José Luis GUERRA
Oaxaca. México. Hasta hace poco, este texto comenzaba de otra manera. Modifiqué esta entrada tras asistir a la presentación de un libro que, en pocas palabras, puede ser entendido como el diario, vasto y diverso, de un viajero. Esa noche, uno de los presentadores así describió a Méjico: proyecto o promesa que, prematuramente, se convirtió en ruina. Casi al final de la presentación, el mismo ponente citó una charla entre el autor del libro, Iván Alechine, y un taxista oaxaqueño. No recuerdo de dónde era el taxista, ni si mencionaron la ruta por la que transitaba, pero éste, el taxista, pronunció una queja: “Aún le quedan cinco años al gobernador del estado para terminar con todos los árboles”. El gobernador del que hablaba era, y podrá intuirse por su personalísimo estilo de gobernar, Ulises Ruiz Ortiz. La conversación sucedió en el 2004.
Un año después de aquella charla, se “escucharon inquietantes noticias sobre el plan de renovación del Zócalo capitalino”. Desde aquella primavera, la primavera de 2005, los árboles se convirtieron en un símbolo más allá de los significados que desde antes, mucho antes, y hasta la fecha, encarnan: tótem de vida, lugar de recreo, sombra y cobijo. En un inicio, algunos árboles inmolados en el “Plan paisajístico del Zócalo y la Alameda”. Y más tarde, por todos los caídos en el ecocidio perpetrado por Chedraui, en el Predio Sarmiento, ubicado en la Colonia Reforma. El motivo: la construcción de una de sus sucursales.
Poco tiempo después, el entonces presidente municipal, José Antonio Hernández Fraguas, suspendió definitivamente las obras, “y como castigo ejemplar [...] [impuso] una multa de 10 millones de pesos a Chedraui. No sobra decir –escribe Alonso Aguilar Orihuela– [...] que Hernández Fraguas difundió esta decisión como un ejemplo de sensibilidad social de su forma de mandato.”
Orihuela continúa: “La suspensión definitiva no fue tal y, por si fuera poco, aquella valentona multa se redujo a menos del diez por ciento. Chedraui sólo pagará 990 mil pesos por derecho de ecocidio, en una zona con muchas tiendas de autoservicio, y ningún parque público.”
El verano de 2010, la empresa veracruzana reanudó, con talante autoritario y el “permiso del ayuntamiento”, los trabajos que desde siempre han presentado una larga lista de irregularidades.
Los colonos, por su parte, han señalado varios puntos que justifican su oposición a una tienda de esa talla. Primero, el Predio Sarmiento era parte de una antigua cañada. Cumplía, por lo tanto, una función insoslayable: servía como conductor y filtro de agua.
Juan José Consejo, ambientalista y vecino del lugar, cuenta: “Lo que nosotros hicimos en su momento, fue una amplísima fundamentación que, por decirlo muy rápidamente, tenía elementos de carácter hidrológico.”
El ambientalista continúa: “Hicimos, en su momento, un cálculo muy conservador... Estamos hablando al menos de 10 millones de litros de agua, que no es una cantidad pequeña si se considera que hay terrenos que ya no captan porque tienen cemento, y que Oaxaca tiene problemas muy serios” en este tema.
Segundo, los colonos esgrimieron argumentos de carácter urbanístico, pues, a todas luces, una tienda de tales dimensiones trastocaría el patrón de vida de esa zona. “Por razones de tráfico, por razones de descargas de mercancía, por razones de manejo de deshechos, por razones de agua”, y la lista suma y sigue.
“Si nos atenemos al plan de ordenamiento de la zona conurbana, esta zona es de vivienda de densidad media; y hay una serie de cosas que se permiten, otras que se limitan, y otras que se prohíben. Y entre las que se prohíben, es la construcción de centros comerciales de más de 5,000 m2, y el predio tiene poco más de 10,000.” Es decir, para que no quede duda, el doble.
Tercero, la menoscabada calidad de vida. Se sabe, por supuesto, que Oaxaca está muy por debajo, cinco veces por debajo, de lo que establecen criterios internacionales como los de la ONU en relación a las áreas verdes por habitante. Si bien en la ciudad apenas existen parques, en el norte de ésta apenas se encuentran.
Probablemente, habrá quien piense que un parque es un espacio cosmético, pero, más allá de eso, sirven como espacios de recreo, “plazas públicas” que permiten que allí se realicen actividades que cohesionen a un grupo.
“Y para completar esta fundamentación [realizada por los colonos, se encuentra] el argumento de la importancia económica que esto puede tener, porque Chedraui argumenta que es una inversión y que esto promueve empleos permanentes. Creo que de nuevo hay suficientes argumentos para señalar que una tienda de este tipo no es necesario en términos de satisfacer las necesidades de la gente, porque fuera de Plaza del Valle, la zona que tiene más comercios es ésta. Y también es fácil desmontar el argumento de que esto va a dar empleos porque el tipo de empleos que da una tienda como ésta no son muchos […] Pero sobre todo, hay también mucha información del efecto global que trae este tipo de tienda. Lo que hace es, en realidad, destruir empleos, porque hace que pequeños negocios quiebren. Pero, además, porque lo mayor parte de los insumos de este tipo de tiendas viene de fuera. O sea, no alienta la economía local ni la actividad agropecuaria, ni nada de esto.”
Y por último, como bien dice Consejo, se puede arrojar otro argumento: ¿quién decide qué tipo de ciudad quiere?, ¿quién o quiénes deben hacerlo? La respuesta es sencilla: las comunidades que habitan el lugar, y no, por supuesto, ninguna empresa.
Actualmente, algunas mantas visten la reja del antiguo Predio Sarmiento, y anuncian, con bombo y platillo, una cínica paradoja: allí, en ese lugar, en el mismo lugar en donde tres años se derribaron más de 200 árboles, y se destruyó un complejo ecosistema, se está construyendo una tienda ecológica. Verde. Sustentable. Y en la página de Internet de la empresa, se encuentra otra paradoja o muestra de cinismo ramplón y artero: “Consciente de su responsabilidad social y económica, el Grupo ha promovido diversos Centros Comerciales llamados ‘Plaza Crystal’ en diferentes ciudades, donde se opera actualmente. De estos Centros Comerciales, sobresale ‘Plaza Américas’ en la ciudad de Boca del Río, Ver.; el cual fue edificado con motivo del 500 Aniversario del Descubrimiento de América. Otro Centro Comercial que no tiene el nombre de Plaza Crystal es el de Plaza Olmeca, ubicado en la ciudad de Villahermosa, Tabasco y el más reciente, el Centro Comercial Las Américas Xalapa, que fue inaugurado el 6 de marzo de 2006.”
Obviamente la página no dice a qué se refiere con responsabilidad social y económica. Pero con tales antecedentes, no podría hacerlo. Y aunque bien es cierto que un daño muy grande está hecho, la justicia es impostergable e ineludible. La justicia es signo y síntoma de que se ejerce el poder con sabiduría y aplomo. La justicia, además, es una oportunidad para desmarcarse de los gobiernos nefastos que precedieron, y una oportunidad para legitimarse a partir del respeto a los derechos humanos y su cercanía con el pueblo.
La justicia, escribió hace poco Cristina Rivera Garza, puede ser una forma del abrazo, un gesto para los que estuvieron allí, cariacontecidos frente al desastre, observando la estupidez y la ignorancia arrastrarse por el terreno.