Ciudadania Express
Lunes 31 de octubre, 2011. 03:49 pm

El culto a los muertos, costumbre que se remonta a la época prehispánica

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Oaxaca, México.- En una época en la que la celebración del Halloween estadounidense pareciera permear muchas de las culturas del mundo, cabe recordar que en nuestro país existen desde hace siglos tradiciones que persisten hasta nuestros días. Rituales que año con año se realizan en distintos puntos de México. Desde las actividades en San Andrés Mixquic hasta la celebración de Día de Muertos en Janitzio, las manifestaciones para recordar a nuestros difuntos son ricas en colores, sabores y aromas. [caption id="attachment_135026" align="alignright" width="300" caption="El panteón de Atzompa, Oaxaca: Foto:www.50mm.mx"][/caption] Para los aztecas, el culto a los muertos era en sí mismo una celebración de la vida. Se trataba de sentir cerca de nosotros a nuestros seres queridos. Al carecer de las connotaciones propias del catolicismo, para nuestros antepasados, el lugar al que iban las almas de los difuntos dependía no de la forma en que se habían comportado en vida, sino de la forma en que habían muerto. Así, el Tlalocan (paraíso del dios de la lluvia) lo habitaban aquellos cuyo deceso se relacionaba de algún modo con el agua: ahogados o por enfermedades como gota e hidropesía, niños sacrificados a Tláloc o muertos por un rayo, durante una tormenta; el Omeyacan (paraíso del Sol) era el destino de quienes morían en combate, prisioneros que eran sacrificados y mujeres al dar a luz. Al Chichihuacuauhco iban los niños y se trataba de un paraíso en el que existía un árbol de cuyas ramas brotaba leche; para todos aquellos que perecían de muerte natural, estaba el Mictlán, pero llegar ahí no era sencillo y para ello necesitaban la ayuda de un perrito para que los guiara al cruzar el río que los separaba de la tierra de los muertos, región del frío que en el mundo nahua se ubicaba al norte. De la época prehispánica proviene la costumbre de realizar ofrendas que incluían objetos del agrado del difunto y habían sido utilizados por él, como vasijas, caracoles o adornos de obsidiana. Eran comunes también los Tzompantli, hileras de cráneos ensartados mediante perforaciones en los parietales. Dichos restos pertenecían a los sacrificados en honor a los dioses (muerte que era considerada un honor). Con la llegada de los españoles, el festejo a los muertos en México se comenzó a realizar los días 1 y 2 de noviembre, como resultado de las costumbres católicas de esas fechas en que se solía realizar misas, votos, donativos, oraciones y responsorios por las almas de los fieles difuntos. También se acostumbraba visitar el camposanto con flores, veladoras y comida que se consumía “en compañía de las almas” de los seres queridos. [caption id="attachment_135028" align="alignleft" width="300" caption="Pueblos de Atzompa: Foto/www.50mm.mx"][/caption] Al transcurrir los siglos, el carácter ritual y solemne del culto a los muertos fue adquiriendo un tono festivo e incluso burlesco, en el que se agregaron elementos como las calaveritas de azúcar, el papel picado, pan de muerto, diversos dulces típicos e incluso la costumbre de escribir ingeniosos versos alusivos a la muerte de personajes conocidos que aún viven (las otras calaveritas: las literarias). La costumbre inicial de “pedir calaverita” que por estas fechas hacían los niños, poco tenía que ver con el trick or treat de los estadounidenses: anteriormente se acostumbraba rezar previo a la entrega de fruta o pan de muerto. Era en ese momento que se compartían los elementos de la ofrenda. Sobre las ofrendas de muertos, los componentes más representativos de éstas son los siguientes:
  • Mantel blanco como símbolo de la pureza y alegría
  • Agua para que los difuntos sacien su sed. También se suele preparar aguas de sabores
  • Cirios y veladoras para que las almas de los muertos puedan encontrar su destino. Al colocarlas en cruz se representa también los cuatro puntos cardinales (de modo que se entrelazan la tradición católica y la prehispánica)
  • Fruta (caña, naranja, mandarina, guayaba). Se repartía entre los niños que llegaban a “pedir su calaverita” el 2 de noviembre
  • Papel picado colorido trabajo artesanal que simboliza el viento y añade un ambiente festivo a la ofrenda
  • Comida. Los platillos que le gustaban al difunto. Suele ser comida típica mexicana como arroz, mole, tamales o frijoles
  • Calaveras de azúcar. Réplicas de cráneos humanos. Comunmente decoradas con varios colores y un papel con el nombre del ser querido. También se pueden hacer de amaranto y chocolate
  • Tierra o ceniza símbolo de nuestra condición mortal e influencia del catolicismo: “polvo eres y en polvo te convertirás”
  • Pan de muerto preparado especialmente para esta temporada, tiene forma redonda, es cubierto de azúcar y  decorado con masa en forma de huesos
  • Copal e incienso,  el aroma guía a las almas hacia la ofrenda. Este humo, producto de quemar resinas vegetales, llena el espacio entre la tierra y el cielo
  • Dulces típicos, como el de calabaza, camote y guayaba. También se colocan “alegrías”
  • Bebidas alcohólicas (tequila, pulque, mezcal…) y cigarros. Sólo para las ofrendas de adultos
  • Sal elemento de purificación y ayuda a que el cuerpo no se corrompa en su viaje
  • Flor de cempasúchil su nombre viene del náhuatl y significa “flor de cuatrocientos pétalos”. Su color amarillo representa al Sol, que guía el alma del difunto. Los pétalos también son utilizados para decorar y formar un camino hacia el altar
Cabe destacar que desde el 7 de noviembre del 2003, la UNESCO distinguió a la festividad de Día de Muertos como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, considerando en el documento de declaratoria que esta festividad es: "...una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas del país". [caption id="attachment_135029" align="alignright" width="300" caption="Fachada del panteión de Atzompa:Foto:www.50mm.mx"][/caption] La UNESCO además menciona: "Ese encuentro anual entre las personas que la celebran y sus antepasados, desempeña una función social que recuerda el lugar del individuo en el seno del grupo y contribuye a la afirmación de la identidad..." Sobre la tradición, establece: "... su dimensión estética y cultural debe preservarse del creciente número de expresiones no indígenas y de carácter comercial que tienden afectar su contenido inmaterial.” El Conaculta realiza año con año diversas actividades con el objetivo de conservar y dar a conocer las tradiciones de Día de Muertos, por lo que se les invita a participar de la amplia gama de manifestaciones culturales que se pueden encontrar en todo el país relacionadas con estas fechas.
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