Ciudadania Express
Martes 20 de septiembre, 2011. 07:07 pm

Conviven tecnologías y el libro para transmitir conocimiento: Alberto Manguel

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Oaxaca, México.- A nosotros, los lectores de hoy, supuestamente amenazados por la extinción, todavía nos queda por comprender qué es la lectura, es la frase con la que Alberto Manguel enmarca su libro Una historia de la lectura, y que sirvió de presentación para su intervención en el segundo día de actividades del Simposio Internacional del Libro Electrónico organizado por el Conaculta. El editor, ensayista, escritor e historiador, ofreció la conferencia magistral “El futuro de los lectores”, en el Auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología. Manguel recordó cuando la nueva tecnología de la imprenta trajo en el pasado numerosos comentarios sobre la extinción del libro, aspecto que se vio desmentido al paso del tiempo. “Quienes quieren hacernos creer que las nuevas tecnologías representarán la muerte del libro, caen en esas mismas leyendas del pasado, pues este instrumento es algo que está más allá de los soportes. Es necesario, sin embargo, recalcar el adjetivo: lectura profunda, que permite resumir y digerir lo que se está leyendo tanto a nuestro consciente como a nuestras intuiciones”. Comentó que el lenguaje posee la característica de transmitir información sin ambigüedades, pero al mismo tiempo, en el caso de la literatura, es precisamente esa ambigüedad la que permite crear grandes obras como el Fausto de Goethe. Calificó de “nostalgiosos” a quienes consideran que el libro impreso en papel es el único medio eficaz para transmitir el conocimiento, siendo en realidad la página escrita la que continuará siendo en cualquier soporte, electrónico o impreso,  el espacio y tiempo del lector. “En el libro impreso podemos hacer lenta o rápida la lectura, y en el libro electrónico podemos subir o bajar la pantalla a nuestra propia velocidad, en realidad el acto de leer es una lucha de poder entre el lector y la página por el dominio del texto”. Mencionó cuando Borges sugirió que  la infinita biblioteca de Babel es inútil, pues bastaría un único volumen muy grueso con hojas muy delgadas. “Nos encontramos actualmente en un momento de pesadilla, con la página imponiendo eternamente un marco para que los lectores podamos abstraer su significado, y en el caso del libro electrónico, con una pantalla que corta el texto a nuestras necesidades”. Dijo que las diferencias entre la página electrónica y la impresa son muchas, pero en ambos libros el uso es distinto, el libro impreso permite un dialogo interactivo con el texto,  en el que se pueden crear notas, subrayar, etcétera, mientras que el libro electrónico aún no tiene desarrolladas esas virtudes, tendiendo a la uniformidad, convirtiendo a todos los libros en un mismo formato, donde nada distingue al Fausto de un manual de reglas de tránsito. “La página electrónica es un marco imaginario que el lector aplica a lo que cree que es un texto sin fronteras, no obstante la reducción de importancia de las jerarquías entre un elegante libro de pasta dura y otro publicado con materiales de bolsillo, son algo que no sucede dentro de las características del libro electrónico”. Aseguró que entre el libro electrónico e impreso, no se puede hablar de una espada sanguinaria y una pluma pacífica, pues en realidad leer es un proceso íntimo de cada lector, quien recorre un camino para acceder a ideas y conocimientos. También recordó a Saramago cuando se refirió al arte de leer como el dominio de la anticipación que permite abstraer sólo parte del significado de un texto para depositarlo en la memoria. “La acción de leer es doble, conocemos el mundo a través del mundo y conocemos el libro a través de lo que vivimos en el mundo, para esa experiencia es necesario reconocer en la palabra los poderes creadores de la imaginación y el razonamiento”, consideró Manguel. Evocó al erudito inglés y científico, Thomas Brown, cuando afirmó que todo aquello que existe es porque podemos nombrarlo, y esa, dijo,  es precisamente la función de la lectura, el ampliar nuestro conocimiento para nombrar cada vez más cosas en nuestro mundo. “Brown sabía que era necesaria la traducción de sus observaciones científicas en palabras, más allá del informe clínico, por ello se propuso transcribir su trabajo a través del entrelazamiento de la imaginación y la realidad, algo que era un modelo soñado pero legible, es decir, sin la ambigüedad de las palabras no hay verdad”. Señaló que la lectura profunda es precisamente la que recrea para el lector el universo en toda su inconcebible y bella ambigüedad. “La tecnología electrónica es eficaz para ciertas formas de correspondencia, pero no para realizar una lectura literaria que requiere su propio tiempo y espacio, además entre la lectura tradicional y electrónica hay una diferencia fisiológica, la primera exige del cerebro diversas pulsiones neuroeléctricas, cuando leemos electrónicamente las neuronas realizan senderos de comunicación distintos que tienen que ver con lo visual”. Comentó que el hombre es la única especie que sobrevive a través de su imaginación, siendo sujetos que podemos tener la experiencia del mundo antes de vivirla en el mundo. “Estos procesos de imaginación siguen los mismos procesos de la lectura, creando diversos senderos de comunicación neuronal”. Calificó de personas peligrosas a quienes comercian con las nuevas tabletas y dispositivos electrónicos sin otro interés que el comercial, sin importarles que niños pequeños no tengan la experiencia de acceder al conocimiento a través del libro impreso. “Cuando falsos profetas nos dicen que los niños necesitan computadoras más que libros para su aprendizaje, corremos el riesgo de convertirnos en el instrumento de la electrónica, ser usados por ella y no ser sus usuarios”. Y agregó: “El milagro del lector que puede, a partir de un texto, redefinir el universo y revelarse contra sus injusticias, podrá quizá salvarnos, siempre y cuando tengamos libros y no meros artefactos. Sin duda habrá lectores profundos de libros electrónicos como los hay de impresos, y ambos compartirán las posibilidades que estos contenedores ofrecen”, concluyó Alberto Manguel.
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