Citlali LÓPEZ/CIMAC
Oaxaca, México.- En la Ciénega Zimatlán, la autoexploración y una oportuna decisión salvaron la vida a Juana Lavariega, de 49 años, y a Eugenia Celaya, de 59. Ambas vencieron la batalla contra el cáncer de mama (CaMa).
Lejos de perder las esperanzas de vivir, ellas continúan luchando contra esta enfermedad y fortaleciendo a otras mujeres para que no se rindan.
En mayo de 2012, Juana cumplirá cinco años de aquella difícil noticia. La mujer entrelaza las manos y a bocajarro recuerda que el primer indicio del cáncer fue una pequeña protuberancia bajo su seno. Al paso de los meses el absceso tomó dureza. No dolía ni molestaba, pero Juana intuía que algo no estaba bien.
La visita al médico y una mamografía dieron el diagnóstico: cáncer de mama. “Yo no sabía qué era el cáncer, el médico me explicó y de pronto sí sentí feo”. Aunque el trago más amargo ya pasó, Juana rompe en llanto cuando recuerda la operación en la que le fue extirpado el seno.
“Cuando me quitaron el seno sentí muy feo, sentía que ya no era como las demás mujeres, que ya no estaba completa, lloraba mucho. Mi esposo fue un gran apoyo, al igual que la psicóloga que me dijo que la vida no se acaba con esto”, narra.
REALIDAD MORTAL
En el estado de Oaxaca cada seis días se registra una muerte por CaMa. De acuerdo con la Secretaría de Salud estatal, en 2011 se han presentado 65 nuevos casos y 50 defunciones, sobre todo en mujeres mayores de 40 años de edad.
Con estas cifras se desprende que hay seis muertes al mes ocasionadas por este mal, a pesar de que en el 97 por ciento de los casos el cáncer es curable siempre y cuando se detecte a tiempo.
De estos 65 nuevos casos, 40 son atendidos en el Centro de Oncología y Radioterapia de Oaxaca (CORO), y 25 en el Hospital General Doctor Aurelio Valdivieso.
ESPERANZA
A lo largo de su tratamiento Juana Lavariega recibió seis quimioterapias y 26 radiaciones; todavía va a cita médica cada cuatro meses y continúa con sus medicinas, situación que le ha permitido tener una buena calidad de vida.
Juana continúa en sus labores del hogar, se siente fuerte, con ánimos de vivir y segura de que ganará la guerra: “Yo voy a seguir adelante, vivir mi vida y echarle ganas. A veces me siento cansada, vencida y digo ‘creo que me voy a morir’, pero luego pienso ‘si ya pasé lo más difícil sólo tengo que vivir’”.
Bajo la gorra de Eugenia, asoman los hilos de plata. Con la radioterapia perdió la totalidad de su cabello pero va creciendo poco a poco. Fue hace poco más de un año cuando ella detectó que algo no estaba bien en su cuerpo. “Sentía como un bodoquito largo, pero no hacía yo caso porque iba al centro de salud y decían que no era nada”, recuerda.
Dos años después una mastografía reveló el diagnóstico. Cuando Eugenia recibió el dictamen lo primero que pensó fue en una muerte segura. “Me dijeron que el cáncer ya estaba regado, que ya estaba avanzado”, relata. Recibió cuatro quimioterapias y finalmente fue operada para extirparle el seno.
Tanto Eugenia como Juana señalan que el apoyo moral de la familia es fundamental en la recuperación, pues de otra forma pueden caer en depresión y morir en consecuencia.
Luego de su experiencia, de forma espontánea, Juana y Eugenia se convirtieron en el apoyo moral de muchas mujeres que como ellas enfrentan el cáncer. “Hay que echarle ganas, no hay que dejarse vencer”, advierten.
ENTIDAD CON ALTA INCIDENCIA
El CaMa es un crecimiento anormal y desordenado de las células del tejido mamario, de ahí la importancia en la detección y tratamiento adecuado, ya que ésta es una de las patologías que más muertes produce entre las mujeres, y según indicadores nacionales Oaxaca está entre los 10 estados con mayor incidencia de decesos.
En lo que va del año se han realizado 9 mil 215 mastografías en toda la entidad, y se ha otorgado atención a 297 pacientes en el CORO, y en los hospitales Aurelio Valdivieso y Regional de Alta Especialidad.
El Hospital General Aurelio Valdivieso, los regionales de Alta Especialidad de Juchitán, Salina Cruz, Huajuapan y Tuxtepec, cuentan con mastógrafo y equipo de diagnóstico que permiten reducir en 35 por ciento la mortalidad por esta neoplasia.
Una de las medidas preventivas del CaMa es la autoexploración y práctica de estilos de vida saludables, como una alimentación balanceada, ejercicio diario y evitar el consumo de alcohol y tabaco.