a seguir pensando en las cosas malas que suceden, al menos por ahora, porque “en estos tiempos de incomprensible corrupción, violencia y muerte sin fin, mucha falta nos hace pensar en la vida” como señaló Concepción Núñez Miranda, al presentar el libro Dishdaa´w, “La palabra se entreteje en la comida infinita”, La vida de Abigail Mendoza Ruiz.
Conchita Núñez escribió “con palabras” de Abigail Mendoza este libro “acuñado por años en sus pensamientos”. No es un libro de recetas de cocina, es una biografía que refleja la relación de la cocina con la medicina herbolaria, las costumbres y tradiciones y las creencias con la vida cotidiana, desde la vida de esta famosa zapoteca del valle de Oaxaca.
La autora, una investigadora que ha tenido sus ojos puestos en la vida de las mujeres y su contexto social (Aves sin Nido y Narcotráfico, pobreza, justicia y derechos humanos: mujeres indígenas presas por delitos contra la salud, por mencionar sólo algunos), reconoce que tuvo en este trabajo la oportunidad de mirar a otras mujeres, “una historia diferente a las hechas por ti, así podrás olvidar un rato a las mujeres sufridoras y terriblemente vulnerables de tus otras historias”, como le dijo en un correo electrónico María Isabel Grañén Porrúa, quien le propuso ocuparse de la biografía de Abigail Mendoza y cuya edición fue realizada por la Fundación Alfredo Harp Helú.
En la presentación, Conchita Núñez afirmó que como lo hacen las mujeres embarazadas de África central que se internan en el bosque para encontrar una canción para quienes están aún en sus vientres, Abigail Mendoza encontró su propia canción, “su hacer en este mundo, sin olvidar a su comunidad. Su canción la canta con sus manos y con la alegría que le produce el compartir generosamente sus saberes, sus riquezas convertidas en platillos exquisitos”.
Resulta grato encontrar a Abigail, “alquimista de los sabores”, como la llama Isabel Grañén Porrúa, en su Tlamanalli el restaurante ubicado en Teotitlán del Camino donde cada día ella y sus hermanas elaboran los platillos oaxaqueños del valle de la forma tradicional, la ancestralmente aprendida.
La vida de Abigail Mendoza es una relación optimista y alegre, las carencias no fueron obstáculo, ni impedimento. Siempre ha vivido entre mujeres y hombres que transforman lo que tocan en arte puro, como los hilos de lana en tapetes y de la comida en exquisita gastronomía que le han dado fama internacional, ella es una embajadora de Oaxaca y se afana, sin molestarse porque no sucede, para que la gastronomía oaxaqueña sea reconocida como patrimonio cultural de la humanidad.
Sin duda, Abigail Mendoza, escrita con sus propias palabras por Conchita Núñez es una artista, que combina las ciencias –como explicó Alejandro de Ávila-. La obra de larguísimo nombre: Dishdaa´w, “La palabra se entreteje en la comida infinita”, La vida de Abigail Mendoza Ruiz, nos sirve para entender a Oaxaca a través de mujeres como ella y al mismo tiempo es un remanso para descansar en estos días tan difíciles, porque siempre habrá algo que nos siga moviendo hacia la esperanza y la realización de mejores proyectos.
Es que sólo así, podremos olvidar, por un rato al menos, esa violencia, la corrupción y la falta de operatividad en los programas gubernamentales de todos los niveles, cuyo espejo y realidad se observan de modos diferentes. Para quienes están al frente del sistema gubernamental, servidores públicos y políticos, el barco va viento en popa, camina despacio pero camina ¿total quién tiene prisa? Para los otros y las otras la realidad es la cotidiana parálisis que provoca el miedo por la inseguridad porque el barco se inclina peligrosamente a un lado y otro por la falta de empleo, el dinero que no alcanza y lo peor, los escasos resultados de programas y servicios que llevan al Estado gobierno a incumplir con lo que mandata la Constitución mexicana.
Por eso, ahora no quería hablar de la corrupción azul que chorrea chapopote negro en las instalaciones de PEMEX, que invade los ductos y nos llega con interminables aumentos en los precios de gasolina y sus muchos derivados, un asunto que ha investigado la periodista Ana Lilia Pérez y que deberíamos leer en su libro Camisas Azules, Manos Negras para enterarnos bien de cómo los políticos del PAN (camisas azules) han saqueado la gran industria mexicana, políticos de “primer nivel”, los cercanos al nido calientito de los Pinos.
En este trabajo me hubiera negado rotundamente a recordar la fatídica guerra contra el crimen organizado, que en realidad me muestra que el organizado es Felipe “El Valiente” Calderón, a quien ya le apura presentar el desfile del 16 de septiembre para que aplaudamos con energía los avances en esta guerra, cuyo saldo, como ya sabemos, son más de 50 mil personas asesinadas y el dolor a otras miles y miles más que no saben quién se llevó a sus seres queridos, cómo desaparecieron en estas carreteras otrora pacíficas y transitables, que no acabamos de entender los levantones y los secuestros interminables a lo largo y ancho del país…trata de personas y esclavitud laboral y sexual campean en el territorio nacional. Un problema serio, muy serio y doloroso que está oculto tras esta deprimente guerra.
Tampoco hubiera querido hablar sobre el fracaso de la educación básica mexicana, que de acuerdo a los resultados de la prueba Enlace, sabemos que 9 millones de niñas y niños mexicanos tienen niveles de elemental e insuficiente en Matemáticas y saber que sólo una escuela primaria pública está entre las 10 mejores del país nos provoca toda clase de inquietudes hacia el futuro, algo así como el presente que ahora vivimos: los mejores empleos están en manos de quienes asisten a escuelas particulares (las buenas, las de renombre, las caras, las inalcanzables para la gran mayoría de la población) y entre menos preparación menos posibilidades. Luego una se explica por qué estamos como estamos.
Podría también omitir, como lo hacen olímpicamente muchos y muchos funcionarios que en menos de un año en Oaxaca han sido asesinadas 61 mujeres, según los datos que reportan los diarios locales de mayor circulación. Y con ello también podría ignorar las pifias de las funcionarias públicas responsables de las políticas de género, que parecen estar cómodas en sus sillas, dando vueltas y vueltas hasta marearse y terminar el día como lo empezaron: sin nada resuelto. Lo que si saben hacer es condicionar y regañar a las mujeres porque denuncian o porque son incómodas con sus manifestaciones y protestas en el zócalo, donde Miriam Velasco, empleada acosada sexualmente por su jefe en el IEEPO espera ser atendida por Gabino Cué pero el gobernador ni la ve, ni la oye y mucho menos tiene interés. Las nuevas funcionarias, otrora militantes por la justicia para las mujeres, quisieran que se quedaran calladas al fin ellas tienen la voz de las mujeres, bueno eso piensan.
Pero caí, irremediablemente volví al lugar de siempre y hablé de todo esto, lo que no ensucia por supuesto el trabajo de Conchita Núñez en esta nuestra realidad y sí soñemos con los platillos maravillosos que prepara Abigail Mendoza y su familia y pensaremos en todo el entramado que funda su cocina, la cocina de las ancestras del valle.
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