Oaxaca, México.- La música en el cine representa el espíritu de una película y por ello es necesario comprender la evolución que se ha generado entre los compositores de bandas sonoras en la segunda década del siglo XXI”.
Así lo expresó Marina Stavenhagen, directora del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), al moderar la mesa de debate “Creadores de música”, realizada la noche del martes 15 de noviembre en la Fonoteca Nacional, en el marco de los 80 años del cine sonoro en México.
En la charla, donde participaron los compositores de bandas sonoras Eduardo Gamboa, Lucía Álvarez y Odilón Chávez, la titular de Imcine dijo que las mesas de este ciclo han sido reveladoras del interés que existe en México por el sonido y sus diferentes vertientes en la cinematografía.
"Nos parece un tema fascinante y en Imcine estamos convencidos de que es necesaria una constante reflexión acerca de cómo se construyen las bandas sonoras en el cine”.
Lucía Álvarez, compositora formada en Italia por el virtuoso Enio Morricone y quien ha trabajado con directores como Arturo Ripstein y Jorge Fons, además de haber ganado el Ariel por la película
Mezcal, abrió la mesa afirmando que la música en el cine es un trabajo multidisciplinario que requiere de una gran armonía.
“En mi vida profesional como maestra y como compositora he notado que en el cine es donde se encuentra la mejor disciplina para trabajar, ya que es un medio muy caro y por ello los compositores debemos realizar una gran coordinación de tiempos con todos los creativos de una producción”.
Recordó que cuando entró al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) a impartir clases, se dio cuenta que en cada película la coordinación es un elemento vital, existiendo numerosos obstáculos que sortear para realizar un trabajo de calidad.
“Recuerdo que una vez, cuando realizaba la música para la cinta
Cuento de hadas para dormir cocodrilos, había apartado una sala en los Estudios Churubusco, pero el piano no estaba afinado y tuvimos que cambiar de sala a los 35 músicos. En el cine la música es una dama, si la invitan y todo está bien puesto, va, si no, no va”.
Y agregó: “Hay cine que no necesita música y el compositor debe de estar consciente de ello para no imponer su trabajo. Dos de los mejores ejemplos son
Bella de día, de Luis Buñuel, quien aún cuando le presentaron a Stravinski no quiso contratarlo, así como
Luz silenciosa, de Carlos Reygadas. Siempre pongo como ejemplo a mis alumnos estas dos cintas”.
Eduardo Gamboa, formado bajo la tutela del compositor Joaquín Gutiérrez Heras y creador de las bandas sonoras de
El mural de Siqueiros,
La historia en la mirada,
Donde acaban los caminos y
Zurdo, confesó que su evolución ha sido con la música popular y de concierto.
“He sido muy afortunado en mis participaciones para el cine, formando mi propia orquesta, llamada Mexfilms, creo que los músicos en vivo añaden un calor muy especial a las bandas sonoras de una película”.
Mencionó que existe una reciprocidad entre las composiciones realizadas para el cine y la música de concierto, pues muchas forman parte de las presentaciones de ensambles y orquestas.
“Esto me ocurrió con la suite sinfónica que compuse para la película
El grito, así como la banda sonora de
Ciudades oscuras, cuyas partituras poco después formaron parte de diversos recitales. En este sentido, el compositor de cine debe estar consciente de que su trabajo puede trascender más allá de la pantalla”.
Durante la mesa, Eduardo Gamboa presentó algunas de sus partituras originales y el público celebró que justo al término de su reproducción se filtrara el lejano sonido del silbato de un carrito de camotes que cruzaba por la calle de Francisco Sosa.
Finalmente, Odilón Chávez, compositor de la música de documentales como
Ríos de México y
La mujer del desierto, así como de largometrajes como
El medallón shaolín,
Contracorriente y
El cielo en tu mirada, dijo que el compositor es un traductor de emociones en el cine.
“En cierta forma, quienes nos dedicamos a esto debemos potencializar todo el sentido de una película, de ahí la importancia de que el músico esté involucrado desde el principio en un proyecto y que desde el primer tratamiento pueda proponer ideas”.
Mencionó que uno de los grandes vicios del cine es que los directores y editores acostumbran poner maquetas de música para los primeros cortes de la película y se acostumbran a cierto ritmo, dejando después al compositor la responsabilidad de llenar esos huecos.
“A menudo utilizan música de compositores como Morricone o Hans Zimmer y nos ponen en la posición de alguien que tiene que ganarle en un ring de boxeo a Mike Tyson, sin embargo, en esta profesión hay que estar preparados para todo”.
Y concluyó: “La pregunta constante del compositor debe ser cómo convertirse en el puente entre los sentimientos e intenciones de una historia con el público. Hoy el panorama está cambiando, la tecnología, las condiciones de trabajo, y tenemos que estar preparados”.