Oaxaca, México.- La transformación de los paradigmas de acceso al conocimiento y las nuevas experiencias de lectura deben tomar en cuenta factores humanos en la transición que propone la lectura a través de las tabletas, coincidieron los especialistas participantes en la tercera mesa del Simposio Internacional del Libro Electrónico.
Con el título “Viejas y nuevas formas de lectura”, la discusión giró en torno a las ponencias de Federico Álvarez Arregui, de México, director de la Revista Literatura Mexicana de la UNAM y Javier Fierro Gómez, de España, de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
La moderación de la mesa corrió a cargo de Luz María Chapela, representante del Programa Nacional de Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Javier Fierro Gómez dijo que el ecosistema del libro vive actualmente una situación complicada y está inmerso en un proceso de profunda transformación a causa de la consolidación de la cultura digital.
“Los cambios son a todos los niveles, pues se transforman también los modos en que nos comunicamos, así como los diferentes procesos de lectura, por ello muchos libros tendrán que ser concebidos en una forma distinta a la tradicional, añadiendo elementos que amplían la experiencia de información con música, voces, imágenes en movimiento, etcétera”.
Afirmó que uno de los principales factores a ser tomados en cuenta es que al añadir al libro electrónico diversos elementos, no destruyan su esencia.
“El libro electrónico debe aspirar a mostrar un contexto más rico sobre un texto y no a ser un elemento disperso donde se pierda la concentración a causa de los diversos dispositivos que le son añadidos”.
Dijo que la gran incertidumbre que tienen los promotores de la lectura es lo que ocurrirá cuando el lector nacido en el contexto de lo digital se acerque a una biblioteca, y cuál será la función de éstas en el futuro.
“Es inevitable y obligado que las bibliotecas conquisten también el espacio digital y evolucionen hacia modelos multifuncionales para ofrecer a los usuarios, por ello nuestra fundación ha emprendido proyectos como Territorio E-Book, que determina cual es el proceso de lectura con dispositivos digitales”.
Por su parte, Federico Álvarez Arregui, dijo que su punto de vista es escéptico y pesimista frente a las propuestas de la tecnología, que en su opinión requieren una contraparte de las humanidades en el mundo contemporáneo.
“Todavía recuerdo cuando nos arrebatábamos libros como El lobo estepario, de Herman Hesse, el libro ha cumplido siempre una función única y multiusos, comprobando a cada momento el aforismo universitario: sin lectura no hay cultura”.
Comentó que vivimos una época de desculturización que es en gran medida consecuencia de la electrónica y por ello no deben confundirse los rumbos esenciales del hombre y el humanismo cuando se habla de progreso y evolución.
“Si creemos en la teoría de la recepción, sabremos que el medio es un medio de subjetivación, de enriquecimiento y un modo de evolucionar como seres humanos, un niño que aprende leer a los cinco años, es una perla que tiene ante sí todo un mar de posibilidades”.
Dijo que el libro no es un lugar, sino un tiempo, donde no debe haber un predominio de la imagen visual sobre la imagen verbal, porque en los libros los propios lectores crean diálogos con los autores que murieron hace mucho tiempo sin necesidad de artilugios tecnológicos.
“Cuando algo nos impresiona de un texto y cerramos el libro para ver la foto de su autor en su solapa, y le decimos: sí, tienes razón, ese momento no tiene precio”.
Afirmó que hoy los niños copian su tarea de Internet y combinan esta experiencia con los juegos electrónicos.
“Toda nuestra infancia está siendo dirigida hacia una mentira gigantesca en la que las nuevas generaciones quedarán atrapadas una y otra vez, el iPad se llama ahora tableta, pero debemos preocuparnos, antes del futuro del libro electrónico, por el futuro de la lectura”.
Recordó a Giovanni Sartori cuando escribió el texto Homo Videns, donde afirma que los niños ven, pero no leen, apartándose del género del Homo Sapiens, hacia el de Videns.
“El libro, vuelvo a repetirlo, debe nutrirse de imágenes verbales, no de imágenes visuales, es fácil saber lo que un niño hará con una tableta cuando la tenga entre las manos, pues ya hoy, en la mayoría de las comidas familiares de nuestra sociedad, durante las sobremesas los niños sacan sus juegos electrónicos y existen en completo aislamiento”.
Finalmente, dijo que la industria actual se pelea por el mercado del niño-videns, y de esta competencia a la que calificó de criminal, no debe formar parte el libro.
“De que me sirve tener en una tableta cientos de libros, si los tengo en mi biblioteca acomodados, subrayados, con anotaciones. El mundo va mal, las tres cuartas partes de la humanidad leen menos de un libro por año, el mundo se desculturiza a pasos agigantados, pero irónicamente dedica gran parte de sus rentas a la investigación tecnológica”.
Y agregó: “He recibido comentarios de grandes empresarios que están desesperados por encontrar a una persona que sepa escribir bien, porque no hay entre sus centenares de empleados una persona que pueda escribir un pequeño texto con coherencia, hay que arrinconar al niño-videns, para convertirlo en un niño-sapiens”, concluyó el académico, quien fue celebrado con un largo aplauso por el público del Auditorio Jaime Torres Bodet.