Andrés HERNANDEZ/IGABE
Oaxaca, México.- Se define a la palabra Artesania como el conjunto de las artes realizadas total o parcialmente a mano y que para hacerlas se requiere de excelente habilidad y creatividad artística.
Con esta expresión, se reconoce a todos los Mixtecos que entregan a la región, al estado o al país, sus grandes obras artesanales. Desde tiempos inmemoriales, porque la artesanía Mixteca es tan antigua como la misma raza, esta gente sembró la semilla del ingenio para cosechar después, la belleza artesanal que hoy admiramos.
Dentro de la naturaleza, las semillas significan el inicio de la vida, el comienzo de un ciclo, lo cual se reflejará en frutos para consumo humano, además a base de las semillas estas siguen y continuaran siendo alimento principal para todos los mexicanos.
Los frijoles, el pozole, los huajes, el arroz, alimentos realizados a base de semillas que forman parte esencial de la dieta de los Mixtecos y que además entregan la mayor parte de su vida al cultivo de semillas naturales, quizás por eso la vida en el campo sea más placentera, incluso más duradera.
Sin embargo en la Mixteca, el cultivo de la semilla no sólo se usa para la alimentación de los humanos, ya que con ellas realizan artesanías y obras de arte que son base de su economía.
Normalmente estos productos representativos de la región son ofertados a costos accesibles a aquellos que gustan de portar algún artificio que decore parte de esa personalidad que todos poseemos, reflejado en piedras, diamantes o cualquier otro objeto que sin duda siembre la envidia de los demás, sin embargo collares, pulseras y brazaletes hechos a base de semillas acaparan a mujeres emprendedoras de la región.
Manos que crean Adriana Cortés Herrera, artesana de Huajuapan de León, encontró en las semillas el secreto para crear obras de arte en aretes, collares, pulseras y demás, solamente con tomar una semilla y darle la forma que requiere para ser portada por mujeres con gustos simples o refinados.
En ese sentido, señaló que trabaja con la palma y todo tipo de semillas; fríjol, haba, garbanzo, nuez, grilla y todas las semillas de esta zona incluso hasta las piedras naturales las utiliza para la elaboración de estos colguijes. “Es un trabajo ingenioso el que debemos de realizar pues hay que encontrarle la manera de pintar y decorar las semillas.
Parece una labor fácil pero no es así, ya que crear una pulsera, un collar o alguna otra artesanía debe ser bien pensada”, explicó. Mencionó que para hacer estos productos utilizan un taladro para perforar las semillas, asegurando que a veces se puede tardar toda una tarde taladrando las semillas, ya que este proceso debe ser muy cuidadoso, porque estas se rompen. Posteriormente, se realiza el tejido, el cual es un poco más sencillo.
Actualmente, Adriana se encuentra impartiendo un taller a mujeres para que aprendan a hacer estas artesanías, el objetivo es doble, dijo, ya que se dan a conocer los trabajos naturales y además las mujeres pueden auto emplearse. Refirió que todos los materiales que se ocupan en la creación de estas artesanías se obtienen de manera natural, ya que trabajan con jacarandas, pintan las alubias o cualquier otra semilla y así se obtienen una variedad más amplia con colorido.
Sin embargo, muchas mujeres que dedican gran parte de su tiempo para esta labor carecen de un espacio donde poder exhibirlas y ofertarlas a la población. “Por medio del corredor artesanal, se pueden exhibir los trabajos realizados por las manos de las mujeres mixtecas, ya que cuando no se contaba con este, algunas féminas las vendían en su casa”, indicó.
Además, mencionó que no se trata de un trabajo simple, sino que son productos elaborados quizás no con materiales costosos, aquí lo valioso es la labor que cualquier obra de arte implica.
“Para hacer un collar o una pulsera para alguien que ya tiene práctica le toma quizás una o dos horas, pero antes de empezar a hacerlo, es necesario que las semillas estén taladradas y pintadas, si es necesario; podemos tardarnos en hacer un juego de artesanías, que consiste en un collar y una pulsera, o un collar y unos aretes hasta 8 horas, lo que es una jornada de trabajo”.
De ahí se deriva el precio que le pone a sus productos, aunque para algunos carezca de valor al ver que son hechas de “simples semillas”, abundó. El costo de estos productos artesanales varía, puede haber unos aretes de palma que cuesten 15 pesos hasta un juego de collar y pulsera que se venden en 250 pesos, asegurando que no es por el material, sino por el tiempo que se tardan en realizar uno de estos productos. Estas artesanías forman parte fundamental de las tradiciones de una región con historia como la Mixteca, aunque muchas veces no se les dé el valor que se requieren, porque es el trabajo manual lo que se reconoce y está por demás sabido que la mano de obra difícilmente es reconocida y bien remunerada.
Manifestó que le gusta el trabajo que hace, desgraciadamente no hay suficientes espacios para dar a conocer estas expresiones artísticas a base de estas semillas naturales. “Sólo he pensado en buscar un espacio que me permita vender mis productos, espero que este lugar que nos abrió la autoridad municipal siga haciéndose, pues nos sirve para ir vendiendo estos productos”, subrayó.
Las jícaras de la Mixteca oaxaqueña Olegario Hernández Mendoza, comenzó a grabar jícaras viendo a su papá y a su abuelo, allá en su natal Pinotepa de Don Luís, hace 33 años, siendo apenas un niño.; trabaja con una semilla que se conoce como jícara (Crescentia cujete, en culto latín).
“Como no teníamos papeles dónde dibujar y echar a volar la imaginación, nuestros padres acercaban las jícaras, para comenzar a grabarlas”, dijo.
Actualmente en su taller Yutin Tuyachin (Árbol de jícaro en mixteco), convirtió las jícaras en piezas de joyería, adornadas con hoja de oro, plata y cobre, y entre sus planes, está producir piezas utilitarias: tazas, vasos, platos y jícaras, para el consumo de los pobladores de la Costa “y dejen de usar el plástico y unicel que tanto daña al planeta”.
Grabar jícaras no es fácil, las cortadas ahuyentan a muchos aprendices, pero no a Olegario que comenzó a los 6 años con dibujos sencillos, nada elaborados en comparación con sus trabajos actuales que muestran el trabajo de un diseñador que busca innovar una tradición, buscando exposiciones, espacios donde las jícaras puedan exhibirse sin recelo, junto a otras piezas valiosas.
Invitados por Secretaría de Cultura, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y CONACULTA, Olegario Hernández, acompañado de Vicente López Plaza, impartieron un curso de grabado de jícaras en el Centro de las Artes de San Agustín durante el 2009, al cual se inscribieron 40 personas. Durante un receso el grabador reconoce que sus piezas tienen dibujos contemporáneos, son como cuadros cóncavos, sin embargo no olvida los dibujos tradicionales de la Costa Chica, las flores, ríos, hojas en forma de guía, pájaros y animales que habitan esa región.
Expresa que deseoso de mejorar sus grabados, decidió salir de su comunidad y viajar a Guadalajara donde aprendió a dibujar y diseñar a través de cursos en la Escuela de Artes Plásticas de la ciudad tapatía.
Regresó a Pinotepa y en 1996 comenzó a combinar colores, tintas, incorporar hoja de oro, de plata y cobre, buscando mostrar a los jóvenes aprendices, las múltiples posibilidades con las que se puede enriquecer un producto, hasta hace poco sub valuado.
Finalmente comentó que desea que se eleven el precio de un producto que cuesta tanto grabarlo “hay compradores de la capital que les pagan a 60 pesos por una docena de jícaras”, eso hace que el producto devalúe el trabajo del artesano que no se esmera en hacer un buen producto, porque sabe que así se lo van a comprar.
Arte en Semillas: un medio Alternativo Wendy Arianna Mendoza, Presidenta y representante legal del Corredor Artesanal del Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) explicó que el arte en semilla es un medio alternativo que algunas mujeres artesanas de la Mixteca están realizando, para fomentar su autoempleo y combatir la migración principalmente en los jóvenes que al terminar la secundaria deciden migrar por falta de recursos económicos y por la falta de empleo.
“Con el arte en semilla se busca inspirar en su comunidad y en las comunidades vecinas un nuevo sentido de independencia, teniendo como reflejo en los trabajos una expresión de esperanza y un llamado a contribuir a la creación de una sociedad sustentable, un llamado para salvar los recursos naturales que nos ha brindado nuestro planeta, construyendo una convivencia con la naturaleza”, expuso.
Indicó que el motivo porque muchas personas quieren comercializar y/o abrir algún mercado es por las condiciones de vida que se tiene, la abundante pobreza en la que la mayoría de las personas se encuentran sumergidas. Sin embargo, la sociedad desaprovecha las riquezas culturales y biológicas con las que se cuentan en la Mixteca.
Afortunadamente muchas personas en la actualidad han observado estas características y han emprendido nuevos procesos, ya sea buscando alternativas de economía sustentable y/o solidaria “La gente de la comunidad considera que es importante que las artesanas vendan sus productos, para que ellas realmente cumplan con el objetivo para el cual crearon ese grupo y para que la comunidad sea más reconocida por que existe gente que hace ese tipo de labor.
“Es importante mencionar, que las artesanas por medio de sus diseños expresan lo que son y lo que sienten y de esta forma manifiestan sus sentimientos”, finalizó.
Desvalorizan artesanías: Los productos mal pagados es la única opción económica en la región Triqui Para Sabina la situación no es nada fácil, la falta de empleos en su comunidad, además del clima de violencia en la que se vive, hizo que así como cientos de indígenas triquis salen de la región, decidiera emigrar a la ciudad de Huajuapan, donde con la elaboración de artesanías pretende ganarse el pan de cada día.
Sabina y su familia se dedican los cinco días de la semana a la elaboración de collares realizados con semillas de guaje, maíz, fríjol, habas y chíncharos, entre otras. Así como al tejido y bordado de blusas, bufandas, morrales, rebozos y sombreros.
Cada fin de semana se instala en algunas de las calles de la ciudad a vender sus artículos mal pagados. “Si sólo me dedico a hacer eso, en un día puedo hacer varios collares, o tejer dos bufandas, pero una blusa a veces nos tardamos en hacerlas hasta una semana, todo es cuestión de práctica”, comenta mientras muestra a la gente sus artículos, los cuales cuestan desde 15 hasta 500 pesos.
“Un collar cuesta 15 pesos o tres collares por 30 pesos, al día vendemos cerca de 20, pero a veces no lo quieren pagar; una blusa bordada la vendemos en 150 o 200 pesos y aún así hay gente que dice que está muy caro” dice Sabina, quien con la ayuda de su mamá y de su suegra llega cada sábado y domingo a instalarse en una banqueta a vender los artículos nuevos que hizo en la semana.
La gente pasa, ve las prendas y los collares, pregunta el precio y sigue su camino; sin embargo, para Sabina, esta situación no le preocupa, pues sabe que en algún momento alguien llegará para valorar el trabajo de las artesanías y pagar no el precio del producto, sino el esfuerzo y la magia que impregnan en cada semilla o en cada bordado.
“Ahorita ya muchos hacen los trabajos con las semillas, la gente sale de sus comunidades a la ciudad de Oaxaca y aprende a hacer estas artesanías que no son originarias de la región, pero las hemos adoptado para salir adelante” dice Sabina, quien se tardó varios meses en aprender a pintar las semillas con anilina y con un taladro especial perforarlas para hacer los collares.
Al día puede ganar entre 500 y 600 pesos si se vende alguna prenda de vestir; sin embargo, también tiene que cambiar de lugar constantemente para que no sean removidas por las autoridades o por los mismos comerciantes establecidos lamentó Sabina. Salió de San Juan Cópala desde hace varios años y solamente regresa en los días de fiesta, aún cuando siempre hay noticias de la región por la violencia y las muertes que ahí se registran.
“No es difícil entrar a la región pero si se da un enfrentamiento a veces tardamos varios días en poder salir” recordó Sabina. Arte Triqui en la Mixteca Por otra parte, indígenas de la región Triqui, señalan que para la realización de un collar se tardan un día entero en hacerlo ya que no cuentan con las herramientas necesarias como taladros, pinzas o ganchos.
Estas mujeres ofertan su arte en las calles de Huajuapan con el miedo de que su mercancía sea recogida por las autoridades del municipio, ya que no cuentan con permisos necesarios para ofertar estos productos. Las indígenas Triquis ofertan sus collares a muy bajos costos, por ejemplo los collares los ofrecen en tres por 50 pesos, mientras que las pulseras tienen un costo tres por 40 pesos, además de huipiles, camisas, blusas y bordados que ofertan en más de 200 pesos, simplemente por el tiempo que invierten en la elaboración de la mismas.
En ese mismo sentido, aseguran que hay personas o turistas de Huajuapan que regatean los precios ya bajos de los collares, pulseras, camisas y blusas que tanto tiempo les costó trabajo realizar.
Los familiares de las artesanas se sientes orgullosos por los trabajos que ellas realizan, debido a que no cualquier persona puede crear cosas, hacer arte. Además ellas apoyan a sus esposos en la economía familiar, con algunas cosas que requieran sus hijos para la escuela o en gastos imprevistos. De igual forma las mujeres ejercen algunos de sus derechos y desarrollan habilidades que se comparten con la familia.
Finalmente las vendedoras Triquis señalan que en cada pulsera, collar o playera que realizan va inmerso en ella un trozo de su imaginación y tiempo por lo que cada uno es especial y tiene cierto significado, además las semillas de avellanas, huaje, frijol, maíz son conseguidas cultivadas y recolectadas por ellos por lo que es un manera de homenajear a la tierra que les da tanto.