Oaxaca, México.- Desentrañar con un método riguroso y a la vez culturalmente sensible cómo son los mexicanos, cuáles son los rasgos comunes de su idiosincrasia y qué se puede modificar en lo personal y lo colectivo para desarrollarse con bienestar y plenitud, es una labor que desde hace 30 años realiza Rolando Díaz Loving, profesor e investigador en la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Por su trayectoria en la aplicación de su modelo psicosocial, con el que ha analizado, estudiado y medido variables concernientes a la pareja, la familia, la conducta sexual de los jóvenes ante el VIH/SIDA, la violencia de género, o la personalidad, el doctor en psicología social recibió el Premio Ciudad Capital
Heberto Castillo Martínez 2011, en el área Educación e Impacto de la Ciencia en la Sociedad, otorgado por el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal.
Su trabajo le ha permitido analizar y medir variables individuales, colectivas y de interacción en ámbitos como las parejas, las familias y los muy diversos ecosistemas, que contrastan del trópico al desierto, del campo a la ciudad, y de la opulencia a la pobreza en el amplio crisol nacional.
Herencia sociocultural
“La parte medular de nuestra aproximación al estudio de cualquier fenómeno psicológico tiene que ver con el enfoque sustraído del título de un libro que escribimos hace algunos años para honrar el legado de Rogelio Díaz Guerrero, primer investigador emérito de la FP, investigador nacional emérito del SNI y precursor de la psicología social en el país.
“Se llama
Etnopsicología:
Tras la huella teórica y empírica de Díaz Guerrero, porque centra la atención en la inclusión y análisis de variables socioculturales en una psicología tradicionalmente bio-evolutiva, y la posibilidad que los datos sean más aplicables y congruentes con la realidad de las muestras que trabajan los especialistas mexicanos y latinoamericanos”, explicó.
Con esa herencia intelectual, ha continuado el desarrollo de estudios adaptables a la realidad, a la problemática cotidiana y nacional, en búsqueda de respuestas a asuntos que requieren pronta solución, como saber por qué no son eficientes las campañas de uso del condón entre los jóvenes, de qué manera algunas familias favorecen que los hijos se involucren con la delincuencia, o por qué sigue la desigualdad de género, la discriminación o baja producción, entre otras situaciones.
“En la psicología, que ha avanzado de manera espectacular en los últimos 120 a 130 años, la postura fundamental es que, si podemos explicar y predecir el comportamiento de una muestra específica con mucho rigor y validez interna, entonces podemos generalizar estos hallazgos a quien sea.
“Desafortunadamente, al no incluir variables socioculturales como normas, valores, creencias, patrones y mitos, partes fundamentales en la determinación de la conducta, los programas y planes que parecen maravillosos en papel, se estrellan contra la realidad. Por ello, es esencial sumar los múltiples factores históricos, socio-culturales y ambientales, para lograr una psicología útil para nuestro contexto”, precisó.
Los instrumentos y metodologías utilizados en la Unidad de Investigaciones Psicosociales, dirigida por Díaz Loving, se enfocan a obtener datos válidos, confiables y culturalmente sensibles con base en métodos exploratorios cualitativos y confirmatorios experimentales, que incluyen entrevistas, redes semánticas y grupos focales aptos para recoger manifestaciones culturales de fenómenos psicológicos, desarrollo de pruebas psicométricas que cuantifican identidad y frecuencia de ciertos atributos, valores y actitudes encontradas en las etapas exploratorias, así como estudios de laboratorio, para finalmente obtener datos aplicables a relaciones interpersonales (de pareja o de padres e hijos) y a grupos (familiares o comunitarios).
Nuestros rasgos
Como ejemplo de las investigaciones para integrar la cultura al análisis de las relaciones interpersonales, el universitario desarrolla instrumentos de medición apropiados para nuestros grupos sociales, que analizan las normas, creencias y valores que, en interacción con las necesidades bio-psíquicas de cada individuo, y la afectación en el desarrollo de la personalidad.
“En principio, para saber cómo es el yo del mexicano, tengo que preguntar a muchos paisanos cómo son para no cometer errores intuitivos y de proyección personal como sucede en
El Laberinto de la Soledad, donde Octavio Paz creyó que todos tenemos ciertas características”.
De hecho, al estudiar amplias muestras de mexicanos de diversas regiones con una aproximación sistemática y rigurosa, se ha encontrado que no son típicas, ideales, ni reales, por el contrario, el mayor porcentaje tiene características positivas en la parte socio-afiliativa. “Es amable, atento, educado, cortés, amigable, sociable, cariñoso, romántico, sentimental y conciliador”.
El yo de la mayoría acentúa las relaciones interpersonales amenas y favorables y, en general, hay más interés en el grupo que en el individuo. “Algunas normas dicen que tenemos que ser respetuosos de los adultos, resolver primero los problemas de otros y luego los nuestros”.
Congruente a las premisas de la cultura, somos solidarios y aguantadores en grupo, pero eso hace que no se permita o no sea bien visto el logro individual. Ahora bien, no todos nos apegamos a las premisas socio-culturales de la misma manera; aspectos como lo educación laica, o intereses en desarrollo personal, logran que algunos rompan con los dictados culturales y hacen la variedad entre los nacionales.
“Es parte de lo que ha sucedido con el sector femenino, que para salir adelante en el ámbito de la producción, tiene que ser mucho más individualista que el hombre, más perseverante para obtener el mismo nivel de logro personal. Esto, entre otras cosas, se traduce en mujeres responsables y trabajadoras, a la vez que tiernas y cariñosas; mientras que los varones continúan centrándose en un papel estático más tradicional”, destacó.
Estas características tienen efecto en las interacciones sociales, las relaciones económicas y políticas y en la salud, área que desde hace más de dos décadas analiza con su método, especialmente para analizar la conducta sexual y anticonceptiva, con particular énfasis en estudios de VIH/SIDA.
Actualmente, el investigador de la Facultad de Psicología continúa con sus estudios sobre aculturación, pareja y personalidad, y encabeza uno sobre la conducta sexual de varones y mujeres en 20 plazas del país, con la idea de reconocer los patrones y diferenciarlos por regiones (rural, urbano, frontera y trópico).